La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, ha mostrado sus reticencias y descontento con el homenaje de Estado a las víctimas del coronavirus organizado por el Gobierno. Pese a que estuvieron presentes todas las autoridades, incluidos todos los presidentes autonómicos (algo que no se veía desde 2014) y la solemnidad y emotividad fueron la tónica del día, Ayuso se ha sumado a las críticas vertidas por Vox.

Durante su entrevista con Federico Jiménez Losantos en Esradio, Ayuso ha descrito el evento como una “ceremonia de la ONU frente a un pebetero”. Un pebetero que, por cierto, fue el símbolo del homenaje, pues uno de los momentos más emotivos fue cuando diferentes autoridades acudían a dejar una rosa blanca a sus pies.

En el acto intervinieron tan solo tres personas: el rey Felipe VI con su discurso final, Hernando Fernández Calleja, hermano del periodista fallecido Jose María Calleja; y Aroa González, una enfermera del Hospital Vall d’Hebron de Barcelona.

Estos dos últimos representaban a los familiares de las víctimas y a los colectivos que lucharon durante la pandemia (personal sanitario, bomberos, riders…). Además, representaban a las dos ciudades más afectadas, Madrid y Barcelona.

Sin embargo, esto no ha gustado a Ayuso. La presidenta de la Comunidad de Madrid ha denunciado que “me hubiera gustado que hubieras dejado participar a un sanitario de Madrid”, argumentando que ha tenido mayor presión el personal sanitario de la capital no solo por la gravedad y alcance de la pandemia sino por la presión de los medios de comunicación y del Gobierno de España, que a su juicio, ponía en cuestión la gestión de la crisis de manera habitual.

Así, Ayuso se suma a las críticas a la ceremonia que únicamente tenían como partícipes a Vox, hasta ahora. Eso sí, no ha dado respaldo a la teoría de los dirigentes ultras de que la ceremonia fue una suerte de aquelarre satánico y masónico. O al menos no se ha pronunciado a este respecto.