Lo ocurrido tras las puertas del Congreso de los Diputados hace justo un año no entraba en las previsiones ni del mejor politólogo. Tras las intensas negociaciones, aquel día 3 de febrero de 2022, todos los focos estaban puestos sobre la vicepresidenta primera del Gobierno y ministra de Trabajo Yolanda Díaz como artífice de una reforma laboral que aún coleaba y que no tenía visos de salir adelante. Sin embargo, la cabeza visible del ala morada de la coalición no fue la protagonista de aquel día, sino que fue Alberto Casero, diputado del PP que saltó a la fama tras errar el voto, permitiendo que la reforma laboral saliera adelante.

Tras un acuerdo con sindicatos y patronal, Díaz impulsaba la que sería una de las medidas estrella de la legislatura, la reforma laboral. Hace un año que la medida se sometió a votación en la Cámara Baja pero sin contar con el favor de los socios habituales del Gobierno (ERC, PNV y EH Bildu votaron en contra)

El escenario se antojaba difícil, Sergio Sayas y Carlos García Adanero, el segundo actual candidato a la alcaldía de Pamplona por el PP y por aquel entonces ambos diputados de UPN, rompieron la disciplina de voto tras el acuerdo alcanzado con el PSOE apenas un día antes. Dos votos negativos que inclinaban el precario equilibrio de la balanza hacia la derogación de la medida.

Pese al clima de tensión, finalmente la pantalla del hemiciclo reflejaba más votos a favor que en contra. Desconcierto que hizo mella hasta en la propia presidenta del Congreso, Meritxell Batet, que se equivocó a la hora de pronunciar el dictamen: “Sí: 166, más nueve votos emitidos telemáticamente. No: 169, más cinco votos emitidos telemáticamente. Ninguna abstención. Por lo tanto, queda derogado el real decreto ley

Estas palabras de Batet generaron vítores y felicitaciones en toda la bancada de la derecha. Mientras PP y Vox celebraban, el resto de los ministros y diputados miraban desconcertados a la pantalla. Ante el estupor reflejado en las caras de la vicepresidenta primera, Nadia Calviño y de la artífice de la reforma, Yolanda Díaz, el líder del Ejecutivo llamaba a la calma.

Sin embargo, solo bastaron 40 segundos para acabar con la euforia de la derecha. Ese fue el tiempo que tardaron los letrados del Congreso en advertir a Batet de su error. “Sí: 175 votos, No: 174”, fueron las palabras que hicieron que las celebraciones se trasladaran de bancada.

El voto de la discordia

Un solo voto de diferencia fue el que propició que la Reforma Laboral saliera adelante. Sin embargo, el voto necesario no procedió precisamente de la izquierda. Tras la aprobación de la reforma, un solo nombre acaparaba las conversaciones en los pasillos del Congreso, Alberto Casero.

Pero lo más curioso es que el protagonista no se encontraba aquel día en el hemiciclo. El que fuera alcalde de Trujillo y senador por el PP se encontraba con una indisposición gastrointestinal que le impidió asistir presencialmente al Congreso, viéndose obligado a votar de forma telemática.

A pesar de la plantilla facilitada a todos los diputados y el sistema de doble verificación de voto telemático, Casero votó a favor de la convalidación de la reforma y en contra de su tramitación como proyecto de ley, justamente al contrario de lo establecido por el PP.

No obstante, el diputado extremeño se dio cuenta de su error y antes de comenzar la votación presencial trasladó su equivocación a la portavoz del PP en las Cortes, Cuca Gamarra. El por entonces número dos de los ‘populares’, Teodoro García Egea, fue el encargado de informar a la presidenta de la Cámara de la equivocación aduciendo un “error del sistema”. Sin embargo, Batet declinó realizar una nueva votación tras la constatación de los letrados de que tal fallo nunca se produjo.

De nuevo, la derecha se levantó, pero esta vez no para celebrar si no para protestar. La división entre los populares se hizo entonces manifiesta. Por un lado, los que admitían el error de su compañero de partido, por otro, los que vieron la oportunidad de arremeter contra el PSOE y virar el discurso hacia los postulados de Vox acusando a la presidenta del Congreso de "pucherazo" y "tongo".

No fue un error informático, sino de Casero

Habría que esperar hasta el 11 de febrero para que el discurso de la derecha se derrumbase. Dos informes, uno de los informáticos del Congreso y otro de los letrados, concluyeron, tras una exhaustiva investigación, que no hubo ningún error informático durante la votación del Real Decreto de la reforma laboral del diputado.

En la investigación elaborada por la Dirección de Tecnologías de la Cámara, los informáticos descartan que se “produjera un error técnico” en la votación y el sentido de voto únicamente ha de imputarse a “un error material del diputado”.

Además, los peritos informáticos no solo no identificaron ninguna incidencia técnica, sino que, además, Alberto Casero consultó en hasta cinco ocasiones el comprobar sus votaciones. “El usuario alberto.casero inicia sesión en la aplicación para realizar las votaciones del Pleno de manera telemática a las 17.39.34 a las 17:39:48 entra dentro de la sesión 149 y se le muestran 28 asuntos. A las 17:46:55 el usuario guarda la votación emitida”, apuntó el informe.

“Sin ningún género de dudas se puede observar que la opción marcada en pantalla había sido la 0 (SÍ)” insistieron los peritos. Además, apuntaron que “tras la acción de guardado por parte del usuario le aparece en pantalla un resumen de con la votación emitida, un botón para confirmarla y otro botón para cancelarla, volver a las sesiones y reiniciar el proceso de votación. A las 17:46:59 se emite el justificante de voto. Al seguir investigando se detecta en las trazas de conexión que durante el resto de la tarde el usuario alberto.casero ha entrado en la aplicación y consultado las votaciones ya emitidas, lo que se repite hasta 5 veces entre las 17:49 y las 17:55”.

Casero admite su error

No hay que remontarse muy atrás para escuchar el ‘mea culpa’ del diputado del PP. El pasado 2 de diciembre de 2022, Casero reconoció su error ante los medios durante la sesión de puertas abiertas del Congreso y le restó importancia argumentando que "cualquiera puede cometer un error".

"Me tomo mi error con filosofía y con humor, porque no me lo puedo tomar de otra manera. Se votan muchas cosas y en algún momento puede cambiar el sentido del voto o, simplemente, cometer un error", explicó el diputado. "Tampoco creo que sea malo que la gente me lo recuerde, porque están en su derecho de expresarme su opinión", zanja el ‘popular’.