El 23 de octubre de 1940 la estación de Hendaya, junto a la frontera hispanofrancesa fue testigo del encuentro entre Adolf Hitler y Francisco Franco con el objetivo de negociar una posible intervención de España en la Segunda Guerra Mundial. Este lunes se cumplen 83 años de aquel cara a cara de dos dictadores que puedo haber cambiado el devenir de la contienda. El lider nazi llegó a las 15:40 horas y tuvo que esperar al Generalísimo en el andén porque su tren llevaba ocho minutos de retraso. Pretendía convencer a Franco de la necesidad de involucrarse en el conflicto a favor de las potencias del Eje

Pese a sus simpatías con ellos, Franco siempre se mostró prudente a la hora de entrar en el conflicto y enemistarse con Gran Bretaña y Estados Unidos. Sin embargo, esta precaución cambió después de que las tropas germanas conquistaran Francia en junio de 1940. Entonces, España y Alemania empezaron unas negociaciones en las que Franco pidió a Hitler ayuda militar y económica, además del reconocimiento de diversas demandas territoriales. A saber: la devolución de Gibraltar, la cesión del Marruecos francés, una parte de la Argelia francesa y el Camerún francés. Por su parte, el fuhrer exigía que España abandonara su postura de neutralidad y entrara de lleno en la guerra.

Para negociar estos términos, ambos líderes se citaron en Hendaya, junto a sus ministros de Asuntos Exteriores, Ramón Serrano Suñer y Joachim von Ribbentrop, el 23 de octubre de 1940. Sin embargo, el tratado no llego a buen puerto, y tras más de siete horas reunidos, no se llegó a un acuerdo destacado. Hitler consideró desorbitadas las exigencias de Franco y se negó a aceptar un precio tan alto. De esta manera, el único resultado de la entrevista fue la firma de un protocolo secreto en el que el generalísimo se comprometía a que España entraría en la guerra cuando él mismo lo considerara oportuno, mientras que Hitler garantizaba de manera imprecisa que nuestro país recibiría “territorios de África”, sin especificar cuáles.

Estos futuribles nunca llegaron a concretarse, ya que el cambio progresivo en el devenir del conflicto, en beneficio de los Aliados, alejó definitivamente la entrada de España en la guerra.

Tutelados por Espinosa de los Monteros

El protocolo secreto que mencionábamos anteriormente fue elaborado por los ministros de Asuntos Exteriores de ambas potencias. El resultado definitivo no le gustó a Franco, y mandó introducir una serie de cambios. Este nuevo documento fue llevado a Hitler por el general Eugenio Espinosa de los Monteros, embajador español en Alemania y hermano del abuelo -tío abuelo- del actual portavoz de Vox en el Congreso de los Diputados, Iván Espinosa de los Monteros. De hecho, según afirman distintos historiadores, este fue el que aconsejó al dictador español que no aceptara las pretensiones del alemán, ganándose la enemistad de los nazis.

Volviendo al protocolo, las enmiendas introducidas por España no fueron aceptadas por Ribbentrop, pero este hecho se le fue ocultado a Franco por Serrano Suñer. “El Fuhrer no tiene buena opinión de España y de Franco. Mucho ruido y pocas nueces. Nada sólido. En cualquier caso, no están en absoluto preparados para la guerra. Son hidalgos de un imperio que ya no existe”, escribió en su diario el ministro de Propaganda alemán, Joseph Goebbels.