“El Tercer Reich fue el primer país ecologista: así protegió Hitler el medio ambiente”: de esta manera se atreve a titular el periódico El Español, uno de sus artículos. Como respuesta, la periodista Rosa María Artal escribió: “Con un par Pedro J. Las bondades del nazismo”. Se puede decir más alto, pero no más claro.

No es raro que la derecha se líe cuando entra en temas de los que está alejada, ya sea el feminismo o la ecología. Basta con recordar al ex presidente Mariano Rajoy Brey negando el cambio climático: “si nadie garantiza qué tiempo hará mañana en Sevilla, ¿cómo van a decir lo que va a pasar dentro de 300 años?”, vino a decir, metiendo en un problema a su primo científico.

Ahora resulta que, según el periódico de Pedro Jota Ramírez, tendremos que agradecer al Führer su responsabilidad para la conservación del planeta. Además de ser inverosímil, no se pueden separar un personaje y un régimen genocidas de ninguna de sus acciones. Hacerlo es lavarles la cara. No se puede hacer una crítica sobre las pinturas de Hitler obviando quién fue Hitler.

Para entender el agravio comparativo, este titular sería algo así como afirmar que el ecologismo se lo han currado los nazis. Esto parece no molestar a demasiada gente, como sí lo ha hecho la frase “el feminismo se lo han currado los socialistas”, pronunciada por la vicepresidenta en funciones, Carmen Calvo, que ha desatado las iras de la derechona. Ocho palabras han bastado para abrir la caja de los truenos.

Lo cierto es que Carmen Calvo ha dicho los socialistas, no el PSOE. Y si nos atenemos al sentido amplio de socialismo, la vicepresidenta tiene más razón que una santa. El feminismo, por definición, es progresista.

Los que se autoproclaman feministas de derechas, feministas liberales, feministas transversales, son los que niegan la brecha salarial, la violencia de género o el techo de cristal

Basta con ver los comentarios vertidos por los de siempre, exigiendo ser tomados como parte del feminismo, para ver la contradicción en la que caen. La perversión del lenguaje ayuda mucho, y desde hace mucho tiempo, a que el discurso de derechas cale en la sociedad. Los que hoy se llaman liberales poco (nada) tienen que ver con los llamados liberales hasta principios del siglo pasado. Pero como se han adueñado de la palabra, ahora reivindican a Clara Campoamor como “propia”. Lo cierto es que los liberales actuales tienen tanto que ver con aquellos, como el Partido Popular con el Frente Popular.

Y por eso tiene razón Calvo al quejarse por los apellidos que le quieren poner al feminismo: transversal, liberal, etc. El feminismo es la igualdad de derechos de la mujer y el hombre, con todo lo que ello conlleva, punto.

Feminismo de derechas” titula en su artículo del ABC la diputada del PP Edurne Uriarte. Eso es ser sectario y no lo de Carmen Calvo. Feminismo de derechas es un oxímoron. Feminismo de izquierdas, una redundancia.

Los que se autoproclaman feministas de derechas, feministas liberales, feministas transversales, son los que niegan la brecha salarial, la violencia de género o el techo de cristal. Pues sépanlo, no son feministas.

Y mientras sí podemos decir que los avances en materia de igualdad fueron logrados en el mundo por el socialismo en sentido amplio, no hay una sola prueba de que el ecologismo desde el estado sea una creación de Hitler. Pero parece ofender más el identificar a la izquierda con el feminismo que el ecologismo con el nazismo.

Enric Sopena es Presidente Ad Meritum y fundador de ElPlural.com

@enricsopena