Un gran poder conlleva una gran responsabilidad. El poder de Albert Rivera dentro de Ciudadanos está fuera de toda duda, su responsabilidad será sometida a examen la noche electoral si la formación, tal y como marca la demoscopia, pierde escaños y posiciones dentro de la Cámara Baja.

El negacionismo para sentarse con Pedro Sánchez de la cúpula naranja fue muy criticado internamente. Ni de izquierdas ni de derechas era el eslogan escogido tiempo atrás, pero esto ha tornado en un oficialismo férreo y atado con personas como Marcos de Quinto, Inés Arrimadas y Juan Carlos Girauta. Ejecutiva renovada, críticos defenestrados, dimisiones en cadena y, paradójicamente, la figura de Albert Rivera más cuestionada que nunca.

ElPlural.com ha ido informando esta semana de la posibilidad de que los silenciados estuvieran preparando un motín contra el mando después de las elecciones. Internamente se muestran desconcertados y desencantados. Aunque avisan: la apuesta personal de Rivera y su pléyade puede hacer que el liderazgo actual se someta a una reválida que creían no tener que aprobar. 

Además de fuentes internas consultadas que prefieren preservar el anonimato, también hay quienes no dudan en anunciar a viva voz que el 10 de noviembre se convertirá en un baremo para medir el rumbo -o la falta de él- emprendido por el “férreo presidencialismo”

“Si el 10 de noviembre Ciudadanos pierde votantes y no consigue superar al Partido Popular, Albert Rivera debe dimitir”, alega Juan Carlos Bermejo, uno de los dirigentes que en su momento denunció pucherazo en las primarias que lo enfrentaron a Ignacio Aguado en la Comunidad de Madrid.

“Esa misma noche, la del 10 de noviembre, si Albert Rivera fracasa, yo mismo me moveré por toda España para recabar un tercio de las firmas de los afiliados para convocar una Asamblea General y nombrar un nuevo Comité Ejecutivo”, avisa.