Sobre la bocina y tarde. Así es como Albert Rivera presentó su última y única propuesta a Pedro Sánchez para facilitar la investidura del socialista. Una abstención a cambio del Gobierno de Navarra, el 155 en Cataluña y una reforma de la política fiscal. Pacto que no llegó a consumarse por los amplios requisitos naranjas y por la falta de tiempo para entablar conversaciones que el propio líder naranja negó tiempo atrás.

Fuentes internas de Ciudadanos consultadas por ElPlural.com no dudan en hablar de “máxima preocupación”. Las voces discordantes han hecho mella en el partido, dejando muy mal parado a un Rivera que observa cómo su formación, fuera de lograr superar al PP y posicionarse como líder de la oposición -gran anhelo personal del dirigente-, marca una severa caída respecto a los comicios del 28 de abril.

A menos de dos meses de la repetición electoral, empiezan a escucharse tambores de guerra en Madrid. El municipalismo se encuentra sin referencias, ya que los bandazos ideológicos de su cúpula provocan el desasosiego de unos líderes cansados de la férrea estructura piramidal y marcadamente personalista. Tras Rivera, el reguero de víctimas que ha dejado la derechización del partido es palpable: Inés Arrimadas, Marcos de Quinto, Juan Carlos Girauta y un sinfín de guardaespaldas de la versión oficialista de una estructura rota y en la que los críticos empiezan a saborear las mieles de un hipotético fracaso electoral.

“¡Qué hostia nos vamos a pegar!”, repiten. Más allá de mártires y vencidos, las fuentes consultadas achacan la bajada demoscópica de la estructura a la pérdida de rumbo. Los adalides del espíritu de la Transición se han convertido en mamporreros en redes sociales que prefieren verter toda serie de falacias ad hominem que sentarse a la mesa de negociación. El ni de izquierdas ni de derechas ha dado paso a pactos sistemáticos con la viva imagen del antónimo de la regeneración -valgan como ejemplo Madrid, Castilla y León o Murcia-.

Por todo ello, internamente se muestran desconcertados y desencantados. Aunque avisan: la apuesta personal de Rivera y su pléyade puede hacer que el liderazgo actual se someta a una reválida que creían no tener que aprobar. El espíritu de Toni Roldán, Manuel Valls, Francisco de la Torre o Javier Nart, entre otros, empieza a encontrar seguidores entre aquellos que no han negado que la deriva adoptada por el partido traería problemas.

Atrincherados y a la espera de confirmación, la campaña llega y ya hay quienes hablan de un motín encabezado por Luis Garicano. La soledad del eurodiputado puede tornar en la respuesta de los silenciados.