Es un secreto a voces que existe una disyuntiva argumental en Ciudadanos. A toque de corneta todos los barones se ponen en fila y defienden a pies juntillas aquello que Rivera pone en la orden del día. Pero, desde fuera y sin levantar todavía mucho la voz, el runrún llega a Madrid y los críticos empiezan a levantar la cabeza pese a las amenazas continuas del oficialismo.

El debate está servido. Las vacaciones, fuera de amainar el temporal, han traído nuevos nubarrones. La derechización de la estructura, la virulenta negativa a pactar con Pedro Sánchez, el ofrecimiento de una alternativa al PP en plazas donde han monopolizado el poder de forma caciquil y bajo sombras de corrupción ininterrumpidamente… un sinfín de enraizadas porfías a las que ahora se suma Colón.

La manifestación de las tres derechas. El día D del antisanchismo. La consumación de un giro hacia el radicalismo de dos grupos que no supieron controlar a la extrema derecha, convirtiéndose en un mismo ente y perdiendo el relato del centrismo y la moderación que con tanto ímpetu engalanaron tiempo atrás. Imposible llamarse adalid de la Transición con Abascal del brazo.

El defenestrado Manuel Valls y el silenciado Luis Garicano renunciaron a posar en esa instantánea. Su predicción fue certera: los símbolos cuentan, y aquello era una metáfora perfecta de lo que sucedería tiempo después. A dos meses de unas nuevas elecciones son muchos los que recuperan aquel espíritu, denunciando el acercamiento hacia la extrema derecha que tanto ha quemado al propio Rivera y a su sector más cercano. Los tambores de réplica llegaron, inicialmente, desde Europa, mucho más concienciada en hacer un cordón sanitario tajante al populismo retrógrado. Ahora esta misma visión está instalada en Alcalá 253.

Rivera ha escuchado tarde a los contestatarios. Dando un volantazo inesperado a última hora, armó una serie de requisitos con los que tratar de luchar el centro del tablero al Partido Socialista. Mientras Sánchez rechaza el voto gratuito de independentistas y busca la aritmética bajo el eslogan de la altura de Estado, Ciudadanos ha perdido el rumbo. El relator les hizo perder el relato.

Hay que cambiar, pero sin que se note. Especialista en modular el discurso y cambiar del ‘no’ al abrazo en cuestión de segundos, la belicosidad de los últimos meses complica sobremanera acercarse al PSOE. ¿Colón fue el problema? ¿Se perdió el origen? “Donde está la libertad y no pregunto, voy. Lo que hay que preguntarse es por qué en esas fotos donde hay banderas de España el Partido Socialista se borra”, ha argumentado el líder naranja ante los micros de Herrera en COPE, defendiendo su presencia en aquella petición conjunta a elecciones.