La política es una actividad social que necesariamente implica la construcción de un diálogo entre posiciones distintas, con intereses contrarios, porque confluyen puntos de vista diferentes. Eso supone aceptar la visión de uno o de otro, incorporar ideas innovadoras y fomentar el trabajo en equipo. Todo ello debe servir para enriquecer moralmente a la sociedad

Todo lo contrario a lo que está ocurriendo en el Congreso de los Diputados, en donde las posturas cada vez son más enconadas por parte de la derecha. Sin visión pedagógica, porque lo importante es machacar al oponente. Todo lo contrario a una visión pedagógica que debería abochornar a sus señorías. Los ataques van subiendo de tono, aunque muchas veces parece imposible que vayan más lejos. En la sesión de control de este miércoles se oyeron lindezas como esta, “los indultos son la mayor traición al pueblo español que se recuerda”. El autor de tal proeza fue el diputado popular Luis Santamaría, que podría aprovechar sus ratos perdidos para repasar la historia de este país.

Cuca Gamarra, la portavoz del PP a la que se le han afilado los colmillos desde que dejó la alcaldía de Logroño, sostuvo que este Gobierno “está aliado con delincuentes” y, para mantenerse en el poder, “pisotea al Tribunal Supremo”. Con estas afirmaciones, la derecha una vez más hace un flaco favor a los jueces al exhibir una sintonía con ellos que merma la imagen de independencia del poder judicial. Sobre todo, cuando el PP tiene tantas causas pendientes de presunta corrupción.

Desde el banco azul del Gobierno, las respuestas fueron contundentes pero educadas. En resumen, y en palabras de la vicepresidenta Carmen Calvo, no venía a cuento contestar sobre algo que aún no se ha producido -los indultos- y, ya puestos, recordó que habían recibido una herencia desastrosa en Cataluña por parte del gobierno anterior de Mariano Rajoy Brey y que lo que el Gobierno pretende es resolver el desaguisado con dignidad y dentro de la Constitución.

No habría que descartar que lo que hicieron la derecha y la ultraderecha en ese debate parlamentario, fue ensayar los gritos y lemas que se lanzarán en la manifestación de este fin de semana en la madrileña plaza madrileña de Colón para protestar contra las más que posibles medidas de gracia. Pero esos chorreos dialécticos tan exacerbados no contribuyen a distender el clima político y mucho menos a favorecer el buen ambiente social.

“Escuche, sea educado”, tuvo que decirle la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, al campeón mundial de lanzamiento de huesos de aceituna y secretario general del PP, Teodoro García Egea. Es verdad que la técnica de la oposición adolece de la cortesía que debería reinar entre los representantes de los ciudadanos y dice muy poco de las buenas maneras que les tendrían que haber enseñado en su casa. En aquel momento, García Egea arremetía contra Díaz en relación a la derogación de la reforma laboral que implantó el PP. La ministra lo dejó bastante claro. “El gobierno hará lo que tenga que hacer”. Eso es lo que inquieta hasta el insulto a la derechona que no quiere contener la lengua con los ojos puestos en la Moncloa. Por el camino, en su ánimo de generar discordia, ignoran el respeto debido a los ciudadanos y eso no es tolerable.