Cuando se repasa la carrera de Burr Steers, el balance es bastante poco meritorio, si bien, sí lo suficientemente elocuente para entender algunas de las razones por las que su nueva película, Orgullo+Prejuicio+Zombies, no termina de funcionar. Dejando de lado que la preproducción pasó por varias fases y que hubo varias reescrituras del guion a partir de la novela de Seth Grahme-Smith, Steers no era el mejor director para poner en marcha un proyecto que ya resulta complicado en tanto a que su condición de mashup impone una combinación de elementos en apariencia en extremo contrapuestos. Steers debutó en 2002 con La gran caída de Igby y, tras años trabajando en televisión, regresó con dos comedias al servicio de Zac Efron, 17 otra vez y Siempre a mi lado. Un bagaje bastante pobre –en todos los sentidos- para un director que tiene que afrontar la escritura y la dirección de una película como Orgullo+Prejuicio+Zombies un mashup que exigía mucho más nervio e imaginación tras la dirección.

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Steers, al parecer, escribió el mismo sin atender a los anteriores tratamientos, partiendo de cero, lo cual no deja de ser llamativo dado el sentido deslavazado y caótico a la hora de hilvanar todos los elementos presentes en la narración. La sensación es de una combinación de diferentes ideas. O que Steers realmente no ha sido capaz de conjugar convenientemente las ideas y que, después, en montaje, apenas se ha conseguido equilibrar el tono de la propuesta. No obstante, retomando el trabajo anterior de Steers, Orgullo+Prejuicio+Zombies funciona mejor cuando se centra en el triángulo entre Elizabeth Bennett (Lily James), Darcy (Sam Riley) y Jack Huston (Wickham), es decir, en la parte heredada de Jane Austen más que en lo referente a los zombis, la acción y las luchas, si bien, en un primer momento, es capaz de elaborar varias secuencias con cierta fuerza, sobre todo al imprimirlas un cierto sentido irónico que, después, poco a poco va perdiéndose para envolver a la película de una ligera seriedad y trascendencia que no ayuda en nada a mantener un tono coherente en el conjunto, con un desequilibrio que va de más a menos hasta una resolución, diríamos, que incluso monótona. Es decir, la comedia de terror romántica acaba derivando en una película de acción en las que Steers no es capaz de ir más allá, en cuanto a su puesta en escena, de los imperativos de producción, en general impecables como buena producción británica.

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Si ya de partida parece complicado para el posible espectador el poder tomarse en serio una propuesta que combine tantos elementos y tan dispares en su narración, lo peor que le podía pasar a Orgullo+Prejuicio+Zombies es que encima su director y guionista se alejara de su carácter lúdico para tomarse demasiado en serio, como sucede en todo el tramo final. Hasta entonces, estamos ante una película disfrutable, moderadamente, que presenta, además, un inteligente uso –al parecer no presente en la novela- de algunas ideas de Austen adaptadas al terreno del zombi, especialmente todo lo relacionado con la lucha de clases que, más allá de la que mantienen Liz y Darcy, ya presentes en Orgullo y prejuicio, se extrapola al enfrentamiento entre seres humanos y zombis. La idea no va más allá, pero sin duda alguna aporta a la película de un cariz interesante, sobre todo porque viene dada desde la narración de una manera natural y acaba hablando, quizá casi sin quererlo, de ciertas construcciones sociales heredadas del pasado y más presentes en la actualidad, aunque con otras formas, de lo que parece.