Medalla regresan con Música Máquina, un quinto álbum que suena como una declaración de principios. El cuarteto barcelonés abraza definitivamente su etapa metalera con un trabajo contundente, político y visualmente poderoso, donde confluyen el espíritu del punk, la épica de los ochenta y un imaginario medieval que sirve de metáfora para el presente. Producido por Sergio Pérez (SVPER) y con arte de Tumulus Design, el disco refuerza su vínculo con la independencia a través de su propio sello, Estudio Mazmorra. En esta conversación, la banda habla sobre la rabia generacional, la necesidad de compromiso político y la decisión de seguir haciendo las cosas a su manera.

P: Decís que Música Máquina se siente casi como un debut. ¿Qué hay de nuevo en este quinto disco que los hace sentir así?

R: Hacer este disco ha sido muy catártico porque en cierta manera nos hemos liberado de la presión de lo qué debe o no debe ser un disco de Medalla. Lo sentimos como un debut en el sentido de que nos hemos tomado todo el proceso creativo como una vuelta a empezar de cero en cierta manera. A aplicar lo que hemos aprendido en estos 8 años pero con un nuevo sonido y una nueva imagen mucho más contundente, o agresiva incluso. Música Máquina siento que va a marcar un antes y un después en nuestra discografía y en nuestra forma de hacer canciones y discos.

P: ¿Qué os ha llevado a apostar por el heavy metal y en qué momento del proceso tuvieron claro que este álbum debía ser su “era metalera”?

R: Es algo que siempre ha estado latente en Medalla, era cuestión de tiempo que decidiéramos abrazarlo de una forma más directa. Quien nos haya seguido durante este tiempo no le pillará de sorpresa. Aunque de primeras pueda descolocar que hayamos hecho un disco así creo que conforme se vaya escuchando más la gente verá que tampoco hemos hecho un disco de metal al uso, hemos puesto nuestro sello personal con todas las influencias que siempre hemos tenido pero esta vez una ha ganado más protagonismo que el resto. Hay metal, pero también hay punk o psicodelia.

P: ¿Qué papel ha jugado la producción de Sergio Pérez (SVPER) en esa intensidad sonora?

R: Sergio Pérez ha sido nuestro productor desde el principio y nuestros discos no sonarían igual sin su presencia. Cuando le planteamos hacer este disco en seguida empezó a visualizar cómo tenía que hacerlo sonar y en ese sentido la confianza ha sido ciega. A nivel de producción de composición el disco estaba 100% cerrado pero él se ha involucrado en hacerlo sonar como una bola de demolición.

P: ¿Creen que el metal necesita una relectura política desde la izquierda, como se ha hecho con otros géneros? ¿O es simplemente una cuestión de energía, más allá de ideologías?

R: No creo que sea una cosa únicamente del metal. Creo que la música en general necesita más compromiso político, ser más congruente con tus valores y no venderte al mejor postor. Es difícil porque el mercado te empuja a ello y la realidad es que ser artista es muy complicado económicamente y la inestabilidad es una constante. Para nosotros está intrínseco en nuestra forma de vivir la música y yo al menos vivo con preocupación como se banalizan ciertos discursos de derechas.

P: Frases como “Hemos normalizado estar esclavizados” o “Cada vez son más las razones para desertar” retratan un malestar generacional muy reconocible. ¿Qué los empujó a escribir desde esa rabia?

R: Creo que esas reflexiones parten de un plano personal. Hablo de cómo la política o la situación social me afectan a título individual. Para mí es la forma de hacer más participe a la gente y que las canciones no se conviertan en un panfleto amarillista. Estamos viviendo como el mundo se va a la mierda lentamente, como un tren descarrilando a cámara lenta. Para mí es imposible no estar cabreado.

P: En Sacrilegio lanzan un lema muy claro: “Contra el fascismo, satanismo”. ¿Cómo nace esa provocación?

R: Vivimos en un mundo donde se está banalizando y poniendo al mismo nivel los discursos de odio que las políticas sociales. Para mí en una democracia no tienen cabida ese tipo de mensajes. Lo del satanismo es una suerte de broma retorcida, es una forma de decir: "si por las buenas no podemos con esta gente vamos a hacerlo por las malas, recurriendo al diablo". Satanás es una figura controvertida en la historia de la humanidad y en cierta manera siempre me ha parecido fascinante, un ídolo de la contracultura.

P: La estética medieval y el imaginario apocalíptico aparecen de nuevo en el disco. ¿Es una metáfora del regreso a una nueva Edad Media —social, política y emocional— en la que estamos viviendo?

R: Sí, de hecho utilizamos el medievo como un imaginario y un vehículo de expresión para hablar del mundo actual. La Edad Media tiene muchas sombras. Se nos hace creer que en la Era Moderna todos somos muy avanzados pero ciertamente no hay más que abrir cualquier medio de comunicación para ver que hoy en día se siguen cometiendo actos atroces constantemente, yo no veo tanta diferencia entre un mundo medieval y uno moderno.

P: ¿Cuáles fueron las referencias musicales o visuales más presentes durante la creación del álbum?

R: La verdad es que tiramos de clásicos, no te voy a engañar: El primer disco de Metallica, todos los discos de la década de los 80 de Judas Priest, el Volumen Brutal de Barón Rojo y el primer disco de La Polla Records. A nivel visual las películas de fantasía medieval siempre están ahí, como Conan El Bárbaro, Excalibur o la película de animación Heavy Metal.

P: ¿Qué significa que el arte del disco sea tan potente visualmente y esté firmado por Tumulus Design?

R: Con Tumulus Design hemos hecho un tándem. Él ha hecho de director artístico y creativo de todo el proyecto y ha sido como sumar un miembro más en la banda. Hacer un disco es un proceso muy comunitario y es muy bonito poder trabajar con artistas que se implican tanto en el proyecto.

P: Música Máquina vuelve a ser un trabajo autoeditado bajo su propio sello, Estudio Mazmorra. ¿Cómo se vive en este tipo de sistema y que hay detrás de esa decisión de seguir siendo independientes incluso después de cinco discos?

R: Para nosotros trabajar desde la independencia es una garantía. Una garantía de que las cosas van a salir tal y como queremos, de que nadie va a decidir por nosotros si una canción entra o no en un disco, o si es mala idea vender el vinilo dos meses antes de que salga en plataformas digitales. Es un camino duro y lleva mucho trabajo, pero a nosotros nos compensa. Ahora mismo no nos vemos haciéndolo de otra forma.

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