Para Julio Cortázar hacer literatura sería su forma de acceder a la ficción como fuente de verdad. “Siempre he pensado que lo fantástico no aparece de una forma áspera y directa, ni es cortante, sino que más bien se presenta de una manera que podríamos llamar intersticial, que se desliza entre dos momentos o dos actos en el mecanismo binario típico de la razón humana a fin de permitirnos vislumbrar la posibilidad de una tercera frontera, de un tercer ojo, como tan significativamente aparece en ciertos textos orientales”.

De lo mucho que habita más allá del pensamiento binario trata la literatura de Enrique Vila-Matas, como bien lo dibuja la periodista Anna María Iglesia en su nuevo libro Ese famoso abismo. Conversaciones con Enrique Vila-Matas (WunderKammer, 2020). Leer al autor de El mal de Montano es una experiencia  “abre caminos”; quien se deje llevar por su universo comprenderá por qué la literatura es una saludable bofetada que nos enseña a desconfiar del valor absoluto de la realidad. Cuenta Anna María Iglesia en el prólogo, titulado “La conversación infinita“, su relación con los libros. De ser una pésima lectora, “alrededor del cambio de milenio“, pasó a leer muchos libros “sin coherencia alguna“. Dice la autora que  “Fue así como llegó a mí Historia abreviada de la literatura portátil, de Enrique Vila-Matas. Me lo regaló la profesora de literatura, Paula Massot. Me dijo que a Enrique le gustaba que los jóvenes se interesaran por la literatura. «Para Anna María, este regalo portátil», dictaba la dedicatoria“. En las siguientes líneas la periodista narra su relación con un libro que durante mucho tiempo permaneció en su mesilla de noche como si de un extraño manual de instrucciones se tratara. Manual, no al uso, claro, para transitar la realidad siempre teniendo como espejo retrovisor la literatura.

Es una obra que contiene tantos viajes que el lector se sentirá un paseante

Ese falso abismo... es una entrevista con Vila-Matas acerca de temas como por qué escribir, los lugares de la escritura, el arte de desaparecer o la poética del fracaso. Sin embargo, es una obra que contiene tantos viajes que el lector se sentirá un paseante como, en su momento, lo fue la propia Anna María cuando recorría las calles de Barcelona llevando en mente la ficción de Vila-Matas. La mirada, el oído, la otra conversación; unos pasos tras un mapa que dibuja continuamente nuevas realidades. Dividido en ocho partes, el libro me llega como un movimiento, como un andar tras de algo siempre inconcluso. Es de celebrar que un libro de entrevistas, a través de nombres, espacios y citas, nos abra los límites del entendimiento cotidiano. Anna María Iglesia juega a extender los hilos de las palabras, pregunta y nos invita a interrogarnos. Cuenta su relación con la obra del autor de Bartleby y compañía y nos activa la memoria, revitaliza nuestra biblioteca, abre la puerta e invita a caminar junto a ella (la lectora, la periodista) y su amigo escritor. La obra vilamatiana es literatura sin excusas; afortunadamente este escritor no se dedica a contar historias que convaliden la realidad. Pero también es literatura su palabra (“Repetición y diferencia“, página 133): “Que no haya libros completos es una consecuencia de que todas la novelas sean imperfectas. Pero creo que, si diéramos con una novela completa, es decir, perfecta, sería muy tediosa. ¿No decía Voltaire que el secreto de aburrir es contarlo todo?“ Es posible que esa sea la causa por la que los libros de Vila-Matas trastocan nuestra noción del mundo exterior. No pretenden contarlo todo, ni siquiera una parte de la coherencia que dirige la mirada mayoritaria. En el prólogo de Ese famoso abismo... Anna Maria Iglesia expone con brillo lo que no es Vila-Matas: “La realidad no imita la literatura, sino que en Vila-Matas sólo hay literatura. La realidad es aquello que asumimos como real, aquello que nos contamos, aquello que construimos a partir de relatos cuyo origen ha dejado de importar, porque, en verdad, no existe, no hay ni un inicio ni un afuera. No se trata de intentar asemejar la realidad a la literatura, sino de comprender que eso a lo que llamamos realidad no existe, es en gran medida una ficción -una construcción, un relato, un texto- de por sí“.

"Hay libros que anestesian"

Caminar, observar, ver los agujeros del relato social, el guión hererado. El falso entramado. Llevar en la mano un libro y sospechar que en su interior hay más verdad que la que se promociona afuera. Pero no cualquier libro, no, “el libro -como me dijera un señor hace algún tiempo- no necesaramente es un artefacto que despierte, también hay libros que anestesian“. Algo de eso responde Vila-Matas a Iglesia en la página 133, a propósito del comentario sobre Voltaire: “Para mí a esas novelas comerciales que lo cuentan todo les falta precisamente todo. No hay nada ahí, y siempre que he intentado leerlas me he aburrido de un modo infinito, igual que si me hubiera encontrado con una novela perfecta...“

Detenerse, ser uno en medio del ruido. Narrar todo lo no importante; clasificar las cosas que ya nadie busca; hallar los micro espacios que no aparecen en las noticias. Dice Vila-Matas en “El arte de desaparecer“ (página 108) que “Por paradójico que parezca, yo a veces veo detrás de ese deseo de no ser nadie la pulsión de volver a empezar“. Y en esa afirmación (o duda), como en tantas otras del libro, hay una invocación a regresar al camino dejado atrás justo en el punto de encuentro con otras posiblidades. ¿La infancia? ¿La imaginación? ¿El acceso que no vimos?