Una de las miles de viñetas de Máximo San Juan decía: “Soy libre. Soy independiente. Estoy más solo que la una”. Buena síntesis de la carrera de este humorista discreto y filosófico. El libro colectivo Máximo. Trazos de una trayectoria, repasa con detalle su vida profesional.


Máximo San Juan Juan (nacido en Burgos en 1933 y fallecido en Madrid el pasado mes de diciembre), no solo tuvo un estilo muy personal como dibujante. También en lo ideológico, en su carrera hizo alarde de un pensamiento propio, blindado a concesiones políticas y editoriales, y así se ha encumbrado como uno de nuestros mayores humoristas gráficos. Se inició como locutor de radio, pero pronto, se armó de lápices para poner en entredicho la realidad con viñetas conceptuales, de trazo escueto y comprometidas social y políticamente, y desarrolló una carrera de cinco décadas con la que se puede seguir la historia reciente de España. Comenzó, sucesivamente, en las cabeceras franquistas Juventud y Arriba, antes de pasar a Pueblo y a la mítica y surrealista revista La Codorniz. A esta llegó, “según algún comentarista, recomendado por Rafael Azcona”, afirma el editor y crítico de cómics Luis Conde en el libro colectivo Máximo. Trazos de una trayectoria, que editan el Instituto Quevedo del Humor de la Fundación General de la Universidad de Alcalá y el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación.


maximo2


Y es que el también humorista gráfico José Orcajo, otra de las firmas de la obra, nos revela que, antes de criticar en sus viñetas, de manera velada, al franquismo, había colaborado con el régimen. “No está de más recordar su participación en publicaciones falangistas de los años cincuenta y sesenta, y su destacada participación como cartelista en la campaña ‘XXV años de Paz’, promovida para ensalzar el régimen franquista por el entonces ministro de Información y Turismo, Manuel Fraga”, recuerda Orcajo. Sin embargo, muy pronto Máximo se arriesgó a condenar, y con dureza, ese sistema autoritario, sorteando, con sus metafóricas viñetas, la censura. El ex Director General del Libro Francisco Javier Bobillo, ilustra tal labor, en el título que tenemos entre manos, con una ristra de ejemplos de dibujos, como uno en el que “un hombre común, bien trajeado, arroja migas de pan a los pájaros. En el texto, les dirige un largo discurso moral. ¿A los pájaros? No, era una crítica del pensamiento conservador”. En el mismo sentido, el periodista y crítico de arte Josep María Cadena Catalán, que dedica su aportación a Máximo. Trazos de una trayectoria a las colaboraciones del viñetista con la prensa catalana, indica que, a su juicio, “consiguió burlar la censura de la dictadura –que a partir de la ley de Prensa e Imprenta de 1966 pasó a ser autocensura- por medio de una cualidad casi tan abrumadoramente presente en su obra como ausente en el régimen franquista: la inteligencia. Denunciaba injusticias y arbitrariedades, pero era suficientemente prudente -¡qué remedio!- como para no mencionar nombres y hechos concretos. (…) El humor era su arma de combate”.


Ya en 1976, Máximo pasó a formar parte del equipo fundador de El País, en cuyas páginas firmó a diario hasta 2007, cuando se mudó a Abc. Allí alcanzó la fama con su ironía e imágenes icónicas, como los dioses que pintaba, el “Diario Regio” y las mujeres desnudas en verano. Estas últimas, nos cuenta la profesora Natalia Meléndez, no eran del agrado del periódico, y le supuso a Máximo algún desencuentro con sus directivos. “A pesar de sus continuas disensiones con la línea editorial de El País –especialmente agudas en lo referente al ingreso de España en la OTAN-, la percepción que Máximo nos trasladaba era de respeto por sus posturas. Así pues, sus divergencias fueron largo tiempo ‘consentidas’, bajo nuestro punto de vista, porque contribuían a mejorar la imagen plural del periódico”, escribe Meléndez en Máximo. Trazos de una trayectoria.


maximo


¿Por qué se produjo el transfugismo de Máximo a Abc?


José Orcajo revela que El País le había ofrecido “suprimir la viñeta que a blanco y negro publicaba diariamente en plena página editorial, a cambio de una a color y en gran tamaño que se ubicaría en el suplemento dominical El País Semanal, sin que ello le supusiese al dibujante la merma alguna en la remuneración que hasta el momento venía recibiendo. Pero Máximo, que entiende la envenenada permuta como un pase a la segunda línea de combate, por no decir a la retaguardia, no acepta la propuesta”. Natalia Meléndez, lamenta que “muy pocas líneas dedicó El País a este tema, y menos aún de merecido agradecimiento a una de las figuras más importantes del humor gráfico español, con el que habían tenido el honor de contar entre sus páginas desde el nacimiento del diario”. En relación con la labor de Máximo ya en Abc, Orcajo observa que “la mayor diferencia temática con respecto a lo que había publicado durante sus muchos años de estancia en El País, la encontramos en haber dejado de incluir en Abc viñetas referente a la monarquía, pues, como él mismo reconoce, consideró que no era lógico tratar estos asuntos en un medio claramente definido en favor de la Corona”.


El libro Máximo. Trazos de una trayectoria, se gestó a raíz de la concesión a Máximo de la séptima edición del Premio Iberoamericano de Humor Gráfico Quevedos en 2010, un galardón que convocan el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte y, el Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación a través de la AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo).


Se puede conseguir en la tienda online del Instituto Quevedo del Humor por 10 €: www.iqh.es/tienda