El escritor Jorge Molinero Huguet, autor de 'La enfermera en el desierto', regresa con 'Nómadas' (Trampa Ediciones, 2022), una novela sobre “la amistad extrema”, como la define el autor, entre jóvenes refugiados. En esta obra, el escritor canario radicado en Barcelona, nos muestra la belleza que late en medio del drama.

Cubierta. Nómadas, de Jorge Molinero Huguet.

Pregunta: ¿Quiénes son los Nómadas de tu historia?
Respuesta: Los nómadas de esta novela son chicos africanos que, aunque han llegado a España de maneras muy diversas, todos ellos comparten un rasgo común: deben salir adelante sin la compañía de sus familias. Es decir, adolescentes que durante esa etapa tan crucial para la vida de cualquier persona se ven inmersos en una situación de desamparo absoluto. ¿De verdad alguien es capaz de imaginar cómo hubiera sido su propia adolescencia sin el abrigo y la protección de su familia?

P: Tu novela cuenta un drama cargado de mucha belleza; incluso, se podría decir que se trata de una obra llena de vivencias hermosas. ¿Para ti la belleza era determinante a la hora de contar esta historia?
R: Bueno, agradezco mucho el comentario. Imagino que cualquier novela, o cualquier obra literaria, siempre trata de hallar y esculpir la belleza que reside en la historia que se pretende narrar. Porque la belleza está siempre ahí, escondida en algún lugar a la espera de que alguien la encuentre, sin que importe demasiado el lugar o las circunstancias específicas del momento.

Efectivamente, la historia de los protagonistas de esta novela pude catalogarse como un drama, sobre todo desde los ojos de un lector europeo. No obstante, no deja de ser la vida de unos chicos que han logrado su sueño -llegar a Europa- y que comparten toda una colección de anhelos para su porvenir. ¿Acaso puede haber algo más hermoso que las ensoñaciones de un adolescente? También es una historia de amistad profunda, pues se trata de unos chicos que se encuentran desamparados frente a un mundo desconocido y hostil, sin la protección de sus familias y, por lo tanto, solo se tienen a ellos mismos. Se podría decir que es una historia de amistad extrema.     

P:  Son pocas las historias de refugiados que se cuentan desde la experiencia de los jóvenes. ¿Qué te motivó a contar tu novela desde esta perspectiva?
R: Convivo con un hijo de acogida que es un refugiado saharaui. Y aunque mi hijo es un privilegiado, en el sentido de haber podido crecer en un entorno familiar estable, la mayoría de sus amigos son migrantes que llegaron a España de manera irregular, al margen del sistema legal, es decir, lo que habitualmente se denomina como “menas”. Esta circunstancia me permitió conocer sus historias, pues son chicos que venían por casa y que me contaban una serie de vivencias que a mí me parecían no solo extremas, sino inhumanas. Sin embargo. ellos las relataban con una normalidad monstruosa, casi perversa.

"Yo me indignaba, mientras que ellos simplemente trataban de pasar página y tirar hacia adelante"

Precisamente, lo que me motivo a escribir la novela fue la constatación de esa enorme distancia que separaba mi indignación por la situación frente a la aparente normalidad con la que aquellos chicos explicaban su realidad. Creo que fue entonces cuando comprendí que en realidad yo me indignaba porque no se trataba de mi vida, mientras que ellos simplemente trataban de pasar página y tirar hacia adelante, puesto que estaban empeñados en vivir la suya de la mejor manera posible, y recrearse en el drama no le aportaba nada útil. 

"El proceso de creación de ficciones es el mejor método que conocen para tratar de entender eso que llamamos realidad"

P: ¿De qué manera la ficción alimenta tu experiencia como viajero a la hora de escribir tu observación sobre países en crisis?
R: Cuanto más viejo me hago más profunda es la convicción de que todo es ficción. Salvo las constantes físicas universales, todo lo demás es interpretable en mayor o menor medida y, por lo tanto, perteneciente al mundo fantástico. He hablado y leído a otros escritores que afirman que el proceso de creación de ficciones es el mejor método que conocen para tratar de entender eso que llamamos realidad y que, en el fondo, no existe. Tal vez sea así, quien sabe. Volviendo a la pregunta original, me parece evidente que la mirada construye el paisaje y, por tanto, el paisaje que parece una realidad objetiva también es ficción. Nunca dos personas ven el mismo paisaje.  

"Estos jóvenes migrantes y refugiados deben enfrentarse a los prejuicios y a un sinfín de trabas (no solo administrativas, sino fundamentalmente sociales), a cada instante"

P: ¿Cuáles son los principales problemas que siguen atravesando los jóvenes refugiados en Europa?
R: No soy un experto en los procesos migratorios, ni tampoco en asistencia social. Por tanto, no sabría decir cuáles son los principales problemas de estos jóvenes. Sí que puedo responder acerca del asunto que llamó mi atención a la hora de enfrentar esta novela, que no es otro que el microracismo cotidiano que ha permeado por todos los intersticios de la sociedad. Estos jóvenes migrantes y refugiados deben enfrentarse a los prejuicios y a un sinfín de trabas (no solo administrativas, sino fundamentalmente sociales), a cada instante. Para ellos, cualquier cosa, incluso la más insignificante, es mucho más difícil que para los demás. Me parece que debe ser agotador y tremendamente frustrante vivir en esas condiciones. Yo vivo en Barcelona y veo cada día a chicos jóvenes negros que pasean con un carro de supermercado y recogen objetos de los contenedores de basura o de los escombros de las obras. Nunca me acercado a uno de ellos para preguntarle cómo está y si acaso puedo ayudarle en algo. Ni siquiera se me ha pasado por la cabeza la posibilidad de hacerlo.   

P: En materia de comprensión hacia los otros, ¿en realidad estamos dando pasos atrás como parece?
R: No estoy seguro. Normalmente no soy muy amigo de las teorías catastrofistas y de los mensajes de que cada vez todo está peor. Precisamente es ese un mensaje muy utilizado por la ultraderecha y todos aquellos que alimentan el odio hacia estos jóvenes migrantes.

En nuestro entorno existe mucha solidaridad, y en general creo que estamos rodeamos por gente buena, que siempre que puede ayudar al prójimo. De verdad lo creo. Pero, de nuevo vuelvo la mirada hacia el microracismo, algo que está instalado en la sociedad sin que necesariamente seamos del todo conscientes. Un racista consciente es un desalmado, un bárbaro, y afortunadamente constituyen una minoría. Lo complicado es lo otro, lo sistémico, el racismo institucional y social ejercido por todos nosotros de manera inconsciente. 

P: ¿Cómo escritor seguirás por esta línea temática?
R: La verdad es que no lo sé. Ahora mismo ando enfrascado en otros asuntos literarios, pero no cabe duda de que es un tema que me interesa. Ya se verá.