El escritor y periodista azteca Ricardo López Si publica en España “El viaje romántico” (Editorial UOC, 2021), obra pensada más allá de las etiquetas. En esta conversación comparte sus preferencias por el viaje presencial y el periodismo narrativo. Ojalá sirva este diálogo, como su libro mismo, para que nos entren ganas de trascender el mundo virtual.

Edgar Borges: - ¿Cómo ves desde México el mundo editorial español?
Ricardo López Si: - Tiranizado por los sellos trasnacionales, como en buena parte del mapa. Aunque debo decir que el camino labrado por la resistencia es mucho más tangible del otro lado del Atlántico. Libros del KO publica cosas realmente interesantes, consagradas a la crónica periodística. Y luego, dentro del mundo de los viajes hay casos excepcionales como Interfolio Libros, Ediciones Menguantes o la colección Cuadernos Livingstone de Editorial UOC, haciendo cosas que atentan contra las reglas de la industria. España podrá tener un montón de problemas, agendas, libros por encargo, élites culturales que controlan todo y demás, pero existe una tradición sostenida de viajar para contarlo. México, por el contrario, es un país que tiende mucho a la insularidad.

E.B: - “El viaje romántico” no es un libro de viajes al uso, ¿por qué?
R.L.S: - Hay reverberaciones de libros como Danubio, de Claudio Magris, que podrían insinuar que busco adscribirme a una cultura más formal del ensayo viajero, pero siempre escribo tratando de alejarme a toda costa de las etiquetas. El apellido de escritor de viaje no me sienta del todo bien, guarda siempre una ligera sospecha. La expedición a Egipto siguiendo los pasos de Napoleón o el homenaje a Borges en su tumba obedecen más a mi fiebre como escritor y viajero que a un intento por posarme en una tradición narrativa concreta. Stendhal escribió sobre Napoleón habiendo sido subteniente de dragones del ejército napoleónico, por ejemplo. Más que buscar imponer narrativas dogmáticas e inflexibles, me interesa recuperar esa mística para perpetuar historias.

"No concibo el viaje sin escritura ni la escritura sin la posibilidad de desplazamiento"

Entrevista con el escritor mexicano Ricardo López Si, que acaba de publicar 'El viaje romántico'

E.B: - ¿Qué fuiste primero, viajero o escritor?
R.L.S: - Diría que me formé en paralelo como viajero y escritor, por eso hay una marcada intención de reivindicar el viaje a través de la literatura. No concibo el viaje sin escritura ni la escritura sin la posibilidad de desplazamiento. Es curioso porque no encarné al típico lector ni al viajero precoz. Llegué tarde en ambos casos, con otro tipo de conciencia, intereses y motivaciones. Eso sin duda ha influido en mi manera de concebir la escritura desde el terreno, para bien y para mal.

E.B: - En las crónicas de tu libro integras experiencias cotidianas con encuentros artísticos. ¿Nos podrías contar un poco de ambos casos?
R.L.S: - El romanticismo al que apela al libro no es impostado, sino todo lo contrario. La mirada se erige como la amalgama de todo. Si es una escultura, una acuarela o el estímulo transcontinental de una ciudad legendaria lo que me moviliza, no me detengo a pensar en ello; lo que me interesa es lo que detona esa búsqueda. Dentro de las cosas que me conmueven como viajero se pueden distinguir hallazgos evidentes, como puede ser una puesta de sol, y otros que se desprenden de mi formación sentimental e intelectual, como el hecho de postrarme ante la estatua del rey espartano Leónidas, aunque al final terminen irremediablemente entrelazados.

E.B: - En la historia de la literatura han sido muchos los escritores viajeros. ¿Tienes tus preferidos?
R.L.S: - Me interesan los motores de todas las tradiciones literarias implicadas con el viaje, desde la huida impulsada por el desencanto, como con la generación beat, hasta la épica de los conquistadores y los exploradores antiguos. Ahora, si hablamos de una tradición tangible de viajeros a los que se puede acudir —que no palpar—, tendríamos que referir a los británicos del siglo XX: Patrick Leigh Fermor, Jan Morris y Bruce Chatwin. Yo me siento muy identificado con Jacinto Antón, de quien adopté el lema de mirar el mundo con ojos románticos, y con Hervé Joncour, aquel entrañable comerciante de seda que idealizó Alessandro Baricco.

E.B: - Con los avances de ciertas corporaciones tecnológicas, algunos empresarios apuestan más por el viaje virtual que por la experiencia presencial. ¿Cuál es tu posición ante ese mundo que nos pretenden vender?
R.L.S: - Es imposible conmoverse con la confluencia entre dos ríos sin haberse impuesto a una caminata extenuante colina arriba. Y no hablo de destreza física, que es probablemente la que menos me interesa como viajero, sino de los resortes que te permiten coleccionar pequeñas conquistas. Apsley Cherry-Garrard, superviviente de la legendaria expedición polar Terra Nova, decía que la exploración es la expresión física de la pasión intelectual.

E.B: - Literatura y periodismo, ¿formas contrarias o técnicas paralelas?
R.L.S: - Bien sea por ignorancia o por audacia, he vivido transgrediendo las fronteras entre ambos sin temor a represalias. El periodismo que me interesa es eminentemente narrativo, por lo que sería una torpeza mirar con suspicacia los recursos que suele incorporar la ficción. Además de la herencia ineludible de todos esos animales mitológicos del periodismo literario como Roldofo Walsh, Truman Capote o Norman Mailer, o bien de voces contemporáneas como Enric González, Leila Guerriero o Martín Caparrós, hay dos escritores, curiosamente ambos franceses, que han propuesto nuevos caminos sobre el cómo pueden o no conversar la literatura y el periodismo: Emmanuel Carrère y Frédéric Beigbeder. Si me viera obligado a defender una tradición literaria en una sola dirección, seguramente me iría por ese camino, aunque probablemente mañana te diga otra cosa.