Carmen Posadas (Montevideo, 1953), reconocida autora de novelas, ensayos y literatura infantil, regresa con una historia cautivadora: 'El misterioso caso del impostor del Titanic' (Espasa Calpe), donde aborda uno de los episodios más icónicos del siglo XX desde una perspectiva novedosa, centrándose en las vidas de los supervivientes del naufragio y en los secretos que emergieron tras la tragedia. "El reto de este libro era contar una historia que se ha contado 300 millones de veces, pero desde un enfoque nuevo", nos cuenta en una entrevista a ElPlural, en la que nos habla también de la época en la que formó parte de la llamada 'beautiful people', tras su matrimonio con el entonces gobernador del Banco de España, Mariano Rubio. "Fue un poco frustrante que se asociara mi éxito en la literatura con mi matrimonio", nos confiesa. También ha recordado cómo el 23F cambió la perspectiva con la que se veía al rey Juan Carlos I, pasando de ser el "ungido de Franco" a "intocable". Con relación a la monarquía asegura tajante: "Soy sudaca, o sea, difícilmente puedo ser monárquica"
La intervención de Marchena y el nieto de Carmen
Fue precisamente el juez Manuel Marchena quien le contó en una cena la anécdota que sirvió de punto de partida para su novela, la premonición que tuvo la madre de Víctor Peñasco, uno de los españoles fallecidos en el Titanic, de que su hijo 'Victorito' moriría ahogado. Nunca se recuperó su cuerpo. Las familias ricas solucionaron este problema comprando un cadáver, nos explica Carmen, para poder dar a su pariente oficialmente por muerto, evitando de esta manera 20 años de espera. Esta historia, junto con las investigaciones que realizó su nieto Jaime, de 17 años, quien es "un crack en internet", ayudaron a dar forma a una trama de ficción, en la que años después del naufragio, una de las viudas recibe la visita de un hombre que asegura ser su esposo.
Además, integra en la novela a un personaje histórico, Emilia Pardo Bazán, por quien siente una profunda admiración. La gallega fue una de las primeras mujeres en adentrarse en la novela negra con 'La gota de sangre', con la que quería mejorar al mismísimo Sherlock Holmes a través de su protagonista, el detective Ignacio Silva. Ambos se dedicarán a investigar si el hombre que dice ser Víctor Peñasco es un farsante o no, todo ello desde la perspectiva del trauma y las teorías freudianas, tan de moda en aquella época.
"Era una mujer contradictoria, católica y liberal, con una personalidad absolutamente brillante. Durante la pandemia volví a leerla y confirmo que es un genio a la altura de Galdós", nos cuenta Posadas sobre la gran Pardo Bazán, una mujer adelantada a su época, que se rebeló contra el destino que esperaba a una joven aristócrata como ella.
La conversación con Carmen Posadas también revela su interés por temas como el feminismo, el desarraigo y las dinámicas de poder, explorados con un toque de humor que considera indispensable en su narrativa. "La mejor manera de hablar de las cosas serias es hacerlo en broma", nos confiesa cuando le comentamos la ironía y buen humor que exhibe en la biografía larga de su página web en la que dice cosas como que cuando nació era "tan gorda y tan peluda, que la llamaban la madre abadesa".
Entrevista completa a Carmen Posadas: "El hundimiento del Titanic marcó el fin de una época"
PREGUNTA.- ¿De dónde te viene la pasión por el Titanic?
RESPUESTA.- No conozco una sola persona que no tenga fascinación por el Titanic, incluidos niños muy pequeños. La gente piensa que la obsesión por el Titanic empieza con la película, pero es muy anterior. Cuando era pequeña, en el colegio de Inglaterra, cantábamos canciones sobre el hundimiento. Muchos sociólogos coinciden en que es un cambio de época, el fin de lo que habían sido las clases sociales hasta ese momento, completamente estratificadas, sin mezclarse. Esta tragedia afectó sobre todo a las personas que viajaban en segunda clase y tercera, mientras que los ricos se salvaron casi todos, pudiendo subirse en su mayoría a los botes salvavidas. Una situación afrentosa. Dos años más tarde, llega la Segunda Guerra Mundial y ahí es cuando las clases sociales se mezclan, en las trincheras. Se produjo entonces un cambio social enorme, que pasa también por la incorporación de la mujer al trabajo, después de la muerte de millones y millones de hombres en el frente.
La historia comienza cuando a la viuda de uno de estos señores que han desaparecido y que sabe perfectamente que el cadáver que está enterrado en el cementerio de Halifax, en Canadá, no es su marido, le aparece una persona que dice ser su marido
P.- ¿Qué aporta a esta historia tan conocida tu novela?
R.- Ha habido infinidad de novelas sobre el Titanic y yo no quería volver a contar la historia que ya se ha contado. Me interesaba mucho más saber qué había sido de los supervivientes. En el barco iban 10 españoles, de los cuales sobrevivieron siete, que es un porcentaje muy alto, empecé a investigar por ahí porque me interesaba ver cómo una tragedia tan grande cambia la vida de las personas. La verdad que no encontré ningún dato de esos, con lo cual tuve que volver a replanteármela. Es lo mismo que qué le pasa a Emilia Pardo Bazán en la novela. En ese momento empiezan las teorías de Freud sobre el subconsciente y los traumas, entonces ella empieza a investigar y descubre a las historias de los supervivientes. De los tres hombres españoles que murieron, sólo se encontró el cadáver de uno de ellos y, como pasaba en aquella época, si no había un cadáver que justificara una muerte, pues la familia no podía heredar y la viuda no se podía casar durante 20 años. Ahora sigue siendo así, pero no es tan largo el periodo de tiempo. Era un trastorno terrible y muchos ricos compraron un cadáver. Estos señores que iban en primera clase cada vez desaparecieron, pues sus familias enterraron a otra persona, que no era él, obviamente. La historia comienza cuando a la viuda de uno de estos señores que han desaparecido y que sabe perfectamente que el cadáver que está enterrado en el cementerio de Halifax, en Canadá, no es su marido, le aparece una persona que dice ser su marido. Toda la trama está tejida a través de esta circunstancia.
P.- ¿Todo eso es fantasía? ¿Hubo un caso real en el que te inspirases?
R.- Ha habido casos, pero no era con los españoles. Los escritores mezclamos la realidad con la ficción.
P.- ¿Cómo surgió la idea de escribir sobre el Titanic?
R.- Hace un año estuve en una cena con el juez Marchena y me contó la anécdota con la que arranca la novela, cuando la madre de uno de los supervivientes, Víctor Peñasco, estaba tomando sopa, se le cayó un moscardón, y entonces ella dice: 'A Victorito le ha pasado algo'. Era una persona bastante perceptiva y su hijo estaba de viaje de luna de miel con su mujer, uno de esos viajes larguísimos que duraban un año entero. Antes de partir ella había tenido un sueño premonitorio en el que aparecía su hijo ahogado, entonces le pidió por favor que le prometiera que no se iba a embarcar, que fueran por donde les diera gana, pero no tomaran ningún barco. Allá que se va la pareja y cuando están en París se enteran de que va a salir este barco en el que todos los ricos querían viajar porque era el más veloz, el más lujoso, porque era como un palacio flotante y decide que se van a embarcar en el Titanic. Para que su madre no se preocupe, deja a su ayuda de cámara en París con un montón de tarjetas postales que él previamente había escrito a su mamá para que se las fuera enviando.
Emilia Pardo Bazán es un genio a la altura de Benito Pérez Galdós, muy brillante
P.- ¿Ha sido difícil incluir a Emilia Pardo Bazón como personaje?
R.- Creo haber captado bastante su forma de ser, porque era una mujer muy contradictoria. Por un lado, era muy católica, pero por otro tenía amantes a tutiplén y sin remordimientos. Era muy liberal, pero al mismo tiempo conservadora, una mezcla muy rara y absolutamente brillante. Durante la pandemia volví a leerla, 'Los pazos de Ulloa' y dos o tres novelas más. Es un genio a la altura de Benito Pérez Galdós, muy brillante.
El reto de este libro era contar una historia que se ha contado 300 millones de veces, pero desde un enfoque nuevo
P.- ¿Ha habido algo del Titanic que te haya sorprendido especialmente?
R.- El reto de este libro era contar una historia que se ha contado 300 millones de veces, pero desde un enfoque nuevo, que en este caso son los supervivientes y también contando anécdotas que no estén muy trilladas y machacadas. Para esto he contado con mi nieto Jaime, que tiene 17 años y es un crack en internet y me ha encontrado una cantidad de documentación muy interesante. El reto era ver qué es verdad y que es mentira. Hay 20.000 foros de frikis del Titanic que lo saben absolutamente todo. Los detalles más increíbles, cuántos perros iban a bordo, por supuesto que se comió el último día, todos los detalles que te puedes imaginar.
Nunca me atreví a operarme, me da terror porque para una que queda bien hay como 60 momias
P.- Parecer la madre de tus nietos en lugar de su abuela ¿tiene truco?
R.- Mi hija es médico y se dedica a la medicina estética y entonces me pone al día de todos los tratamientos y cosas que se pueden hacer sin bisturí. Nunca me atreví a operarme, me da terror porque para una que queda bien hay como 60 momias. A la larga la gente que se operó está a peor, que no nos hemos hecho nada, se te viene abajo todo el tenderete.
P.- En cualquier caso, también influye la genética, menos mal que, como dices en tu biografía larga de tu web, saliste fea. ¿El humor es imprescindible en la vida?
R.- A todo lo que escribo procuro ponerle sentido del humor. Y a este libro también, porque sigo una receta de Oscar Wilde, que decía que la mejor manera de hablar de las cosas serias es hacerlo en broma. Entonces, en concreto en este libro se tratan temas muy serios: el feminismo, el desarraigo, la mentira, el amor, la pasión, la esclavitud... Cuba es una parte muy importante en la novela y resulta que una vez abolida la esclavitud, los terratenientes de la colonia querían seguir teniendo mano barata y se organizan una especie de mafias de captadores, que iban de pueblo en pueblo por España para embaucar sobre todo a niños, prometiéndole que iban a convertirse en millonarios. Les hacía unos contratos leoninos que, durante cinco años en lo único que se diferenciaba su situación de la de los esclavos era en que al cabo de ese plazo de tiempo eran libres, pero los maltrataban, había mutilaciones, muchísimos morían y eso es completamente desconocido. Me ha interesado el descubrir todos estos datos que, de alguna manera, remiten también a lo que está pasando ahora con la inmigración. Obviamente ahora no mutilan a nadie, pero sí hay gente que muere buscando un mundo mejor.
Soy la persona más haragana del planeta Tierra, pero como odio ese defecto mío, sobreactúo
P.- ¿Cómo te organizas?
R.- Eso también tiene truco y es que yo soy la persona más haragana del planeta Tierra. Por mí lo único que haría es estar tumbada bajo un árbol leyendo un libro. Ese es mi plan favorito. Pero como odio ese efecto mío sobreactúo y hago más cosas que nadie.
Fue un poco frustrante que se asociara mi éxito en la literatura con mi matrimonio con Mariano Rubio
P.- Hubo un tiempo en que formaste parte de la llamada beautiful people, la élite del poder. ¿Cómo ves aquella etapa desde la perspectiva actual?
R.- Me alegro de haber vivido esa época porque fui muy feliz en mi matrimonio. Es verdad que tenía su lado complicado, por ejemplo, se pensaba que todo lo que me publicaban era por mi marido. Cuando me casé con Mariano Rubio ya había tenido premios nacionales de literatura, mi obra estaba traducida en Japón, donde nadie sabía con quién estaba casada y, desde luego, no era por mi marido. Fue un poco frustrante que se asociara mi éxito en la literatura con mi matrimonio con Mariano Rubio. Eso siempre nos pasa a las mujeres, no a los hombres. Eso fue un poquito pesado, pero bueno, no me arrepiento de nada. De otras cosas de mi vida, sí, pero no de esto.
Hasta el 23F el rey Juan Carlos tuvo una situación bastante precaria, era el ungido por Franco, le llamaban Juan Carlos 'El Breve' y todo el mundo pensaba que era idiota
P.- ¿Conociste al rey Juan Carlos? ¿Era un secreto a voces su comportamiento?
R.- Era un secreto a voces el mundo periodístico, en el mundo en el que yo me movía y seguramente en otros mundos también. Como siempre ocurre, cuando se levanta la veda, se te caen encima todos. Hasta el 23F el rey Juan Carlos tuvo una situación bastante precaria, era el ungido por Franco, le llamaban Juan Carlos 'El Breve' y todo el mundo pensaba que era idiota, había otra perspectiva. A partir de ese momento cambia y se convierte en un personaje intocable, tanto que no se podía publicar absolutamente nada. Había un pacto de silencio y hubo muchas fotos que pasaron por las redacciones y nadie las publicó.
P.- ¿Y la reina Sofía?
R.- El papel que tuvo la reina Sofía me parece absolutamente impecable. Esta mujer tiene que haber sufrido muchísimo con todas las infidelidades de su marido, pero ella es madre y siempre quiso que su hijo heredara el trono y para eso tenía que hacer el papel que hizo. Me asombra. Hay quien dice que se ha quedado ahí por poder y ser rica, pero creo que nada paga esa situación tan desairada. Ella se hubiera ido a Londres encantada y seguro que hubiera tenido una vida mucho más interesante que estar inaugurando exposiciones y esas cosas aburridísimas que hacen las reinas. Además de aguantar al otro.
Soy sudaca, o sea, difícilmente puedo ser monárquica
P.- ¿Eres monárquica?
R.- Soy sudaca, o sea, difícilmente puedo ser monárquica. Para mí la monarquía es como una cosa como antigua de dragones y princesas, una cosa muy que no va para nada con mi forma de ser. Pero sí reconozco el valor de la monarquía, muchos de los países avanzados y las economías más sólidas son monarquías. La monarquía juega un papel estabilizador, como de árbitro de una nación.
P.- ¿Tenemos todos algo de impostor?
R.- Yo no sabía que tenía el síndrome del impostor hasta que leí de qué se trataba, y lo tengo. Es esa sensación de que tiene mucha gente, y yo en concreto, que no estás a la altura de la situación que has logrado. Te sientes insegura porque, por ejemplo, te han traducido a 40 idiomas, pero realmente crees que no te lo mereces. Nos pasa mucho a las mujeres en concreto. Estar a la altura del personaje que has creado, cuesta.
P.- ¿Te sientes identificada con el personaje público de Carmen Posadas, con el personaje que has creado tú, de alguna manera?
R.- Ahora sí, porque más o menos es el que yo me he fabricado. Al principio de mi matrimonio con Mariano no me identificaba para nada: abría una revista y ahí había unas declaraciones de unas cosas que yo no había dicho y que, por supuesto, quedaba como una imbécil. Tenía la sensación de que yo no controlaba mi propio personaje.
P.- Fue una época dura, pero también tuviste la suerte de vivir una etapa apasionante de la historia de España, ¿no?
R.- Para mí tampoco era muy sorprendente, mi padre era embajador y he vivido cosas muy sorprendentes en Rusia, en Londres, en la época de Lady Di, o sea que ese tipo de ambiente lo conozco bastante bien.
Me ha gustado todo lo que he visto, tanto arriba como abajo
P.- ¿Te consideras una privilegiada?
R.- Escribí un libro que se llama 'Hoy caviar, mañana sardinas', a medias con mi hermano Gervasio, que es un poco la metáfora de la vida de los diplomáticos: un día estás comiendo en el Kremlin o tomando el té con la reina de Inglaterra, dos cosas que he hecho, y sin embargo, poco tiempo más tarde, a tu padre lo mandan de vuelta al ministerio y estás comiendo un bocadillo de sardinas. La diferencia entre lo que cobran los diplomáticos cuando están impuestos o cuando están en el ministerio es enorme.
Ha sido una vida muy de contrastes, pero me han encantado. Me ha gustado todo lo que he visto, tanto arriba como abajo.