Una alimentación saludable no solo influye en el cuerpo: también puede tener efectos directos sobre el estado de ánimo, la claridad mental y la capacidad de afrontar el estrés. Así lo indica un estudio reciente de la organización sin fines de lucro Virsa Foundation, que encuestó a más de 14.600 personas en Estados Unidos entre enero de 2020 y septiembre de 2021. El objetivo fue analizar cómo los hábitos alimenticios se relacionan con la salud mental y la resiliencia durante momentos de alta presión, como la pandemia de COVID-19.

La alimentación basada en alimentos de origen vegetal

Los resultados apuntan a una relación clara entre el tipo de dieta seguida y la respuesta emocional frente al agotamiento. Las personas que mantenían una alimentación basada en alimentos integrales de origen vegetal —conocida como dieta WFPB por sus siglas en inglés— o una dieta vegana, reportaron mayores niveles de claridad mental, estabilidad emocional y control frente al estrés. Más de la mitad de este grupo afirmó no haber sentido estrés en absoluto durante el periodo analizado.

El efecto de la alimentación sobre el estrés

En contraste, quienes seguían una dieta más común, rica en carnes, lácteos, alimentos ultraprocesados y bebidas azucaradas, mostraron con mayor frecuencia nerviosismo, irritabilidad y dificultades para sobrellevar la presión. Según una entrevista a la presidenta de la fundación en Fortune, Nivi Jaswal, “estos hallazgos resaltan cómo la alimentación es una herramienta poderosa para la resiliencia, la recuperación y la salud a largo plazo”.

El estudio también advierte sobre el círculo vicioso que puede crearse entre estrés y mala alimentación: sentirse estresado aumenta la probabilidad de recurrir a alimentos con alto contenido de sal, grasa o azúcar, lo que a su vez puede incrementar la inflamación en el cuerpo y empeorar la salud general.

Los 3 cambios a la dieta

A partir de los datos recogidos, los investigadores sugieren tres cambios simples que podrían marcar una diferencia:

  1. Incorporar más alimentos de origen vegetal. Priorizar frutas, verduras, legumbres y cereales integrales mejora el estado de ánimo y favorece una mejor respuesta al estrés.
  2. Evitar alimentos ultraprocesados. Revisar el nivel de procesamiento de lo que comemos puede ayudar a reducir la inflamación y sus efectos negativos en el organismo.
  3. Buscar alternativas a la comida en momentos de estrés. Actividades como caminar, beber agua o simplemente hacer una pausa pueden sustituir el hábito de comer por ansiedad.

Estos pequeños ajustes pueden contribuir a un mayor bienestar emocional y mental, especialmente en contextos exigentes o de alta presión.

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