Beatriz Serrano (Madrid, 1989), pertenece la generación de los millennials, la mejor preparada de la historia, que ha vivido a caballo entre crisis: la de 2008, la posterior crisis del euro y el aumento de los tipos de interés, y cuando todo parecía volver a la normalidad, la pandemia del coronavirus y la guerra de Ucrania. Un cóctel explosivo que ha llevado a nuestros jóvenes a liderar en la Unión Europea la tasa de paro juvenil (en 2023 fue del 38,36% según el INE), en un mercado en el que se ha normalizado la precariedad laboral, todo ello por no hablar del precio de la vivienda, que les aboca a vivir con sus padres o a alquilar una habitación en un piso compartido si quieren independizarse. "Soy una privilegiada", reconoce casi sin creérselo la finalista del Premio Planeta 2024, que vive este éxito de alguna manera inesperado. 

'Fuego en la garganta', la novela con la que ha ganado el galardón, recorre al infancia, adolescencia y mayoría de edad de Blanca, una chica solitaria abandonada por su madre a los nueve años que descubre a raíz de esa dura experiencia que tiene poderes sobrenaturales, "en realidad milagros de andar por casa", confiesa la autora. La protagonista vive en un barrio de Valencia, al que en ningún momento se identifica.  Cuando le preguntamos por ello, se le borra la sonrisa: "Pues existe y por desgracia está saliendo mucho en los telediarios, porque ese sitio es el parque Alcosa, que es una zona de Alfafar". Ella vivió también en ese barrio, ya que sus padres, pensaron que era mejor construir su proyecto de vida lejos de una ciudad como Madrid.

Una infancia solitaria

"Yo tuve una infancia muy solitaria, no por las mismas razones que Blanca, a la que la abandona su madre. En mi caso es porque mis padres que vivían en Madrid decidieron irse a vivir a Valencia porque pensaron que íbamos a tener una mejor calidad de vida, que de hecho estaban en lo cierto, pero eso significa crecer sin abuelos, sin primos, sin tíos, sin esa red a tu alrededor que era muy importante. Entonces, en ese sentido creo que sí, que me asemejo bastante a la protagonista", nos explica. Sin embargo, con el personaje con el que más se siente identificada es con la madre.

El libro es un viaje en busca de la propia identidad, con personajes inolvidables que se rebelan contra lo establecido en un mundo marcado por la irrupción de internet. Aunque aborda las inquietudes y el aprendizaje de una generación que creció de la mano de esta tecnología revolucionaria que ha cambiado las vidas de todos, trata cuestiones universales con las que cualquiera puede sentirse identificado, con independencia de la edad: los silencios familiares, la soledad, la salud mental, los prejuicios... Es además una novela que se siente, se escucha y se huele, con un sinfín de referencias musicales, literarias y cinematográficas entre las que destacan Joy Division, The Cure y Marilyn Manson, los libros 'El retrato de Dorian Gray''Cumbres borrascosas', y las películas 'El club de la lucha' y 'Carrie'. 

Entrevista a Beatriz Serrano: "Mi sueño es vivir sin trabajar"

Beatriz Serrano, finalista del Premio Planeta 2024 por 'Fuego en la garganta'. (Foto: Javier Ocaña / Planeta)
Beatriz Serrano, finalista del Premio Planeta 2024 por 'Fuego en la garganta'. (Foto: Javier Ocaña / Planeta)

PREGUNTA.- ¿Ha cambiado mucho tu vida con el Premio Planeta?
RESPUESTA.- Mi vida ha cambiado drásticamente. Mis dos novelas las he escrito mientras trabajaba. Me levantaba a las cinco y media de la mañana para poder escribir y ahora he cogido una excedencia para la promoción. Para mí es que este premio ha sido como si me tocasen con una varita mágica: 'Te concedemos el deseo, eres libre y te puedes dedicar únicamente a escribir'. Ha sido un cambio radical.

P.- ¿Es tu sueño dedicarte a escribir?
R.- Mi sueño es vivir sin trabajar, la verdad, pero escribir, fíjate, no lo considero tanto un trabajo. Yo al final vengo de una generación que hemos vivido mucha precariedad, que además creo que dentro de la profesión que yo he elegido tanto el periodismo como después la literatura son profesiones muy vocacionales, pero están muy mal pagadas. Son muy románticas, pero el romanticismo tampoco paga el alquiler.  Entonces, poder dedicarme a una sola cosa, no tener que decir este trabajo me paga el alquiler, pero esta es mi verdadera vocación... Poder juntar las dos sí es un sueño.

P.- ¿Te consideras una privilegiada?
R.- Me considero una privilegiada porque es difícil que la literatura dé mucho dinero. O sea, los grandes nombres que conocemos ya están en la cúspide de una pirámide que luego va bajando mucho, hasta gente que escribe porque le encanta hacerlo, no porque piense que pueda ser su modo de vida. Soy una privilegida con lo que pasó con 'El descontento', que fue un libro que funcionó muchísimo por el boca-oreja, que se empezó a vender un montón y que las amigas se lo regalaban entre ellas, se lo intercambiaban compañeras de trabajo, porque trata mucho sobre el tema laboral. Eso ya me pareció de locos, porque no es normal que una primera obra de una autora que no ha publicado nunca ficción funcione así de bien. Se cuentan con los dedos de la mano y ya ni te cuento ser finalista del Planeta.

P.- Cuando escribes identificas el año en el que la madre de Blanca, tu protagonista se va de casa, como el año en el que se estrenó 'El Rey León' y 'Los Picapiedra', también otra escena clave de la novela transcurre el día del 11-S. Es una manera muy potente para acercar ese contexto narrativo, con algo que todos podemos identificar, ¿no?
R.- La literatura parte de una subjetividad muy grande. Entonces, si tú quieres situar esa atmósfera noventera, no debe estar simplemente en contar qué año es, sino en cómo lo percibía el entorno de la protagonista, que en ese momento tenía diez años. Ese año se estrenó El Rey León y Los Picapiedra. La distancia entre dos personas está marcada por una subjetividad: hay gente que lleva fenomenal una relación a distancia entre Madrid y Nueva York, y hay gente que ve que el pueblo de al lado está muy lejos porque tiene que ir andando y medio descalzo.

Internet es para mí el arranque, la verdadera explosión de la cultura de masas

Entonces si partimos de eso, claro, cuando tú quieres crear toda esa atmósfera alrededor de la novela y que se entienda que son esos noventas en los que llegó internet, que para mí es como el arranque, la verdadera explosión de la cultura de masas, cuando empezamos a tener esos ídolos de esa forma tan cercana, hasta que ya derivó en el tema de redes sociales, que sentías que prácticamente podías hablar con ellos como para contar todo ese zeitgeist [palabra alemana que podría traducirse como el espíritu de una época]. Me parecía muy interesante narrarlo de esa forma.

Fuego en la garganta Portada

P.- ¿Te consideras una autora generacional, como se ha hablado de ti?
R.- Es verdad que he escuchado bastante la etiqueta de autora generacional o que apelo a una generación. Creo que está pasando un poco lo mismo que cuando salió la generación X, que simplemente hablaban de las cosas que tenían alrededor. A mí me da la sensación de que ahora estamos saliendo también, los millennials estamos empezando a escribir y a publicar y escribimos sobre lo que conocemos. En mi primera novela contaba ese desencanto generacional, cuando llegas a los 30 y te preguntas: '¿la vida era esto?'. Después de ser, entre comillas, la generación mejor preparada de la historia. Esta hace un poco más arqueología, va hacia el pasado de esos años 90 y cómo llegamos a lo que somos a día de hoy.

P.- Blanca y tú no nacisteis exactamente el mismo año, pero hay mucho de ti en ese entorno que la rodea, ¿te sientes de alguna manera identificada con ella?
R.- Sí. Necesitaba que fuese un poquito más mayor que yo, porque quería que apareciera en la historia el efecto 2000 o el 11 de septiembre. Ella es una de esas chicas mayores del cole a las que mirabas.

Su infancia es muy parecida a la mía, no solo por el entorno donde crece, sino porque yo tuve una infancia muy solitaria, no por las mismas razones que Blanca, a la que la abandona su madre. En mi caso es porque mis padres que vivían en Madrid decidieron irse a vivir a Valencia porque pensaron que íbamos a tener una mejor calidad de vida, que de hecho estaban en lo cierto, pero eso significa crecer sin abuelos, sin primos, sin tíos, sin esa red a tu alrededor que era muy importante. Entonces, en ese sentido creo que sí, que me asemejo bastante a la protagonista 

También por el entorno. Hace poco pasaba por el barrio Salamanca y es muy bonito porque no hay cables colgando por fuera. En cualquier barrio obrero hay cables muy feos, siempre por fuera. Creo que las infancias de niños y niñas de extrarradio, de ciudades de provincias, son muy particulares. También quería contar un poco eso, que no es un pueblo donde el entorno puede ser más bucólico o más idílico, sino que es un sitio que tiene como cierta fealdad de fábrica, donde han intentado meter a un montón de gente, que luego se va a trabajar a los centros de las ciudades.

El barrio de Blanca existe por desgracia está saliendo mucho en los telediarios, porque ese sitio es el parque Alcosa, que es una zona de Alfafar

P.-- ¿Ese barrio de Blanca que describes existe o es un barrio?
R.- Pues existe y por desgracia está saliendo mucho en los telediarios, porque ese sitio es el parque Alcosa, que es una zona de Alfafar. No mencione en ningún momento ese barrio ni ese municipio, porque, fíjate qué curioso y qué simbólico, es muy parecido a todos los que tiene alrededor. Es igual que Catarroja, que Massanassa, que todos esos municipios que ahora están completamente destrozados en L'Horta Sud de Valencia y me parecía que era muy similar la experiencia en cualquiera de esos sitios. Además, por un por una cuestión narrativa, me interesaba, que en un momento dado, cuando Blanca llega a la adolescencia y se rebela contra el mundo, pueda ir caminando al centro de Valencia.

La madre de Blanca, es el personaje al que más me parezco en mentalidad, chaladura y sentido del humor

P.- Tampoco conocemos en ningún momento el nombre de la madre, es la loca, la de la huída, la de las botas altas que no se juntaba con las madres del cole... muchas cosas que ayudan a dibujar a ese personaje ausente. ¿Hay algo de ti en ella?
R.- La madre de Blanca, es el personaje al que más me parezco en mentalidad, chaladura y sentido del humor. O sea, me identifico mucho con Blanca, pero yo realmente al personaje al que me parezco es a la madre. Me lo pasé pipa escribiendo esa parte, porque al mismo tiempo era un poco la más compleja y un reto a la hora de escribir, intentar acercar a un personaje que se supone que ha hecho una de las cosas peor vistas en sociedad, más condenada, que es el abandono de los hijos-sobre todo cuando eres mujer, si eres hombre vas a por tabaco y parece menos grave-.

Para mí la novela es muy costumbrista, entonces esta figura de la ausente de la madre es como la Virgen, siempre la misma, pero tiene muchos nombres

El reto era que el lector o la lectora que lea estas páginas, no que la perdone, pero que pueda entender lo que le pasó. No quise darle nombre porque ella está repitiendo constantemente 'yo no quiero ser solo la madre de, yo no quiero ser sólo la esposa de'. A lo largo de toda la novela, con el tema de los milagros, hay mucho imaginario religioso, casi como de una forma de realismo mágico. Para mí la novela es muy costumbrista, entonces esta figura de la ausente de la madre es como la Virgen, siempre la misma, pero tiene muchos nombres. Me gustaba que la madre de Blanca pueda hacer de todas las madres que se han sentido así: no sabes cuál es la que se ha escapado, no sabes cuál es la que te está contando el relato.

P.- Al final consigues contactar con todo tipo de personas, con independencia de la generación a la que pertenezcas, ¿no?
R.- Hay muchas cosas que pueden estar muy condicionadas por el momento los 90, pero el trauma enorme que tiene Blanca es que se cría en un entorno de silencios, se pregunta muchas cosas y no tiene quién se las responda. Encuentra esas respuestas en internet a través de un grupo de amigas. Esto puede parecer algo muy noventero porque hablan por messenger y demás, pero fíjate que a mí me parece que el hecho de encontrar consuelo en los desconocidos es universal. Antes se hacía con el camarero del bar o muchas veces nos hemos sentado en un parque llevando nuestro dramón encima y se lo hemos contado a una persona que no conocíamos de nada, pero con la que nos sentíamos más seguras porque sabíamos que no podíamos hacerle daño con nuestras palabras.

Hay una frase que he leído mil veces, que es esto de que da igual donde te muevas, que tus problemas siempre van a ir contigo

P.- Blanca, su madre, de alguna manera todos, buscamos nuestro lugar en el mundo.
R,. Hay una frase que he leído mil veces, que es esto de que da igual donde te muevas, que tus problemas siempre van a ir contigo. Es decir, esto de buscar el lugar en el mundo y emprender viajes, como hace la protagonista del libro, al final son una forma de no parar para escucharse a uno mismo y saber identificar, saber descubrir quién eres y qué es lo que quieres. Pero siempre está la metáfora del viaje, que es esa búsqueda que todos emprendemos.

Muchos de los que están medicados no tienen problemas de salud mental, sino problemas a su alrededor que les superan.

P..- La salud mental es uno de los temas que abordas en la novela. ¿Puedes hacerme una reflexión sobre este tema?
R.- Vivimos en un país donde, según datos de la OMS, prácticamente la mitad de la población está medicada con pastillas para la ansiedad o pastillas para la depresión. Creo que muchísimas de esas personas que están medicados y siendo consciente de que existen las enfermedades mentales, no estoy haciendo un negacionismo de esto, no es normal que la mitad de la población esté medicada de esa forma. Muchos puede que no tengan ningún problema de salud mental, sino situaciones a su alrededor que les están superando

Entonces aquí tenemos un problema brutal, empezando por las las instituciones públicas, con unos servicios médicos colapsados que no pueden atender a una persona como debe, que si quiere ir al psicólogo le ponen una lista de espera de siete meses. Hay unos problemas laborales tremendos que están haciendo que mucha gente tenga que ir todos los días a un trabajo donde seguramente le paguen mal y le traten peor. Están subiendo los alquileres, hay una sensación de hiperconectividad, pero estamos todos al final muy aislados en nuestras casas.

Deberíamos ver más allá de la recetita de Orfidal o de la pastillita que sea y mirar un poco que está provocando que tanta gente esté así de mal

Todo eso, que es un poco lo que yo muestro en los personajes que en apariencia están locos, pero son los más clarividentes. La reflexión que haría es: esto no es normal, no deberíamos aceptarlo como normal y deberíamos ver más allá de la recetita de Orfidal o de la pastillita que sea y mirar un poco que está provocando que tanta gente esté así de mal.

P.- ¿Qué estás leyendo ahora?
R.- Me estoy leyendo el ensayo de 'Quiero y no puedo', de Raquel Peláez sobre la historia de los pijos en España, me gusta leer mucho ensayo. Antes había leído los relatos de 'Si te gusta la oscuridad' de Stephen King. O sea, que dime tú qué tiene que ver una cosa con la otra, pero te diría me gusta mucho cierta literatura un poco desconcertante, por ejemplo, autores y autoras estadounidenses como A. M. Homes, Otessa Moshfeg, Bret Easton Ellis, Chuck Palahniuk. Me fascinan esos autores. También me gusta muchísimo Elena Ferrante. Y luego, si nos vamos a los clásicos, yo creo que Dostoyevsky, con 'Los hermanos Karamazov', es uno de los libros que más he regalado, que además la edición es de Alma Editorial, que tiene el premio a las mejores traducciones. Es un tocho, pero creo que es el libro más guay del mundo.

boton whatsapp 600