Antoine Duris es profesor en la Escuela de Bellas Artes de Lyon. Un día decide dejarlo todo para aceptar un trabajo en el Museo de Orsay como vigilante de una sala; en ella, se encuentra el cuadro de Modigliani Retrato de Jeanne Hébuterne. La decisión de Antoine es llamativa, pero algo ha sucedido para que haya abandonado todo y se recluya en un puesto laboral que, a priori, se encuentra por debajo de su experiencia previa y de su conocimiento. La directora del museo, Mathilde, observará a Antoine extrañada, segura de que algo ha debido suceder a Antoine para que haya acabado allí.

Hacia la belleza, de David Foenkinos, es la historia de esa elección. A través de las cuatro partes que componen su nueva novela, el escritor francés compone el retrato de un hombre que, asqueado por un sucedo del pasado, decide alejarse de todo para, rodeado de arte, quizá, encontrar de nuevo la belleza. Entendida esta desde una abstracción que va más allá del juicio estético y valorativo para conducir hacia una suerte imperativo categórico que dé sentido, a través de lo bello, a una realidad dura y sombría.

Lo que en un primer momento puede parecer una decisión extravagante, poco a poco se ve revelando como algo más profundo. Antoine intenta superar tanto una ruptura sentimental como, sobre todo, el suicidio de una antigua alumna de bellas artes de gran talento que, debido a la depresión y a un episodio traumático que alimentó su ya de por sí sombrío carácter, decidió poner fin a su vida. Antoine, ante una encrucijada vital y experiencial de este tipo, se refugiará en una búsqueda de la belleza. El arte en sí mismo.

Foenkinos, como en novelas anteriores como La delicadeza, Charlotte o La biblioteca de los libros rechazados, muestra un estilo directo y sencillo, de gran fluidez narrativa, pero literariamente poco elaborado. Bajo una narración efectista y bien organizada en la manera en la que conduce al lector de principio a fin, y a pesar de los saltos en el tiempo, sin demasiados desvíos. No se puede negar que el escritor francés construye su historia asentado en lugares comunes que, sin embargo, es capaz de revertir con la intersección de otras historias. A partir de una premisa más o menos original, Foenkinos asienta la narración en una sucesión de historias que dan cuenta finalmente de un todo que tiene como objetivo el resurgir de Antoine. Una suerte de relato de expiación de culpas y de abandono de una crisis existencial ante el vacío.

Lo relevante de Hacia la belleza se encuentra, principalmente, en que bajo su narración esconde una mirada hacia el presente muy interesante que se impone, en cuanto a su interés, sobre la historia de Antoine, en última instancia, metáfora de algunas cuestiones actuales. Quizá, esto no sea del todo positivo en cuanto al trabajo literario de Foenkinos, pero al menos permite el plantearse ciertas cuestiones. Porque si la novela gira alrededor de algunas ideas más o menos recurrentes, y muy legítimas, como la decepción del amor, los desengaños de la vida o el miedo y la violencia, es mucho más interesante cómo el escritor galo atiende a motivos que caracterizan, de una forma más o menos explícita: la sensación de soledad, el sentimiento de vacío o una desorientación existencial que, si bien son temas recurrentes y atemporales de la literatura y la sociedad, en Hacia la belleza, aparecen como representación de un personaje a la deriva, a la vez que como retrato de un momento social fácilmente identificable. A pesar de que en la novela hay una aspiración mucho más general, no se puede evitar durante su lectura reconocer algunas derivas actuales, algo que aporta a Hacia la belleza de un interés mayor a lo que lo hace como trabajo literario.