Rosalía, proyectó la portada de su nuevo disco, Lux, en las pantallas gigantes de la plaza y de la Gran Vía de Madrid, después de anunciarlo por sorpresa en redes sociales. La acción, pensada como un golpe de efecto para promocionar su nuevo trabajo, provocó un colapso temporal en la zona y la presencia de centenares de seguidores que acudieron al llamamiento. Lo que comenzó como una jugada de marketing brillante ha terminado, sin embargo, generando un conflicto institucional: el Ayuntamiento de Madrid ha abierto una investigación para determinar si la cantante contaba con los permisos necesarios para organizar el acto.

Todo empezó a las 20:45 horas, cuando Rosalía inició una retransmisión en directo en TikTok en la que adelantó que, a las 22:00, habría “una sorpresa en Callao”. El mensaje, en cuestión de minutos, se viralizó. Cientos de personas -algunas fuentes apuntan a medio millar- se desplazaron al centro de la capital para intentar ver a la artista catalana. Según la Policía Municipal, la concentración fue “espontánea” y no existía ningún tipo de autorización previa. El tráfico no llegó a verse afectado, aunque la plaza tuvo que cerrarse momentáneamente debido a la acumulación de gente. Rosalía, que había llegado a la zona en coche, tuvo incluso que dejar su vehículo en la Gran Vía y continuar a pie entre los aplausos y los móviles en alto de sus seguidores.

La cantante proyectó la imagen del nuevo álbum en las pantallas digitales de Callao y Gran Vía, sin escenario, sin actuación musical y sin generar ruidos o cortes de tráfico. Aun así, el gesto no pasó desapercibido para el Ayuntamiento de Madrid, que ha anunciado que revisará si el evento contaba con la autorización necesaria. La vicealcaldesa y delegada de Seguridad, Inmaculada Sanz, ha explicado que “se está analizando si la artista contaba con los permisos necesarios y, de no ser así, se actuará en consonancia”. Sanz insistió en que “no parece que hubiera una autorización expresa” para la acción, aunque el Consistorio está revisando si el evento se comunicó a alguna de sus áreas, como Seguridad, Movilidad o Cultura, o al concejal del distrito Centro, Carlos Segura.

En la misma línea, el delegado de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad, Borja Carabante, confirmó que “no consta” ninguna solicitud de permiso. “En principio, en el área de Movilidad no me consta que hubiera un permiso solicitado. Estamos revisando todas las oficinas de atención al ciudadano para comprobar si se había comunicado este evento. En principio no nos consta y, si definitivamente confirmamos que no se pidió, se incoará un expediente disciplinario que podrá conllevar una sanción por celebrar un acto en la vía pública sin autorización”, señaló el concejal. Carabante añadió que “habrá que determinar su gravedad”, ya que no se montó ningún escenario ni se emitieron ruidos. “Entiendo que no será muy grave, pero debemos iniciar el expediente sancionador que conllevará, en su caso, la sanción correspondiente”, apuntó.

Según la normativa municipal, celebrar un acto en la vía pública sin permiso puede considerarse una infracción leve, grave o muy grave en función del impacto generado. Las sanciones económicas, en los casos más severos, pueden alcanzar hasta los 600.000 euros. En este caso, al no haberse producido incidentes de orden público ni daños materiales, el Ayuntamiento baraja la posibilidad de una infracción leve o grave. Aun así, el expediente podría recaer tanto sobre la propia artista como sobre la productora o agencia que gestionó la proyección.

La acción, que algunos califican como una “performance urbana”, forma parte del estilo de comunicación que ha caracterizado a Rosalía desde el lanzamiento de Motomami: directo, disruptivo y con una fuerte conexión emocional con su público. Sin embargo, esta vez, el elemento sorpresa ha chocado con la rigidez administrativa de la capital. Desde el Ayuntamiento, el equipo de José Luis Martínez-Almeida parece decidido a marcar un precedente. El gobierno municipal, que en los últimos años ha endurecido los controles sobre la ocupación del espacio público, considera que las grandes concentraciones no pueden producirse sin coordinación previa, aunque su objetivo sea artístico o promocional.

Mientras el Ayuntamiento continúa con su investigación, Rosalía no ha hecho declaraciones sobre el asunto y sigue centrada en la promoción de Lux, su primer disco tras el éxito internacional de Motomami. En redes sociales, sus seguidores celebran el “acto poético” de haber transformado el centro de Madrid en un espacio de arte efímero; el consistorio, en cambio, estudia una posible sanción. La artista buscaba un impacto viral. Lo consiguió. 

Síguenos en Google Discover y no te pierdas las noticias, vídeos y artículos más interesantes

Síguenos en Google Discover