La (S8) Mostra de Cinema Periférico concluye con una selección de trabajos del "25 FPS", festival invitado este año. Un conjunto de trabajos innovadores y diferentes que nos exigen una manera distinta de acercarnos y de concebir la creación visual.


El 25 FPS, festival que se celebra en Zagreb, capital croata, ha sido el festival invitado en esta edición por la (S8) Mostra de Cinema Periférico con una selección de ocho piezas que abarcan un amplio espectro de nacionalidades y propuestas, aunque en todas ellas encontramos un entramado visual en el que video-arte y cine se dan la mano en busca de nuevas posibilidades expresivas con la imagen desde diferentes perspectivas. Trabajos más cercanos, en conjunto, al ensayo fílmico que a la ficción o narración tradicional, nos proponen el pensar la imagen de una manera diferente.


La primera pieza es The Anthem, realizada en 2006 por uno de los cineastas con más consideración de los últimos años entre la cinefilia, Apichatpong Weerasethakul. En ella, el director tailandés nos plantea una interpretación de la costumbre de su país por la cual el himno nacional debe sonar, en honor al rey, antes de cada proyección. Weerasethakul, a partir de un sentido del humor muy particular, propone una pieza que puede sustituir esa ceremonia. La pieza comienza in media res con dos mujeres (luego se unirá otra) que conversan sobre elementos cotidianos hasta que una de ellas pone un CD de James, cuya música queda en un segundo plano. Después aparece esa tercera mujer y un corte abrupto nos lleva a la segunda parte. En esta, a diferencia de la primera, planificada en plano fijo, la cámara se mueve alrededor de la pista de un gimnasio en el que se practican diferentes actividades, algunas relacionadas con lo escuchado en la primera parte, mientras una música tecnopop suena acompaña el movimiento de cámara. Contraste entre quietud y movimiento, entre interior y exterior, entre contemplación y actividad, son algunos elementos que se contraponen Weerasethakul en este video abierto a interpretaciones diferentes.


Umino-eiga (Fil of the Sea) (2007), del japonés Takashi Ishida, y Dark Garden (2011), del británico Nick Collins, proponen dos trabajos a partir de elementos naturales o paisajísticos. El primero, a partir de una instalación previa, nos presenta un proyector frente a una pantalla. En ella vemos unas imágenes del mar para que, después, en esa sala de cine improvisada, y mediante diferentes formas de animación, el mar inunde todo el espacio. El segundo, a través de un blanco y negro granulado, el cineasta juega con la luz y la oscuridad para crear formas en un regreso a los elementos primigenios del cine para dar forma a una pieza en la que abstracción y figuración acaban confundiéndose.



Water Pulu, de Ivan Ladislav Galeta, y Endeavour, de Johann Lurf, trabajan a través de materiales de archivo. En el primer caso para una pieza en la que a través de una imagen de video manipulada, el balón de un partido de waterpolo acaba presentándose como un Sol alrededor del cual giran los jugadores en un movimiento acompasado por las notas de La Mer de Debussy. Imágenes de cuidado casi pictórico que se contraponen al trabajo de Lurf, quien a partir de imágenes reales de la NASA, montadas de una manera particular a base de repeticiones y cortos bruscos en su sucesión, lleva a cabo en apenas quince minutos un viaje al espacio de ida y vuelta. Montaje que recuerda también al que realiza Ana Hušman en Plac (The Market), quien mediante el stop motion recrea y retrata un día en un mercado a través de un cromatismo llamativo y apelando a los sentidos.



Finalmente, Nicholas Brooks en Laitue y Hayoun Kwon en Manque de preuves/Lack of Evidence experimentan formalmente con diferentes formas de dibujo sobre la imagen. El primero mediante unas finas líneas de dibujo que unen cuerpo y paisaje en un trabajo de animación pura pero conduce hacia una narración insólita cuya fuerza reside en la progresión que se va estableciendo mediante la construcción del dibujo y, por tanto, de la historia. Kwnon, en cambio, reconstruye los recuerdos de un hombre a través de diferentes formas de animación e imágenes en 3D en un magnífico corto que, al final, descubrimos posee unas intenciones que van más allá del mero, y sobresaliente, trabajo formal que plantea.