Este pasado viernes casi nadie hubiera podido distinguir el Wanda Metropolitano de una postal del festival de Glastonbury. Desconozco si ese fenómeno ocurre a menudo, pero puede decirse que Ed Sheeran lo consiguió con creces. Después de seis años sin pisar tierras españolas, el inglés por antonomasia (porque no se si habrá un cantautor de treinta y pocos más británico que él), ha regresado por todo lo alto. Un despliegue de colores, ternura y amabilidad que salía a borbotones desde el epicentro del estadio, donde el artista lanzaba un simpático Hola, Madrid para arrancar el primero de los dos conciertos que dará en la capital como parte de su gira Mathematics European Tour.

Ataviado con la camiseta de la selección española de fútbol y guitarra en mano, el inglés ha dado una exhibición de espectáculo transicionando por todas las etapas de su carrera aunándolas al fin en el mismo envoltorio. Por eso no había mejor pistoletazo de salida que The A Team, la canción que lo cambió todo. “Cuando canté esta canción por primera vez a nadie le importó, cuando lo hice por tercera, cuarta y quinta vez, a todo el mundo seguía sin importarle, y de repente a la gente le empezó a importar”, narraba Ed Sheeran dando pie a la balada sobre la adicción que le puso en el mundo hace más de quince años

Todo se vuelve flexible y lozano en manos del perfil inglés agradable, algo tímido y encantador, incluso esas canciones tristes de desamor que tanto le gustan. El cantautor ha regalado un despliegue de luces y escenografía propias de su nombre que han acompañado himnos como Thinking out loud, Galway Girl - acompañada de violín- o Perfect, todas cánticos que la multitud recitaba como las sagradas escrituras en un acto de fe

Ed Sheeran conquista Madrid 

En medio de la plataforma giratoria que ayudaba a Sheeran a moverse por el escenario central aparecía Tori Kelly para cantar junto al protagonista de la noche I Was Made For Loving You, que se unía al repertorio mientras anochecía en Madrid -justo a tiempo- y las linternas de los móviles engullían al inglés y su acompañante.

 

 

No todo han sido baladas. En su retroceso temporal también ha habido agradecidos momentos en los que los colores se volvían llamaradas de fuego y el rojo intenso inundaba el Wanda para dar paso a su lado más punk. Una faceta que a priori no pega con la esencia del compositor pero que sin embargo fue la que mayor espectáculo ofreció a un público que ya estaba sumergido en los encantos del inglés y quería dejarse conquistar. Este era el caso de temas como Don’t o Bloodstream, pertenecientes a su álbum X y máximos exponentes de todo el descaro que el cantautor se permite.

Después de ello, quizá a modo estratégico, llegaban todos los hits en cascada. Una traca final literal y metafórica acompañada de fuegos artificales que no dejaba respirar a nadie ni tiempo para ninguna interrupción. Como pegarse un atracón. De esta manera Sheeran se arracaba con Love Yourself, el éxito internacional de Justin Bieber que él mismo compuso junto al productor Benny Blanco. La gente empezaba a ponerse de pie para los primeros acordes de Shape of you, que llegaba inmediatamente después. Más tarde, el primer postre, Azizam, su nuevo tema no performado en un escenario hasta la pasada noche del viernes en Madrid. Un pop tierno que llegaba a los más jóvenes del Wanda. Por último Bad Habits, la canción más 'tiktokteable' del repertorio de 2 horas y media de Sheeran y que servía de perfecto colofón para la generación Z que inundaba el estadio de fútbol y que probablemente le conseguirá la viralidad.

Un músico pelirrojo y sudado llegaba al último estribillo de este hit agotado, arqueando la espalda en señal de gratitud y dejándose arrastrar por la plataforma giratoria 360 grados mirando su sold out desde todos los ángulos. La ovación ha durado un minuto. 

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