Depedro es el proyecto de Jairo Zavala (Madrid, 1973). Un hombre alto, con unas patillas de las que marcan personalidad y sin rastro de canas a sus 51 años de edad. Un chico de Aluche que, guitarra en mano, ha recorrido el globo en un periplo dividido en varias fases artísticas. Junto con Javier Vacas, fundó el grupo La Vacazul, con el cual grabó cinco discos y comenzó a forjar su camino en la escena musical. A medida que se profesionalizaba, Zavala se involucró en múltiples proyectos musicales, llegando a tocar en hasta cinco o seis grupos simultáneamente. Su versatilidad y habilidad musical lo llevaron a participar en bandas de programas de televisión, como la de El Club de la Comedia, y a colaborar como músico de estudio para Amparanoia. A través de Amparo Sánchez, tuvo la oportunidad de conocer al grupo estadounidense Calexico, grabando varios discos. En 2007, Jairo Zavala emprendió su carrera en solitario bajo el nombre de Depedro. Tras varios discos en su mochila, estrena Un Lugar Perfecto.

P: Me gusta pensar que tu nombre es un homenaje al mítico Javi De Pedro, extremo vasco de la Real Sociedad.

R: Me di cuenta de la coincidencia al mes de decidir que ese sería mi nombre artístico. Por supuesto que es un homenaje (ríe).

P: Ambos pasáis de los 50 pero tú te conservas tú bastante mejor. Tienes bastantes menos canas y kilos

R: Pero estará feliz seguro.

P: ¿Te cuidas mucho?

R: Una parte es genética. Pero me cuido, también. En mi profesión, si no lo haces y te dejas abrazar por la noche... Hay que ser un super hombre para aguantarlo. Al haber sido un profesional de esto y habiendo tocado la guitarra para mucha gente, no puedes descontrolarte.

P: Tiene mérito, la verdad.

R: También me ha sentado todo muy mal. Eso me ha salvado.

P: ¿De qué nos tiene que salvar el amor?

R: El amor es el motor de la humanidad y haberlo utilizado es un poco trampa. Ojalá nos salve el amor es, quizás, el tema que mejor representa ideológicamente al disco. No quería que fuera conceptual, pero al final todas las canciones forman un conjunto en una misma dirección. Hacia lo cercano, al olvido de las grandes promesas y asaltar los cielos. Antes de cambiar la sociedad, tienes que cambiar tú.

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P: ¿El amor también puede ser una condena?

R: Para mucha gente sí lo es. Repito mucho la frase de Pablo Neruda de “si nada nos salva de la muerte, al menos que el amor nos salve de la vida”. La vida puede ser horrorosa. En el disco también se tocan conceptos como el tropiezo, la equivocación y el error, que también son válidos. Todo el mundo se equivoca y tenemos derecho a ello. Al olvido y a nuevos comienzos.

P: El videoclip de Ojalá nos salve el amor muestra bastante bien la importancia de tener una red de apoyo que te acompañe en tu vida. Algo que vas haciendo día a día y no es fácil.

R: Es un trabajo diario que merece mucho la pena. Las cosas que importan son las que puedes compartir y tienes que tener gente para hacerlo. También es importante cultivarte, cuidarte y quererte. Al construir la persona en la que te quieres convertir, tienes la capacidad para acercarte a cosas más interesantes. Si te cae mal todo el mundo, igual el problema lo tienes tú.

P: Y aceptar que la puedes cagar.

R: Yo la he cagado muchas veces. Es parte de nuestra realidad diaria. Hoy en día es muy dura la exposición social que existe. La inmediatez es una lacra para el desarrollo de las ideas. Somos una especie de guillotina. Ya no hay derecho a nada y e parece algo muy peligroso.

P: ¿Es fácil perdonar?

R: Es imprescindible. Primero a ti mismo y luego a los demás. Perdona y tira para adelante.  

P: ¿Mantienes amistades de la infancia?

R: Sí, conservo amigos de la EGB. No les veo todo lo que quisiera pero podría llamarles y hablar de cualquier tema con ellos.

P: El álbum es un llamamiento a la esperanza. ¿Qué te invita a ser optimista?

R: Es algo que siento todos los días. Esta conversación, por ejemplo. Me estás escuchando, te has escuchado el disco… Esas cosas me dan esperanza.

P: Niño con piel de cuero la he interpretado a un homenaje a los migrantes.

R: Es un homenaje al folklore latinoamericano. Cada uno interpreta las canciones como quiere pero buscaba crear una especie de animal mitológico. Cuando he ido a América he ido recogiendo cosas de todos los viajes. De la Pampa, el Antiplano, las miradas de los pueblos originarios y de todo lo que se te va quedando en la memoria.

P: Me imagino que tus raíces peruanas hayan sido también cruciales en esa conexión.

R: He vivido en Madrid toda mi vida, pero he hecho un gran esfuerzo para empaparme de la música de Perú y toda Latinoamérica. Es una fuente de inspiración tanto artística como personal. Por ejemplo, de la mano Amparo (Amparanoia) hicimos un documental en la selva Lacandona de Chiapas y fue mi primer encuentro con pueblos originarios. Y me voló la cabeza. Me di cuenta de que había otros pensamientos, otros mundos posibles y una cosmovisión. Otras miradas igual de válidas que la nuestra. De hecho, fue el motor de que empezara Depedro.

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P: Hay muchos españoles que podemos sentirnos más cercanos a Latinoamérica que a Francia, por ejemplo.

R: De hecho, cuando voy a Europa a tocar, digo: ‘Voy a Europa de gira’. Mis amigos americanos me dicen que ya estoy en Europa. España tiene tanta riqueza que también bebe del sur. Y somos deudores de todo el encuentro y diálogo con América. Somos uno de los países más pequeños de Iberoamérica. Quiero y sé que somos eso.

P: Has formado parte de un documental sobre el trabajo de una ONG en Madagascar, ¿cómo ha sido la experiencia?

R: Lo hemos hecho de la mano de la Fundación Agua de Coco, que basa su trabajo en la docencia cultural y deportiva. La cultura es uno de los motores de desarrollo más importantes que existen. Y si puedo dar voz a un proyecto así, es maravilloso hacerlo. Llevan 30 años haciendo una labor importantísima y recomiendo a la gente que se haga socia. Su fundador, José Luis Guirao, merece el premio Nobel. Todas estas experiencias las voy metiendo en mi maleta y acaban entre las letras de las canciones.

P: ¿Qué reflexión haces sobre los procesos migratorios a nuestro país?

R: Me sorprende mucho la falta de memoria que tenemos. Yo tengo ocho tíos que tuvieron que irse por necesidad a trabajar a Francia y Alemania. Es una realidad que nos pasa a todos y debemos tener más empatía. Además, la gente migrante, lo único que hace es enriquecernos culturalmente y pagan impuestos con cada cosa que compran.

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