Durante las jornadas de BIME Bilbao 2025 ha tenido lugar un encuentro que a priori, podría verse como un oxímoron. La primera línea del flamenco nacional en un txoko del norte. Una jornada flamenca con presencia de artistas como Israel Fernández, Ángeles Toledano, María Terremoto, José del Tomate Rafael Riqueni, los cuales llenaron el espacio con una cultura que también cala en los lugares de frío y lluvia. El flamenco, como también ocurre con la etnia gitana, se ha enraizado en el País Vasco durante años, dando pie a una sinergia entre el misticismo del cante jondo y el rico imaginario norteño.

Es por ello que Universal España y Amazon Music han organizado en la ciudad el Txoko Flamenco, un encuentro entre la nueva generación prodigio de cantaores del país en pleno centro de Bilbao y recordando el germen del género. La apertura del acto fue para María Terremoto, una voz que emergida del sacro escenario familiar jerezano - hija de Fernando Terremoto y nieta del legendario Terremoto de Jerez- para proclamarse artista casi experimental dentro del género. La acompañó en la guitarra José el Tomate, hijo del mítico guitarrista Tomatito. Después de haber colaborado con la rapera malagueña Faenna en Arrastrao, un tema a medio camino entre flamenco y el urbano, la artista ha presentado en exclusiva una versión aflamencada de La Niña de la Escuela de Lola Índigo, acompañada por un coro de mujeres que elevan la propuesta de esta adaptación al estatus de lo estético.

Siguiendo con el enclave generacional, ha llegado el turno de  Ángeles Toledano, la "flamenca rebelde" que encarna la nueva sensibilidad del género hacia otros sonidos como el breakcore. La de Jaén respeta la raíz sin quedarse atrapada en ella, y así lo ha demostrado en su último álbum, Sangre Sucia, en el que Toledano firma una declaración de intenciones: respeto por la tradición, pero mirada al presente, incorporando letras personales y sonidos que dialogan con lo contemporáneo. Su cante habla de la mujer, la identidad y la vida sin artificios, convirtiéndola en una de las artistas nacionales más reconocidas fuera de las fronteras españolas. 

Germen y vanguardia, norte y sur

Más tarde, Israel Fernández, uno de los cantaores más reconocidos del flamenco actual. Gitano manchego con raíces andaluzas, el cantaor ha sabido llevar el cante jondo a nuevas dimensiones, fusionando la tradición más pura con un estilo propio y renovador, lo que le ha valido múltiples reconocimientos, incluido el Premio Odeón al Mejor Álbum de Flamenco en 2021 por su disco Amor. Heredero de la tradición más jonda y, a la vez, inquieto explorador de nuevas sonoridades, su cante se distingue por una sensibilidad que trasciende lo técnico para tocar lo espiritual. Con discos como Amor o Pura Sangre, y de la mano del guitarrista Diego del Morao, Fernández ha sabido reconciliar lo clásico con lo actual, haciendo del sentimiento y la verdad sus mayores banderas. Su voz, rica en matices y emoción, ha devuelto al flamenco cierta intensidad,situándolo como uno de los artistas más respetados y admirados de su generación.

En estas, el toledano ponía el cante acompañado del último invitado de este acto, Rafael Riqueni, guitarrista y compositor flamenco. Si alguna figura representa el puente entre lo legendario y lo contemporáneo, él lo es. El maestro continuó con la liturgia bilbaína entremezclando norte y sur, germen y vanguardia. Desde sus inicios en los años ochenta, el sevillano ha firmado obras fundamentales como Mi tiempo, Alcázar de cristal o Parque de María Luisa, donde el flamenco dialoga con la música clásica y la memoria de Sevilla. Riqueni ha atravesado silencios y renacimientos, pero su guitarra sigue sonando con una potencia inconfundible, la de un artista que ha sabido convertir el toque en emoción pura en tiempos de Paco de Lucía y que ocupa, por derecho propio, un lugar de referencia en la historia del flamenco.

Síguenos en Google Discover y no te pierdas las noticias, vídeos y artículos más interesantes

Síguenos en Google Discover