
Una vez destruidas las "piñatas", sacan a los patos, que dan el nombre a esta celebración. Atan una pata de las aves y las cuelgan de un lugar alto. Los hombres de la villa tratan de alcanzar el pato, y la persona que consiga arrancarle la cabeza, se llevará el cuerpo a casa para comérselo. El pato muere rápidamente, pero pueden pasar varios minutos hasta que la cabeza se desprenda. Mientras que lo hace, una copiosa lluvia de sangre cae a varios metros alrededor.
La Profepa (Procudaría Federal de Protección al Ambiente) ha solicitado al alcalde del lugar, Fermín Sosa Lugo, que tome medidas frente a tan cruel injusticia. También está recibiendo reclamaciones vía red. Las webs, redes sociales y foros arden con esta noticia. El mismísimo Javier Moreno, dueño y fundador de Igualdad Animal, comenta que no tiene sentido continuar esta clase de festividades y que son innecesarias y crueles.
Nadie conoce el origen de "Kots Kaal Pato", pero, por ahora, se seguirá celebrando, y los habitantes del pueblo se niegan a parar.