Es evidente que si uno no tiene donde caerse muerto es un gran riesgo para la salud aunque la Organización Mundial de la Salud no lo considere así. La cuestión es ¿en qué nivel de pobreza ponemos en riesgo la salud de los seres humanos?

La revista The Lancet, una publicación muy prestigiosa en el mundo médico, acaba de publicar un estudio realizado sobre un millón 700 mil personas cuya principal conclusión es: “El bajo nivel socioeconómico es uno de los factores más fuertes de la morbilidad y la mortalidad prematura en todo el mundo. Sin embargo, las estrategias globales de salud no tienen en cuenta las circunstancias socioeconómicas pobres como factores de riesgo modificables. El Plan de Acción Mundial de la OMS para la Prevención y Control de Enfermedades no Transmisibles, por ejemplo, señala los siete principales factores de riesgo de salud, incluyendo la actividad física insuficiente, consumo de tabaco y la presión arterial elevada, para reducir la mortalidad prematura por enfermedades no transmisibles en un 25% para el año 2025. El bajo nivel socioeconómico, es decir, la pobreza, no está incluido entre los 25×25 factores de riesgo”.

El estudio determina que se utilizaron datos de más de 1,7 millones de personas en 48 estudios de conjuntos independientes de siete países y se encontró que la asociación independiente entre el estatus socioeconómico –pobreza- y la mortalidad es comparable en fuerza y ​​consistencia a seis de los factores de riesgo de la OMS -consumo de tabaco, consumo de alcohol, actividad física insuficiente, aumento de la presión arterial, la obesidad, la diabetes-. El estudio de The Lancet es uno de los mayores realizados hasta la fecha para examinar la asociación entre el nivel socioeconómico y la mortalidad prematura y la primera investigación a gran escala para comparar directamente la importancia de las circunstancias socioeconómicas como determinantes de la salud con los seis principales factores de riesgo específicos en las estrategias globales de salud para la reducción de la mortalidad prematura.

La pregunta lógica es ¿por qué la OMS no incluyó la pobreza en los factores de riesgo del Plan de Acción Mundial para la Prevención y Control de Enfermedades no Transmisibles para 2020? ¿Tuvieron que ver los gobiernos en esta decisión? Porque esta estrategia de la Organización Mundial de la Salud ha tenido que ser aprobada por los gobiernos y es muy posible que a algunos países no les gustase que en sus estadísticas apareciese como un factor alto de mortalidad la pobreza existente.

La conclusión del estudio de la revista The Lancet en este aspecto es clara: “Al mostrar impacto en la salud comparable de nivel socioeconómico bajo -pobreza- que el de los principales factores de riesgo, nuestro estudio sugiere que la adversidad socioeconómica debe incluirse como un factor de riesgo modificable en las estrategias locales y globales de salud, las políticas y la vigilancia de riesgos para la salud”. Esto significa que la pobreza no es solo una cuestión socieconómica, es también un problema de salud de primer orden.