Hubo un tiempo muy, muy lejano, en el que se pensaba que Aragón era tierra de dragones y criaturas mágicas. Algunos de ellos disfrutaron de gran fama y se mantuvieron en el tiempo, aunque pasaran siglos y siglos. Uno de los más conocidos fue el de Bronchales, uno de los pueblos más altos de España, localizado en la sierra de Albarracín.

El misterioso animal aparece en la literatura de Javier Sebastián, según la cual vivía en una cueva próxima a la Fuente del Hierro e imposible de atacar. Cuenta la leyenda que el dragón asustaba a los vecinos debido a su poder hipnotizador. En otras palabras, la criatura hipnotizaba a los lugartenientes para después matarlos. En el mejor de los casos, sometía a los pastores mirándolos a los ojos y a continuación les quitaba lo que tenían de comida. Dicen los habitantes del lugar que mucho peor era cuando se encontraba con una mujer, ya que le aplicaba su boca a los pechos hasta vaciárselos y daba el extremo de su cola a los bebés cuando estaban dormidos.

Como no podía ser de otra manera, las habladurías -para algunos hechos probados- aumentaron las ganas de los ciudadanos del municipio contra el dragón, de manera que se lanzaron a atacar a la criatura. ¿Cómo lo hicieron? El alcalde pidió consejo a un sabio ermitaño que vivía en las montañas, a quien bastó una palabra para recomendar cómo atacar: fuego. Ello da sentido al título del libro: La casa del calor.

Dicho y hecho, cuando el dragón se fue a dormir, los lugartenientes le bloquearon la salida de la impenetrable cueva con ramas que quemaron. En este punto de la historia, ésta tiene dos partes. La primera es que el dragón murió y que sus alaridos estremecieron tierra y árboles mientras que su sangre se derramó por toda la zona y la contaminó con sabor amargo, especialmente el agua de la Fuente de Hierro. La otra versión es que los ciudadanos entraron en la cueva -de unos siete kilómetros de longitud- con antorchas al amanecer y vieron otra salida, por la que podría haber escapado el dragón.

Fuente del Hierro

Qué visitar en Bronchales (Aragón) durante una escapada rápida

Volviendo al principio de estas líneas, Bronchales es uno de los pueblos más altos de España, tal y como amparan sus 1.569 metros sobre el nivel del mar. ¿La consecuencia mejor y más directa? Que esto le permite estar en contacto directo con la naturaleza.

Otra de las grandes ventajas de Bronchales es que se puede visitar en un día. A continuación, te damos algunas pautas por si un fin de semana o un día que tengas libre te apetece acudir a esta localidad tan increíble. Desde este medio, desde luego, te lo recomendamos.

Comenzaremos nuestra particular ruta por la Ermita de Santa Bárbara, del siglo XIV y ubicada al lado del cementerio, encima de las rocas que predominan el pueblo. Lo más llamativo de este sitio -más allá de los detalles renacentistas- es que desde él se puede observar una panorámica del municipio y del conjunto de la sierra.

En ella se construyó la Iglesia Parroquial en honor a la Virgen de Nuestra Señora de la Asunción en el siglo XVI. Se trata de uno de los espacios más importantes de la localidad debido a su valor arquitectónico y cultural. Está hecho en mampostería rojiza y su estilo no tiene desperdicio: bóvedas góticas, crucería estrellada y su increíble capilla de Santo Cristo hacen de ella un lugar de lo más visitable.

iglesia de Bronchales

Si buscas un regreso al pasado rural estás también obligado a pasar por El Endrinal, una finca muy cerca de Bronchales que en su día sirvió como fábrica romana de Terra Sigillata cuyas piezas pueden verse en el Museo de Teruel y que contiene una gran cantidad de obras de cerámica en siglos anteriores.

Pero Bronchales es muchos más miradores, como los Montes Universales o el Mirados de Sierra Alta, fuentes como la del Canto o la de Ojuelo y otras ermitas como la de San Roque (declarada patrimonio del pueblo) y edificada en honor a San Roque, el santo del pueblo; o la de la Jara.