Un estudio estadounidense reciente ha revelado un aumento significativo en la presencia de microplásticos en el cerebro humano. Muestras de tejido cerebral recolectadas en 2024 contenían hasta un 50% más de estos fragmentos que aquellas extraídas en autopsias realizadas en 2016, lo que sugiere una acumulación progresiva con el tiempo.

El análisis comparativo entre distintos órganos mostró que el cerebro contiene entre siete y treinta veces más microplásticos que los riñones o el hígado. En términos de concentración, los investigadores encontraron un promedio de 4.800 microgramos por gramo de tejido cerebral, lo que equivale aproximadamente al 0,48 % del peso total del cerebro.

Los fragmentos plásticos identificados son nanoplásticos, partículas diminutas que pueden atravesar la barrera hematoencefálica y alojarse en el cerebro. Se ha detectado que estos elementos se acumulan en las paredes de las arterias y venas cerebrales, así como en las células inmunitarias del sistema nervioso.

Relación entre los microplásticos y la demencia

El estudio también encontró que los cerebros de personas diagnosticadas con demencia contenían entre tres y cinco veces más partículas plásticas en comparación con los cerebros de individuos cognitivamente sanos. Aunque estos resultados son llamativos, los investigadores advierten que aún no hay evidencia suficiente para afirmar que los microplásticos sean un factor causal en el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas.

La presencia elevada de plásticos en cerebros con demencia podría deberse a la degradación de la barrera hematoencefálica y la alteración de los mecanismos de limpieza celular que ocurren con esta enfermedad. A medida que el tejido cerebral se atrofia, los plásticos podrían acumularse en mayores cantidades.

Impacto potencial en la salud humana

El aumento en la producción y el uso de plásticos en las últimas décadas podría explicar esta acumulación en los tejidos humanos. Según expertos, más de la mitad del plástico fabricado en la historia se ha producido desde 2002, y se prevé que esta cifra se duplique para 2040.

Los estudios han demostrado la presencia de microplásticos en diversos órganos del cuerpo humano, incluyendo el corazón, los pulmones, el tracto gastrointestinal, los testículos y la placenta. Sin embargo, aún se desconoce el impacto exacto de estas partículas en la salud.

Una de las principales preocupaciones es que los nanoplásticos pueden actuar como "caballos de Troya", transportando sustancias químicas nocivas, como bisfenoles, ftalatos, retardantes de llama y metales pesados, los cuales han sido vinculados con alteraciones hormonales, problemas reproductivos y otros trastornos.

Cómo llegan los microplásticos al cerebro

Se cree que la alimentación es la principal vía de exposición a estas partículas. Estudios previos han detectado microplásticos en alimentos y bebidas de consumo habitual, como agua embotellada, mariscos y productos envasados en plástico. También se han encontrado en el aire, especialmente en áreas urbanas con alta contaminación.

Los nanoplásticos parecen aprovecharse de la afinidad del cerebro por los lípidos para llegar a este órgano. Dado que el cerebro humano está compuesto en un 60 % por grasa, los plásticos podrían adherirse a los ácidos grasos esenciales y viajar a través del torrente sanguíneo hasta depositarse en el tejido cerebral.

¿Se pueden reducir los riesgos?

Aunque aún queda mucho por investigar sobre los efectos de los microplásticos en el cerebro y otros órganos, los expertos recomiendan tomar medidas para minimizar la exposición. Reducir el uso de plásticos de un solo uso, optar por envases de vidrio y evitar el calentamiento de alimentos en recipientes plásticos son algunas estrategias para disminuir la ingesta de estas partículas.

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