Uno de los objetivos en materia ambiental hace bastantes años era alcanzar, al menos, el marco legislativo por el cual la descontaminación de un terreno, un río o cualquier entorno natural lo pagase quien lo había provocado. Parece razonable y se describía como “quien contamina, paga”. Hoy la legislación europea y española está modificada en esa línea, aunque muchas veces sea difícil poder determinar quién es el responsable directo y cierto de algunos incidentes de contaminación. Es verdad que la ciencia y el mayor conocimiento ha permitido que gracias al avance en análisis y sistemas de detección se haya avanzado bastante.

El problema se incrementa especialmente cuando la contaminación es de un factor, el automóvil por ejemplo, y con unos efectos dispersos como puede ser en el medioambiente y la salud. Muchos factores y diversas afecciones. En estos casos lo seguimos pagando todos, quienes conducen y quienes no, en la salud y en el impacto en el entorno. Seguro que iremos avanzando, pero el coste de dinero público por esos “factores dispersos de contaminación” sigue siendo muy alto y poco justo.

Pero la máxima de que debe ser castigado por la justicia el responsable de contaminar a pagar los costes de dejar el entorno o el lugar afectado tal y como estaba con anterioridad, seguro que es compartido.

Sin embargo, en nuestra conducta individual no siempre actuamos con ese pensamiento. Es más fácil estar de acuerdo que una gran empresa pague por una gran afección ambiental que reducir la escala y considerar que yo también debería aplicarme ese criterio.

No parece razonable que, por ejemplo, la falta de urbanidad de algunos haga que requiramos de un gasto y unas infraestructuras de limpieza viaria tan elevados. Tiramos más basura al suelo en la calle, lo público, que en nuestra casa, lo privado. Si aplicamos el mismo criterio, no es justo que deban pagar todos la desidia y falta de respeto de unos pocos; pero es así. Sería necesario poner a un policía detrás de cada uno de nosotros y que libreta en mano vigilase si cumplimos o no. Sería más caro y desde luego muy discutible en materia de derechos civiles. Dependerá, como en muchos casos, de nuestra capacidad de actuar y convivir pensando en el bien común y en el respeto a los demás. Por eso es tan importante la labor de la educación ambiental en todas las edades y situaciones, no solamente en la escuela sino en la vida. La divulgación, la sensibilización y la información debe actuar sobre todas las personas, mayores y jóvenes.

Pero seguro que todos hemos oído a alguien que tira un papel, envase o plástico al suelo en lugar de depositarlo en un contenedor o papelera la frase: “Ya pago para que lo recojan” o más suave “con esto que hago se mantiene el empleo de los basureros y gente de la limpieza”.

Esta actitud esconde una visión de la sociedad muy mercantilizada. Pago luego exijo. Además de una concepción muy individualista hay un cierto clasismo. Pero parece esto más aplicable a la compra en una gran superficie donde somos consumidores y esa visión de derechos como tales donde es aplicable, que a nuestro papel como ciudadanos en la sociedad. No pagamos para que nos ofrezcan servicios, sino que una parte de nuestros ingresos van destinados a cubrir labores colectivas o a facilitar que aquellos que no pueden lograrlos por tener bajos ingresos tenga cubiertas sus necesidades mínimas en forma de derechos: sanidad, educación, servicios sociales…

Ahora le sumamos el deber de cuidar el planeta y evitar cualquier perjuicio a la naturaleza. Y ese deber no es un derecho en función de si se paga impuestos o no. Es un deber ciudadano y colectivo. Es por ello que no tenemos derecho a ensuciar o contaminar, tenemos la obligación de no hacerlo.

Tampoco es verdad que el incivismo genere más empleo y sea bueno ser un “guarrete” para no generar paro. Si lo llevásemos a un extremo grotesco podríamos decir que cometer delitos es bueno porque genera empleo de policías y de personal de prisiones. Una sociedad no evoluciona así.

Por el contrario, gracias a la labor cívica de la mayoría de las personas que reciclan, por ejemplo, o más bien depositan de forma selectiva sus residuos en los diversos contenedores de residuos, se genera mucho más empleo en las plantas de separación, tratamiento de residuos y generación de nuevos materiales para ser usados que en el modelo antiguo de tirar la basura sin control, recogerla y llevarla a un vertedero. La mejor gestión de lo común en materia ambiental genera mucho más empleo. Es bueno para todos.

En realidad, detrás de la frase “contamino porque pago” se esconde contamino porque soy un “guarro” y hace sentirme superior a los demás. En esto el cliente no siempre tiene la razón, como en muchas ocasiones; pero además porque no es cliente, es ciudadano.