El nuevo Mapa de la Tranquilidad 2025, lanzado por Gerard Alegret Gordo, ofrece una radiografía precisa del bienestar territorial en España. En esta entrevista, Alegret explica cómo se ha construido el mapa, qué provincias lideran el ranking y cuáles afrontan mayores desafíos para garantizar esa tranquilidad que, según señala, “ya es una nueva forma de medir la calidad de vida”.
¿Cómo se ha definido y medido la “tranquilidad” en el mapa de 2025?
En este mapa, la tranquilidad no es un concepto abstracto. Se ha definido como un equilibrio entre tres pilares clave: la seguridad ciudadana, la calidad del ecosistema sanitario y la estabilidad económica. Cada uno pesa lo mismo, un 33,3 %, y todos se han medido con datos oficiales y percepciones ciudadanas. Por ejemplo, para evaluar la seguridad no solo miramos la criminalidad según el Ministerio del Interior, sino también cómo se sienten los ciudadanos.
En lo económico, el mapa se apoya en datos como el PIB per cápita o la tasa de paro. Y en sanidad, que es uno de los pilares diferenciales de este estudio, no solo medimos la satisfacción con el sistema público, sino también cómo el seguro privado actúa como un "ecualizador" de tranquilidad, analizando su penetración y accesibilidad real.
¿Qué provincias son las más tranquilas y cuáles las más vulnerables?
Lugo lidera el ranking como la provincia más tranquila de España en 2025, con una puntuación de 88,5. Le siguen Ávila, Soria, Palencia y Zamora, todas por encima de los 85 puntos. Lo que tienen en común es un excelente equilibrio: puntúan altísimo en seguridad, pero también mantienen una notable fortaleza en su ecosistema sanitario y estabilidad.
En el extremo opuesto están Cádiz, Almería, Huelva, Badajoz y Ceuta. Estas provincias presentan niveles más bajos de tranquilidad, por debajo de los 56 puntos, reflejando desequilibrios importantes en uno o varios de los pilares evaluados.

¿Qué factores influyen más en que una provincia sea vulnerable?
No es solo cuestión de economía. Lo que hemos visto es que muchas provincias costeras, sobre todo del Mediterráneo y las islas, tienen un panorama contradictorio: por un lado, mucho dinamismo económico; por otro, problemas serios en seguridad ciudadana o saturación de sus servicios públicos, especialmente los sanitarios.
Y luego están grandes núcleos urbanos como Madrid o Barcelona. No figuran como provincias vulnerables, pero su puntuación se ve penalizada por el estrés urbano, la percepción creciente de inseguridad y la presión sobre las infraestructuras sanitarias.
¿Qué relación hay entre la tranquilidad y factores como el paro o la ruralidad?
Bastante directa. Cuanto más alto es el desempleo, menor es la tranquilidad. Y lo contrario también se cumple: en muchas provincias del interior, menos pobladas, se detecta una mayor cohesión comunitaria y niveles más bajos de criminalidad.
Las provincias más tranquilas del mapa, como Lugo o Soria, no destacan por grandes dotaciones policiales, sino por estabilidad social. El reto en estas zonas de interior suele ser el pilar sanitario: mantener una buena accesibilidad a especialistas y camas hospitalarias pese a la baja densidad.

¿Se observan patrones regionales claros?
Sí, y muy marcados. El interior del país se confirma como un verdadero bastión de calma: baja densidad de población y poca conflictividad. El eje Cantábrico también destaca, gracias a su equilibrio entre los tres pilares, basado en la fortaleza de su sistema sanitario público.
En cambio, el litoral mediterráneo y las islas reflejan esa dualidad: son motores económicos, pero también zonas donde la presión sobre los servicios públicos, con listas de espera que afectan a la percepción de tranquilidad sanitaria, reduce la puntuación final.
¿Ha cambiado mucho el mapa respecto a años anteriores?
Aunque el mapa 2025 es una foto fija, se perciben movimientos. En el terreno económico hay una tendencia a la mejora: el paro ha bajado un 5,4 % en el último año. Pero en seguridad, la evolución es la contraria: crecen las estafas por internet más de un 9 %.
Y en el pilar sanitario, la evolución es de estabilización, pero con una incertidumbre alta. La satisfacción con el sistema público se resiente por las listas de espera, lo que ha provocado, según datos del sector, un aumento en la contratación de seguros privados como vía para garantizar agilidad y reducir esa incertidumbre.

¿Qué papel juegan las políticas públicas?
Un papel determinante. Las provincias mejor situadas suelen aplicar políticas de proximidad, con una presencia cercana de los servicios sociales, una buena cobertura de atención primaria en sanidad, y una atención directa al ciudadano. Un ejemplo llamativo es el “Proyecto Madrid Seguro”, que buscó reducir la percepción de inseguridad. Y si miramos a Palencia o Albacete, vemos cómo las políticas locales bien enfocadas ayudan a mantener niveles de criminalidad muy bajos.
¿Qué medidas podrían mejorar la situación de las provincias más vulnerables?
La clave está en reducir la incertidumbre. Cuando los ciudadanos sienten que pueden acceder de forma rápida y eficaz a un servicio —especialmente en sanidad— , eso repercute directamente en su tranquilidad.
En muchas provincias, tal y como revela el informe, el seguro privado se ha convertido en una vía para sortear los cuellos de botella del sistema público. No es una solución única, pero sí una herramienta que permite ganar en seguridad personal. El gran reto es garantizar que todos tengan opciones reales, tanto públicas como privadas.

¿Coincide lo que muestran los datos con lo que siente la gente?
Esa fue precisamente una de las prioridades del índice. No queríamos quedarnos solo con datos estadísticos, sino también recoger cómo percibe la ciudadanía su entorno. Por eso incluimos indicadores de percepción, tanto en seguridad como en sanidad, donde medimos la satisfacción real con el SNS. El resultado es un mapa que no solo mide lo que pasa, sino cómo se vive. Al final, la tranquilidad no es solo una cuestión de cifras, sino de sensación personal.
¿Qué impacto puede tener la tranquilidad en otras áreas como el turismo o la inversión?
Muchísimo. La tranquilidad, tal como la medimos, es prácticamente sinónimo de calidad de vida, y eso se ha convertido en el principal factor de competitividad. Impacta directamente en la atracción de talento: los profesionales cualificados y los nómadas digitales ahora pueden elegir dónde vivir gracias al teletrabajo. Priorizan entornos con menos estrés (Seguridad), buenos servicios sanitarios (Sanidad) y estabilidad, convirtiendo a provincias como Navarra o La Rioja en un "imán".
También redefine el turismo. El informe detecta "saturación" y "tensión" en el Mediterráneo. Eso es un foco rojo: el modelo masificado está perdiendo fuelle frente al turismo que busca, precisamente, la calma y seguridad que mide el mapa. Finalmente, afecta a la inversión. Las empresas buscan entornos estables para sus proyectos y empleados. Si se pierde la tranquilidad, como advierte el informe, se resiente la competitividad de toda la provincia.