Investigadores de la Universidad Técnica de Múnich (TUM) en Alemania han planteado una idea que, aunque parezca sacada de una novela de ciencia ficción, podría ser una realidad dentro de miles de años: un día con una hora extra. Según su investigación, pequeñas variaciones en la rotación de la Tierra podrían, a lo largo de un largo periodo, aumentar la duración de los días hasta hacerlos de 25 horas.

¿Por qué se pueden alargar los días?

El estudio, realizado con tecnología avanzada, utilizó un láser anular en el Observatorio Wettzell para medir con precisión la rotación del planeta. En un periodo de tan solo dos semanas, los científicos detectaron una variación de seis milisegundos en la velocidad de la rotación. Aunque esta diferencia parece mínima, los investigadores explican que estos pequeños cambios se acumulan con el tiempo, y que a lo largo de miles de años podrían influir en la duración del día.

El fenómeno está relacionado con varios procesos internos de la Tierra, como el movimiento del núcleo líquido y las placas tectónicas, así como con la interacción gravitacional entre la Tierra y la Luna. De hecho, estudios realizados por la NASA subrayan que la Luna juega un papel crucial en la estabilidad de la rotación del planeta. Sin embargo, este satélite también contribuye, de forma lenta, a la desaceleración de la rotación terrestre.

En este sentido, investigaciones del Instituto de Geofísica de la Universidad de Texas han indicado que la atracción gravitatoria de la Luna está provocando que se aleje de la Tierra a un ritmo de aproximadamente 3,8 centímetros al año. Este desplazamiento tiene un impacto directo en la dinámica de la rotación terrestre.

¿Qué efecto tendría un día más largo?

Si el día llegara a alargarse, los efectos podrían ser amplios. Los ritmos circadianos, que regulan nuestras funciones biológicas, como el sueño y la vigilia, podrían adaptarse a un ciclo más largo, lo que afectaría los patrones de descanso y, posiblemente, la productividad. Además, la duración del día tiene un impacto directo en las mareas, que están influenciadas por la interacción gravitacional con la Luna. Según un estudio publicado en la revista Nature Geoscience, los cambios en la rotación podrían alterar la intensidad de las mareas, lo que, a largo plazo, modificaría los patrones climáticos.

A pesar de que este proceso se da de forma lenta y gradual, los investigadores subrayan la importancia de seguir monitoreando la rotación de la Tierra para entender mejor sus posibles efectos en el futuro de nuestro planeta.

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