En la semana próxima está prevista la aparición de un libro que es su autobiografía y se titula En confianza. Ahí, Rajoy ya penetra más en el ámbito estrictamente político. El candidato a la Presidencia del Ejecutivo “apunta a una nueva reforma laboral más dura que la llevada a cabo por el Gobierno socialista. El jefe de los conservadores sostiene que “las reformas principales deberán darse en el área del mercado de trabajo, ya que la regulación existente hace que tengamos un mercado muy rígido”.

Legislación rígida
Y añade que “una negociación colectiva y una legislación laboral excesivamente rígidas han impedido que las empresas pudieran ajustarse a la caída de la actividad económica reduciendo las horas trabajadas o adecuando los salarios”. Aboga –en coincidencia con la CEOE- por un convenio nacional que contemple las bases y que “luego las empresas puedan establecer sus propios convenios”.

El bueno de la película
Es muy probable que, como él mismo se describe, Rajoy tenga “buena pasta”.  Pero su sensibilidad laboral es nula. Rajoy se alinea a la hora de la verdad con los empresarios, que son los fuertes y los poderosos y menosprecia -con su política de derecha extrema- a los trabajadores y a los parados, que son los débiles y los más vulnerables, sobre todo en tiempos de una crisis tan rapaz y peligrosa como la que sufrimos en España y en muchos otros países. El candidato de la derechona –que ahora se nos presenta como el bueno de la película- es un defensor tradicional de las teorías liberales en  economía. El PP en su conjunto levitaba ante el modelo económico de Irlanda hasta que ese falaz modelo se hundió como un castillo de naipes.

Las maravillas liberales de Irlanda
Según informaba  el diario Público, en su edición del 21 de noviembre de 2010, “la derecha, hace apenas unos años, hablaba maravillas del crecimiento de los irlandeses”. El primero, Mariano Rajoy, que en 2007 ya señalaba en el diario Negocio que “bajar los impuestos” era “la mejor garantía para mantener el Estado del Bienestar”. Rajoy incluyó de forma sobresaliente -entre los países más eficaces en potenciar su economía- a Irlanda. El éxito irlandés –precisó el líder popular- se basaba en que el Gobierno de Dublín estaba “aplicando recetas liberales”. ¡Menudo fiasco, Sr. Rajoy, el de Irlanda, que tuvo que ser rescatada por la Unión Europea!

No se equivoquen
Cuando los ciudadanos españoles voten en las urnas del 20-N, que no se equivoquen. Votar a Rajoy es votar en favor de los empresarios y en contra de los derechos laborales, conquistados  –con sangre, sudor y lágrimas- por la clase obrera y, en general, por los trabajadores y los parados, con el apoyo firme de los sindicatos, de la UGT y CCOO.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM