Puntualizó el líder conservador: “Algunos de los ministros de mi próximo Gobierno (…) habrán de estar más tiempo en Bruselas que en Madrid”. El titular de ese  periódico aludido decía lo siguiente: “Rajoy, casi con un pie ya en la Moncloa, anticipa las claves de su futuro Gobierno”. ¿Ministros? ¿Gobierno? ¿Claves?  No me haga usted reír, don Mariano, que tengo el labio partido.

El pretendiente a Rey, desnudo
Pero ayer, de pronto, apareció hacia mediodía el Barómetro de julio del CIS. Entonces,  una inmisericorde tempestad -con gran aparato eléctrico- castigó, sin piedad alguna, a Rajoy y a sus cortesanos de confianza. Descubrimos por tanto que el numerito de un pie de Rajoy casi entrando “ya en la Moncloa” no era más que un lamentable decorado de cartón piedra. Descubrimos también que el pretendiente a Rey estaba desnudo y no llevaba paraguas ni tampoco catiuscas o botas de agua.

Ni un traje de Camps
Ni siquiera Francico Camps pudo enviarle a tiempo uno de sus célebres trajes para, al menos, taparle las vergüenzas.  Y, desde luego, no hubiera sido lo más adecuado que Rita Barberá le prestara su ropa, incluido uno de sus bolsos Louis Vuitton. Rita, ya se sabe, siempre tan elegante y tan señorial.

Tan cerca de El Escorial…
En efecto, a partir de que empezó a difundirse por doquier el resultado de la encuesta del CIS, Rajoy se fue evaporando. Tan cerca de El Escorial [qué recuerdos aquellos, todos juntos  y revueltos, los gürteles, los berlusconis, los murdochs, los PPpijos, los aznares, los agags y los roucos], Rajoy proclamó que sus “ministros” darían “la vuelta a la situación que vivimos”. No se había enterado –él se entera más bien poco- de que la encuesta señalaba, nada menos, que Alfredo Pérez Rubalcaba sí había comenzado a darle la vuelta a la tortilla.

Timonel de quito y pon
Rajoy Brey, ese Gran Timonel de quita y pon; el pretendiente al trono que se disfraza de  moderado y que encubre a la extrema derecha, es batido en todos los ámbitos por Rubalcaba. Ha recortado  en 3´3 puntos su diferencia de voto con el PP, al que le separan ahora aún 7 puntos. El 40 por ciento de los españoles prefieren como presidente a Rubalcaba frente al 32 por ciento que prefieren a Rajoy. Le da un baño espectacular el candidato socialista. Le vence como “eficaz”, “como dialogante”, como conocedor “de los problemas de España”, como “honesto” y así en todas y cada una de las casillas del CIS.

La remontada
Hay partido. Claro que hay partido, aunque el PP se estremezca imaginándose la derrota. El efecto Rubalcaba se nota en el césped. Se otea, todavía en la lejanía, la remontada. Es posible que la remontada se produzca y acabe de una vez el bochornoso espectáculo de una derecha sin complejos, que miente, calumnia, oculta la corrupción e insulta. Esta derecha no debiera  aspirar al Gobierno de España. No sólo es una exigencia patriótica. Es, sobre todo, una cuestión de democracia y decencia colectiva.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM