Una vez más, el autoproclamado “Gobierno de los mejores” ha arremetido a cajas destempladas, sin ningún tipo de aviso previo, contra el parecer de los trabajadores sociales y recurriendo a argumentos demagógicos con una notable carga xenófoba e incluso racista, contra las cerca de 34.000 familias beneficiarias de estas modestas ayudas económicas, que son sólo de poco más de 400 euros mensuales. Con la excusa de que al parecer se habrían detectado algunos casos de fraude entre los perceptores de estas ayudas –un fraude que algunos expertos estiman que alcanza a cerca del 2%, esto es unos 700 sobre los ya citados 34.000-, el Gobierno de CiU modificó la forma de pago del PIRMI, dejando a muchos de sus beneficiarios sin la percepción de esta ayuda, con todo cuanto ello representa de drama personal y familiar, ya que en muchos casos esta renta mínima de inserción es el único ingreso que recibe una familia y esto les ha llevado incluso al impago obligado de los recibos mensuales de suministros básicos, que ahora deberán pagar con el correspondiente recargo.

Resulta curioso observar cómo esta dureza del Gobierno de CiU con un colectivo integrado fundamentalmente por parados de larga duración que ya no perciben el subsidio de desempleo se da de bruces con la debilidad del mismo Gobierno de CiU con los más fuertes, con los poderosos. A pesar de la gravedad de la crisis, el Gobierno de Artur Mas suprimió ya el impuesto de donaciones y sucesiones que en Cataluña sólo gravaba ahora a las grandes fortunas. Tras los importantes recortes que el Gobierno de CiU ha aplicado ya a servicios sociales fundamentales como la sanidad y la educación, esta nueva vuelta de tuerca demuestra que “el Gobierno de los mejores” es fuerte con los débiles y débil con los fuertes.

Jordi García-Soler es periodista y analista político