Ese viernes, él se roció con su desodorante justo antes de salir de casa: ese que atrae a todas las chicas, te las lleva a la cama y te hace disfrutar de un harén ansioso por recibir dosis inagotables de sexo. La presión es alta, pero el desodorante seguro que funciona: “cuando llegue a casa estarán todas en ropa interior en mi cama, esperándome, seguro”, se dijo.

Además, debía guardar energía porque esa morena imponente le esperaba sentada en el asiento del copiloto del coche nuevo. O quién sabe, a lo mejor estaba recostada sobre el capó del coche. Todos sabemos que es un lugar sensual para insinuarse: vestido de infarto, tacones infinitos. A todas nos vuelve locas un tío con un buen coche. De hecho, es lo que garantiza que nos fijemos en él.

Bueno, y la colonia. Porque es ponerse una de esas colonias (ademas del desodorante) y no podemos evitarlo: tú vas por la calle a comprar el pan, te cruzas con él y te das media vuelta mientras comienzas a hablarle en francés. Porque todo el mundo sabe que para hablar de colonia, se habla en francés.

Lo cierto es que las mujeres estamos muy ocupadas: o bien estamos preparándonos para estar en la cama del chico del desodorante, o colocándonos sobre el capó de un cochazo, oliendo hombres por las calles, o poniendo lavadoras (para lo que viajamos desde el futuro si hace falta). También tenemos que encontrar tiempo para revisar el fondo de la bandeja y lavar con dos jabones distintos; para limpiar esa mancha que los niños se han hecho con la hierba o nuestros simpáticos maridos con la grasa del coche.

Nosotras nos hemos dado una ducha mientras el champú nos daba orgasmos, nos hemos depilado para ir a esa fiesta donde se va a ligar (con el de la colonia y el desodorante), y hemos tenido tiempo para encargarnos de hacer la compra, de fregar el suelo con ese producto que mata todas las bacterias, hemos tendido al sol las sábanas .

Siempre estamos perfectas para ellos. Porque somos las chicas dispuestas siempre, divinas siempre; las madres hiperactivas, que cocinan, limpian, planchan, friegan, y que sufren en silencio las hemorroides, tienen pérdidas de orina.

Si somos ejecutivas hacemos lo mismo, pero vestidas de ejecutivas: tomamos yogures súper sanos para ir al wc, comemos cereales con fibra para lo mismo, o tomamos pastillas laxantes y cuando tenemos la regla usamos compresas o tampones que hacen magia porque nos sirven para dar volteretas, sentirnos limpias, montar a caballo...

Hace unos años en Hipercor vendían camisetas para peques con mensaje: “guapa como mamá” “inteligente como papá”.

A partir de hoy en Reino Unido las empresas de publicidad tienen prohibido hacer campañas con estereotipos sexistas que utilicen y promuevan estereotipos de género para anunciar productos. Así se suma a los países como Bélgica, Francia, Finlandia, Grecia, Noruega, Sudáfrica e India que tienen ya legislación al respecto.

En España desde 2004 está prohibido que en un anuncio se degrade el cuerpo de la mujer. Quizás sería hora de romper con los estereotipos: ojo, el chico que pone mal la lavadora también es insultante y también es un cliché a desterrar. Tomemos nota.