La comedia de William Shakespeare Much Ado About Nothing que en español se tradujo por Mucho ruido y pocas nueces, se basa en un enredo que concluye con una reconciliación final. Nadie espera que las reacciones al acuerdo firmado entre el Gobierno y el grupo parlamentario Bildu vayan a concluir de forma tan positiva, pero sí es seguro que el bramido que la derecha levanta por cualquier acción del ejecutivo, empieza a exceder el límite acústico aceptable en política. Y aún estamos a la espera de conocer el grado de rechazo que pregonará contra la aplicación de la Renta Mínima.

Las explicaciones que facilitó la ministra portavoz, María Jesús Montero, sobre la votación con Bildu, que este mediodía amplió el presidente del Gobierno, son razonables y acaso muy reales. El profundo terror a que peligrase la prórroga del estado de alarma y la preocupación por seguir salvaguardando la salud de la población, llevaron a Sánchez a admitir varias posibilidades de acuerdo para garantizar los votos imprescindibles.

 Una acción necesaria cuando el PP y VOX se han instalado en la negativa, trocando la seguridad sanitaria por el supuesto rédito político que apoyan a golpe de cacerola. Mientras, otros partidos como ERC o sorprendentemente Compromís, han adoptado similar técnica. Unos motivados por su pugna interna frente a Junts per Cat y los otros aún no se ha entendido bien por qué. La portavoz del Gobierno, María Jesús Montero, lo resumió bien en rueda de prensa: “Algunos votan en contra con los dedos cruzados, para que salga adelante una situación que todos, y hay un consenso internacional, creemos absolutamente necesaria”.

Que la reforma laboral que el PP impuso sin acuerdos ni pactos, que tanto dolor ha producido, tiene que ser derogada. Es un punto programático de origen y un asunto que está presente en las intenciones de las formaciones que apoyaron la investidura. No hay nada nuevo en este aspecto. Que se haya acordado con Bildu, entra en las variables del cotidiano acaecer parlamentario. Lo sabe bien la derecha que coincidió en más de un centenar de votaciones con esa formación en el Parlamento Vasco. O como apoyó el propio dirigente popular, Javier Maroto, cuando era  alcalde de Vitoria y  así lo publicaba El Plural en 2019.

Que empresarios y sindicatos protesten estaba previsto en el guión. Y, claro, que la vicepresidenta de Economía, Nadia Calviño, algo tenía que decir. Su afirmación de que no era momento para tratar ese asunto, estaba orientada hacia los poderes económicos y por supuesto hacia Europa. Era el mensaje básico  que necesitaban conocer en aquellos momentos, sin entrar en asuntos internos.

En el escenario aparecen también los inminentes comicios gallegos y vascos y el horizonte de apoyos y coaliciones que se están tramando. Las débiles protestas de Ciudadanos y su reiterada postura de diálogo resulta otro curioso factor en esta pieza teatral que es en suma la política.  Quedan otros interrogantes: ¿Qué pasará si se plantea una posible nueva prórroga? ¿Con qué apoyos afrontará Sanchez el debate de los Presupuestos? ¿La mayoría parlamentaria que consiguió el cese de Mariano Rajoy Brey será recuperable algún día?

El nivel de ruido seguirá incrementándose sin duda alguna, aunque las nueces que se recojan sean contadas.