El actual ministro de Asuntos Exteriores, en funciones, José Manuel García-Margallo, es un bocazas, y un metomentodo.
Con su obsesión monárquica y permanente reclamación del Peñón, pretende el tal Margallo recuperar aquel viril grito de los falangistas ante la embajada británica: “¡Gibraltar Español!” El asunto viene de lejos.
Es un bravo patriota que sueña con atacar a la Pérfida Albión
En junio de 1980, la dirección de UCD advirtió severamente a los llamados jóvenes turcos. Eran éstos un grupo de desairados que se movían en torno a García-Margallo. ¡He aquí, pues, un bravo patriota que sueña con atacar a la Pérfida Albión, protectora del peñón gibraltareño!
Y es que no para García-Margallo, presto a difundir que no hay mejor político en España que Don Mariano. Sus palabras son incluso amables en medio de tantos percances. Montoro, que intenta salir corriendo del gran follón donde se encuentra atrapado, le ha enviado algún mensaje estos días: “Nadie que haya operado en paraísos fiscales puede estar en el Gobierno”.
No vio ningún "inconveniente" en que un ministro en activo tenga sociedades en un paraíso fiscal
Es lo contrario de lo que dijo hace unos días Margallo. Estas son las frases del ministro de Exteriores: “La renuncia de José Manuel Soria como titular de Industria no perjudicará electoramente al PP, y no veo inconveniente en que un ministro en activo tenga sociedades en un paraíso fiscal”.
Y, de inmediato, Margallo, preguntado por El País –cosas veredes- depositó su entrega casi absoluta en favor del presidente Rajoy del Partido de los Corsarios, que así van -de aquí y de allá- los populares. Mientras tanto, se acumulan los millonarios delincuentes, que no son todos, y siguen los chorizos, como Carlos Fabra, el Rey de Castelló, entre muchísima más gentuza. De momento, Fabra ya ha conseguido de la Justicia que le recorte su estancia en la cárcel.
Rajoy se pasa la ejemplaridad por el arco del triunfo
¿Tenía razón Mariano Rajoy cuando declaró que Carlos Fabra era un ciudadano y político ejemplar? Es una evidencia que un tipo como Fabra pueda jamás ser ejemplar. Pero Rajoy sí es ejemplar. Se pasa la ejemplaridad por el arco de triunfo. Y a vivir que son dos días. ¿Y la izquierda? ¡Lamentable, coño!