La historia de la infamia
Piden dimisiones los populares sin que no haya intervenido la justicia y sin que nadie esté imputado y muchísimo menos condenado. Los casos atribuidos a Rubalcaba en cuanto a ETA y, en otro orden de cosas, a Chaves pertenecen a la historia de la infamia. Sin embargo, todo esto no le debe parecer mal a Rajoy, que lo protagoniza a veces, lo permite o lo alienta de puertas adentro.
Conocer a fondo
Sea como fuere, lo más repulsivo de Rajoy es que no haya movido un dedo, desde que estallara la trama Gürtel -hace no poco tiempo-, ordenando abrir al menos investigaciones internas para conocer a fondo el grado de corrupción que afecta al Partido Popular. Rajoy ha eludido en estos últimos años cualquier maniobra de limpieza y de transparencia en relación con presuntos casos de políticos de su partido, vinculados a tramas de corrupción. No ha movido, que se sepa –y tendría la ciudadanía que saberlo-, ni una ficha en el tablero de la delincuencia para actuar contra los pringados en asuntos de corrupción.
Apariencia mafiosa
Rajoy enalteció públicamente la figura de Carlos Fabra -como ciudadano y como político- y es notorio que este tipo de perfil o apariencia mafiosa es un cacique y un presunto sospechoso desde la perspectiva judicial. Fabra ha sido y continuará siendo el hombre fuerte de la derecha de Castellón. Es intocable, pero no precisamente como el mítico Elliot Ness, que sí defendía la ley y perseguía a los que la vulneraban.
Agasajos hasta la náusea
El otro intocable es Paco Camps, al que parece que le rinde pleitesía Rajoy. ¿Qué le debe Rajoy a Camps para que lo agasaje hasta la náusea? ¿Por qué el líder de la derechona no quiso saber la verdad sobre las andanzas peligrosas de Fabra y de Camps? Usted, Sr. Rajoy, no ha querido colaborar con la justicia. Prefiere colaborar con los Fabra, los Camps y los demás presuntos implicados.
Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM