El otro día, mientras veía un informativo de televisión, caí en la cuenta de algo que hasta entonces no me había alertado. Ente las noticias de que se hacía eco el informativo había al menos tres directamente relacionadas con el racismo y la xenofobia. Y no es que estuviéramos aun con la resaca de los últimos acontecimientos en Torre Pacheco y Jumilla, que ya se sabe que las noticias duran lo que dura la actualidad en sacar otras, sino que se trataba de hechos diferentes. Y de hechos, además, que acabamos asumiendo como “normales” cuando para nada deberían serlo, entendamos la “normalidad” como lo adecuado a la norma, o lo entendamos en el sentido de “frecuente”.

Por supuesto, y sabiendo que había que hablar de esto, tomé nota de esas tres noticias, que podrían ser cualesquiera otras en el informativo de cualquier otro día.

En la primera de ellas se hablaba de esa vergonzosa cárcel que Trump ha hecho para inmigrantes, rodeada de caimanes, por si fuera poco, y de la que se enorgullece sacando pecho con la mayor de las desvergüenzas.

La segunda noticia hacía referencia al pánico desatado en Belfast -y con razón- con la proliferación de patrullas “antiinmigrantes” que intimidan y hostigan en las calles a las personas migrantes o racializadas, que se autodenominan “Primera división de Vigilancia nocturna”, aunque bien podrían llamarse “primera división del racismo a tiempo completo”

La tercera, muy relacionada también con Trump, era la creación de zonas seguras en los colegios estadounidenses de determinada zona para que los jóvenes puedan ir a estudiar sin el miedo a ser deportados por algún escuadrón de control de inmigrantes de los que tanto gusta el presidente de pelo naranja.

Estas tres noticias eran, por desgracia, la punta del iceberg, por lo que pude comprobar después. Porque he hecho un pequeño experimento que invito a cualquier a secundar y he comprobado que el racismo campa por sus fueros. No hay más que teclear “racismo” en el buscador y seleccionar la parte de noticias para confirmar que hay varias que no tienen más que unas horas. Por un lado, polémica en el mundo del cine por las críticas a la elección de una actriz de ascendencia hindú para representar un personaje. Por otro, el fútbol, que parece ser un vivero de la intolerancia en vez de ser de la deportividad, era el marco en el que un aficionado de un equipo inglés era detenido por insultos racistas a un jugador. Y varias, además, relacionadas con las condiciones de vida deplorables en que viven muchos migrantes,

Podríamos decir que son solo un botón de muestra, que un grano no hace granero y que no hay que generalizar. Pero nos engañaríamos. El racismo y la xenofobia se están convirtiendo en el pan nuestro de cada día. Y no podemos permitirnos que nos deje de llamar la atención.

SUSANA GISBERT
Fiscal y escritora (@gisb_sus)