Gracias al fallo judicial que lo ordenó, Franco ya no es alcalde honorario de Valencia. Un detalle: el Pleno municipal nunca votó retirar tal honor, sino exactamente “acatar la sentencia” que obliga a ello; la cara está salvada para un PP que defendía como gato panza arriba a su señor; Franco deja de ser alcalde, pero no con su voto.

Pero el Cuadro de Honores de la tercera ciudad de España sigue siendo impresentable. Las ciudades, Instituciones o entidades se retratan en ellos mostrando los valores a los que rinden homenaje; el Cuadro de Honores de Valencia no la representa; sigue oculto sin que nadie se atreva a sacarlo a la luz por las decenas de nombres impresentables que lo impiden figurando en sus distintos apartados.

Franco se queda sin su título de alcalde pero sigue ostentando la medalla de oro de la ciudad además de una de las máximas distinciones falleras, el Bunyol d’Or amb fuller de llorer i diamants. Otro insigne franquista, Rincón de Arellano, detenta otra alcaldía perpetua junto a la Virgen de los Desamparados.

Y no sólo eso: generales golpistas figuran en el Cuadro de Honores de Valencia como hijos adoptivos (Aranda y Asensio, Alonso Vega, Vigón, Barroso, etc.) junto a numerosos jerarcas falangistas como Ramón Laporta o Antonio Rueda, ministros de la Dictadura como Federico Silva o Carrero Blanco y un largo elenco de políticos franquistas de segundo orden que sobreviven emboscados, recibiendo honores fuera de la legalidad vigente y que denotan que aún queda mucho por hacer.

El Pleno sólo habla del título de alcalde honorario otorgado con urgencia a Franco el 1 de mayo de 1939 para que como tal presidiese el primer Desfile de su Victoria sobre Valencia dos días después. Para que un día podamos exhibir nuestro Cuadro de honores sin sonrojarnos es necesario un gran acuerdo para detectar y eliminar de él los personajes que lo infectan de valores anticonstitucionales; no basta con eliminar lo más llamativo tras ocho años de peticiones; hay que cumplir con la legalidad. Varios de ellos se reparten incluso por el callejero como muestra de la mentalidad imperante durante décadas en que quienes ocuparon Valencia se dedicaron a otorgarse honores y medallas a sí mismos como nunca antes ni después hicieron otros.

Si se quiere, hay espacio para el acuerdo y que en nuestra Comunitat impere la normalidad democrática en los Cuadros de Honores y callejeros, como acaba de demostrar el firmado en Aspe con la Iglesia o en Castelló para la retirada de honores a Franco. Grau dice que la Comisión de Cultura eliminará las ilegalidades que se detecten; nosotros tenemos una larga lista de ellas (medallas, menciones de honor, calles, escudos...) que ponemos a su disposición alegrándonos de que por fin se reconozca que en Valencia hay ilegalidades... ¿o es que también tenemos que demostrar judicialmente que lo son, una a una?

Matías Alonso Blasco es Coordinador del Grupo para la Recuperación de la Memoria Histórica
(Fundació Societat i Progrés) . Valencia