No sé de qué se sorprenden algunos ante las declaraciones del empresario Juan Roig, dueño de Mercadona. De las pocas verdades que ha dicho es esa: “hemos subido los precios una burrada”. Es lo que sabemos todos, y los que han hecho y siguen haciendo todos los empresarios de este país con los precios de los bienes de primera necesidad. Lo que es más indignante de estas declaraciones es la segunda parte, cuando asegura que “de no hacerlo habría sido un desastre para la cadena de producción”.  Este pretender que él y los suyos se están haciendo aún más multimillonarios a costa de sacarle la sangre a los productores en origen, que son los que se dejan el lomo cultivando el cereal, la oliva, el girasol, las frutas y verduras, las carnes, etcétera, y, sobre todo, llevar al límite de la pobreza extrema a la mayoría de la sociedad española, es lo que merece algo más que el desprecio. Para ser un empresario de éxito, y supuestamente con estudios, aunque ya sabemos que para algunos es más fácil cursar o comprar títulos que para otros, actúa y habla como el típico nuevo rico que ha hecho dinero y se manifiesta con la impunidad y la insensibilidad de quien pertenece más a la raza de los usureros que a la de los humanos. Queda claro que, al sector empresarial del ramo, no les importa nada que la sociedad española se empobrezca para lo básico, para el día a día y, no comprenden, que es la base de su negocio y que, este tipo de situaciones, pueden llegar a romper la paz social.

Desde la crisis de Lehman  Brothers, en 2008, que parece tener ciertos remedos en la crisis bursátil de estos días con el banco de Silicon Valley, la maquinaria del capitalismo está decidida a demoler los principios y pilares de la sociedad del bienestar. Todo se enfoca en desmontar la sanidad pública, la educación pública, pero, lo que era insólito, era llevar a las familias a los límites de la marginalidad y la miseria, imposibilitándoles la básica nutrición de sus hijos, mayores y ellos mismos, por la usura de los grandes empresarios. El pretexto de la cronificada Guerra de Ucrania, y el encarecimiento de las materias primas y el precio del gas y la electricidad ya no cuelan. No se ha repercutido la bajada cuando la energía ha bajado y, lo que es peor, no se han devuelto los precios ha su lugar cuando algunos han duplicado con este pretexto su precio. Aquí hay quienes han decidido no sólo acabar con la clase media, sino convertirnos a todos en míseros esclavos dependientes de su caridad y caprichos. Somos esclavos, poniendo en movimiento la rueda que necesita y hace esclavos. Sus argumentos son tan irritantes como desmontables, como se ha hecho en Francia, al hacer públicos sus márgenes de beneficios, lo que ha llevado a que las grandes cadenas reduzcan sus márgenes por el bienestar social, haciendo lotes y cestas a precios rebajados de productos básicos. No quiero desempolvar los viejos manuales de filosofía, y recordar lo que ya Marx analizó con respecto a las superestructuras e infraestructuras del poder. Pero sí recordar que, movimientos como el comunismo, o el anarquismo, nacieron como reacción a la explotación de la mayoría por parte de una minoría. Todas estas teorías acabaron fracasando en la práctica con ejemplos residuales que aún hoy sufrimos, pero no es menos cierto que el capitalismo salvaje que vivimos ya no disimula su canibalismo. Además de una indecencia, de una inhumanidad, por no hablar de la hambruna que está causando y las miles de muertes diarias en el olvidado tercer mundo, pueden acabar desencadenando consecuencias que no se pueden calibrar. Cuando la gente lo pierde todo, acaba también perdiendo la fe, la esperanza y el miedo…

Hay alguna inusitada excepción en toda esta corriente caníbal de los grandes empresarios. La directora comercial de Eroski, Beatriz Santos, ha explicado que la cadena de distribución está al lado de los consumidores en estos momentos, motivación para iniciar una guerra de precios en la distribución con este lanzamiento, que comenzará el 16 de marzo con la definición de una cesta que contenga 600 productos básicos a menos de 2 euros y otros 200 productos de un euro o menos. El 35% de esta cesta de la compra estará compuesta por productos de la marca propia y el resto pertenecerá a marcas líderes y locales. Ojalá, ya que no les mueve el interés general a la mayoría, la competencia sí lo haga. Entre tanto, estaría bien que la izquierda de este país dejara de hacerle el trabajo a la derecha, matándose entre sí, como están acostumbrados desde tiempos de el Frente Popular en los años treinta del siglo pasado. Estaría bien que ellos, así como los que se llaman partidos de centro, pensaran más en la ciudadanía que en sus campañas electorales pero, claro, esto es pedirles peras al olmo, y con los precios de las peras…mejor no esperar milagros.