Viajamos al Alto Maestrazgo, en la provincia de Castellón, en la Comunidad Valenciana, para conocer uno de los últimos reductos de la Orden del Temple en nuestro país. Ubicado a 1.120 metros de altitud, a caballo entre Valencia y Aragón, el pueblo de Culla conserva numerosos vestigios de su pasado multicultural, pero es conocido, sobre todo, porque fue la última posesión que compraron los caballeros templarios antes de su disolución. Pagaron 500.000 sueldos -una moneda de oro clave como unidad de medida en la Edad Media y que era la vigésima parte de una libra-, todo un dineral en 1303 que demuestra su importancia estratégica. La operación incluía las localidades de Benassal, Atzeneta del Maestrat, Vistabella del Maestrat y otros enclaves de la zona. El acuerdo fue formalizado por representantes templarios de la Corona de Aragón, bajo autorización del Gran Maestre Jacques de Molay.
La presencia templaria en Culla fue breve. En 1312, apenas nueve años después de la adquisición, el papa Clemente V disolvió la Orden del Temple. A partir de ese momento, sus propiedades pasaron a manos de la Orden de Montesa, creada por decisión de la monarquía aragonesa con el objetivo de ocupar el espacio que los templarios dejaban vacío. La nueva orden mantuvo el control del municipio hasta el siglo XIX.
Un castillo estratégico
Culla está declarado Conjunto Histórico Artístico y Bien de Interés Cultural. Ell municipio estuvo bajo dominio musulmán hasta su reconquista en 1233, pero sus orígenes se remontan a la Prehistoria. Prueba de ellos son las pinturas rupestres del barranco de Santa Maria y Covarxa, que formab parte del arte rupestre levantino, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998.
Uno de los elementos patrimoniales más relevantes de la localidad son las ruinas del castillo, de origen islámico (siglo XI) y reformado posteriormente por los templarios. Aunque en la actualidad solo se conservan restos parciales de sus estructuras, todavía es posible identificar los límites del recinto y algunos elementos como la torre del Frare Pere, vinculada a la historia local. La fortaleza fue destruida tras el final de la primera Guerra Carlista (1842), cuando la villa se vio envuelta en los enfrentamientos entre liberales y los tradicionalistas. Gracias a las recientes excavaciones arqueológicas pueden verse los cimientos de las murallas y torres defensivas que formaban parte del recinto.
Se conservan algunos tramos originales de la muralla, como la Porta Nova o la torre del Palomar. Estos elementos defensivos reflejan la importancia estratégica del enclave durante los siglos de dominación cristiana, ya que desde allí se podía visumbrar una enorme extensión de territorio, tanto de Aragón como de Valencia, llegandose a vislumbrar incluso el golfo de Valencia o el Parque Natural del Montgó, en Denia (Alicante).
Un mercado agrícula y ganadero común
Uno de los aspectos más singulares de la historia de Culla es la creación, en 1345, de una organización territorial conocida como la Setena de Culla. Esta entidad agrupaba siete municipios de la zona —Culla, Benassal, Atzeneta del Maestrat, Vistabella del Maestrat, Benafigos, Torre d’En Besora y Vilar de Canes— que gestionaban de manera conjunta los recursos forestales y ganaderos. Durante siglos, esta forma de cooperación permitió el desarrollo económico de la región mediante el aprovechamiento compartido de pastos, montes y fuentes de agua.
La Setena se mantuvo activa hasta el siglo XIX, momento en el que las desamortizaciones y los cambios en la administración local provocaron su desaparición. Aun así, su huella permanece en el imaginario colectivo y en algunos documentos conservados en archivos municipales y eclesiásticos.
Casco histórico de Culla
El casco urbano de Culla mantiene una estructura medieval con calles estrechas, empedradas, y viviendas de piedra adaptadas al terreno. Entre sus edificios destaca la iglesia parroquial de El Salvador, construida en el siglo XVIII y que contiene elementos barrocos en su interior. También se conservan varias ermitas en los alrededores, como la de San Cristóbal, situada en una pequeña colina que domina el entorno.
Uno de los espacios más singulares es Antiguo Granero del Comendador, que durante las Guerras Carlistas se uilizó como cárcel y, desde entonces, es conocida como La Presó. En su interior aún se pueden ver los grilletes originales y grabados realizados por los presos en las paredes, testimonio directo de si àsadp carcelario.
Recreación histórica
Cada verano, Culla acoge una recreación histórica llamada Culla 1233, que rememora el momento de su conquista cristiana. Esta actividad incluye desfiles, mercados medievales, visitas guiadas, talleres de oficios tradicionales y actividades infantiles, con el objetivo de divulgar el patrimonio local y atraer visitantes interesados en la historia y la cultura.
También se celebran fiestas en honor a San Roque y a San Cristóbal, con actos religiosos, música tradicional y comidas populares que mantienen vivas las costumbres del municipio.
Un monumento natural: la Carrasca de Culla
Además de su patrimonio histórico, Culla está rodeada de un entorno natural de alto valor ecológico. Uno de sus elementos más representativos es la Carrasca de Culla, un ejemplar de encina catalogado como árbol monumental. Tiene más de 500 años, un perímetro de siete metros y una altura de 20. Es considerada símbolo de la comarca y punto de encuentro para visitantes y senderistas.
La zona ofrece numerosas rutas de senderismo y cicloturismo por antiguos caminos ganaderos, con vistas panorámicas del Maestrazgo y puntos de interés geológico, botánico y faunístico.
Uno de los pueblos más bonitos de España
Culla forma parte desde 2020 de la red de los Pueblos Más Bonitos de España, una red a la que pertenecen otros municipios de la provincia de Castellón como Peñíscola, Vilafamés y Morella. Este reconocimiento premia su labor de conservación patrimonial, urbanística y paisajística. Entre otras cosas, la asociación valora aspectos como el cuidado del patrimonio, la armonía del municipio, limpieza, conservación de las fachadas, circulación de vehículos, cuidado de flores y zonas verdes, la actividad cultural programada o la atención a las tradiciones.