La embajadora pronunció un discurso políticamente correcto y, en el fondo, conservador, que –al margen de haber sido leído en todas las lenguas oficiales de España, un gesto sin duda meritorio- habría podido suscribirlo el mismísimo PP. Avaló Figa el “laicismo positivo”, un término que utilizó el derechista Nicolás Sarkozy en una de sus visitas a Benedicto XVII. Lo de “laicismo positivo” viene a ser, de hecho, como echar agua al vino. Obsequió las nueva embajadora también al Pontífice con un reconocimiento de “una buena parte de las raíces cristianas” de España que –precisó- siguen “produciendo ejemplares frutos en lo individual y en lo social”. Asimismo subrayó “los lazos seculares que existen entre España y la Santa Sede”

“Ejemplares frutos”
¿Incluye Figa en tales “ejemplares frutos” –los de antes y los de ahora- el poder omnímodo que ha tenido la cúpula de la Iglesia española desde tiempos remotos y que en la actualidad insiste en recuperar al máximo posible? ¿Le suena lo de El Quijote: “Con la Iglesia hemos topado [o dado], amigo Sancho?” ¿Incluye las anuales manifestaciones callejeras de prelados, curas y fieles contra leyes aprobadas por el legítimo Gobierno Zapatero, en esos “ejemplares frutos”? ¿Incluye en “los lazos seculares” el Concordato firmado por Pío XII y el sangriento dictador Franco en 1953? ¿Incluye en tales “lazos” el régimen del nacionalcatolicismo que duró, como la Dictadura, cuarenta años?

Un invierno en Mallorca
¿Qué debe decirnos la representante del Gobierno sobre los “frutos ejemplares” de la diabólica conducta del Tribunal del Santo Oficio o la Santa Inquisición? En el libro Un invierno en Mallorca, escrito hacia 1885 por George Sand, la autora reproduce “una relación impresa en 1755 por orden de la Inquisición que contenía los nombres, apodos, calidad y delitos de los infelices sentenciados en Mallorca desde el año 1645 hasta 1691”. La relación es criminalmente escalofriante. La próxima vez que tenga Figa el honor de hablar con Joseph Ratzinger, tendría que preguntarle por el Santo Oficio. Benedicto XVI sabe ciertamente muchísimo sobre esta evangélica institución.

La cartilla pontificia
No desaprovechó la ocasión el Papa para leer a los ciudadanos españoles la cartilla pontificia. Se quejó de la “hostilidad contra la fe” y de marginar al catolicismo “mediante la denigración, la burla, la discriminación e incluso la indiferencia ante episodios de clara profanación.” Criticó además que se reniegue de la historia y de los “símbolos religiosos.” Eso sí, Ratzinger agradeció la acogida “generosa” del Gobierno a la Jornada Mundial de la Juventud, que se celebrará en Madrid en el próximo mes de agosto y a la que él asistirá como máximo protagonista.

El presupuesto
¿Cuál es el presupuesto de esta Jornada de clara confesionalidad católica, teniendo en cuenta las aportaciones de la Comunidad y del Ayuntamiento de Madrid? ¿Por qué en plena crisis económica el erario público, que es de todos –y no todos ni mucho menos son creyentes-, ha de financiar una buena parte de esa efemérides? ¿Por qué la Iglesia católica no paga sus propios gastos?

Enric Sopenaes director de ELPLURAL.COM