Como dijo en su día Josep Tarradellas, en política se puede hacer de todo, menos el ridículo. Algunos políticos y políticas de este país han decidido utilizar el populismo delirante como herramienta política generando situaciones esperpénticas que provocan vergüenza ajena. Es evidente que uno tiene que defender sus ideales con pasión, pero estos tendrían que estar basados en el rigor y la verdad, a pesar de ello, la derecha de este país ha decido vivir del enfrentamiento y la post verdad, eufemismo claro para definir que mienten.

El personaje que proyectan algunos políticos se ha tragado a la persona, creando momentos delirantes, generándoles un problema de credibilidad y, lo que es peor, generando un problema como sociedad.

Un ejemplo claro es lo que está pasando con la sanidad madrileña. El modelo de recortes del Partido Popular está siendo sangrante, tanto para el personal sanitario como para los propios usuarios de la misma.

El personal sanitario nos ha demostrado tradicionalmente su implicación y esfuerzo para conseguir y mantener un sistema sanitario público ejemplar y referente mundial. Nos demostraron cómo interponían el interés general ante el personal durante la pandemia.

Y nuestra sociedad y los y las políticas no nos podemos quedar en la anécdota de cuando salíamos a aplaudirles a las ocho de la tarde durante la pandemia y no hacer nada más.

O peor aún, no podemos intentar desacreditarlos de manera intencionada, infra financiarlos e intentar denigrarlos hasta límites insospechados. No se les puede acusar de mala gestión ni a ellos ni al Estado, cuando las competencias en la gestión de la Sanidad son de la propia comunidad.

La señora Ayuso les acusa de mala gestión cuando su comunidad es la que menos invierte en sanidad y menos recursos destina a la atención primaria de todo el estado.

No se les puede acusar de mala gestión cuando su gobierno obliga al personal médico a visitar a más de sesenta personas al día, tan solo pudiendo dedicar tres minutos por paciente.

No se les puede acusar de mala gestión cuando el Gobierno de la Comunidad de Madrid ha realizado acciones deliberadas de despidos de personal médico y cierre de urgencias extra hospitalarias.

Y, obviamente, no se les puede acusar de mala gestión cuando la presidenta de la Comunidad ha decido abrir centros hospitalarios sin personal médico.

Maneras de hacer política y maneras de gestionar que se alejan enormemente de las necesidades de las personas usuarias de la sanidad pública, y del personal sanitario. Una manera más de recortar en servicios públicos para instaurar después el mantra de que no funcionan.

El personal sanitario no hace política con sus demandas, sino que luchan por la sanidad pública y su profesión.  Y cuando las personas que se dedican a la política solo buscan generar nuevos problemas en la vida de las personas en lugar de solucionarlos, no están aquí para hacer política, están aquí para hacer otra cosa y ellos y ellas tendrán que explicar para qué.

Lo que pasa en la Comunidad de Madrid es un ejemplo más de la voluntad del Partido Popular del acoso y derribo a los servicios públicos para seguir instaurando su realidad paralela de modelo de país caduco y privatizado.

Una muestra más de la insolidaridad crónica de la derecha de nuestro país.

Sandra Guaita es diputada del PSOE en el Congreso.