Se veía venir. Los técnicos en propaganda del presidente Moreno, ya sean del PP o del Gobierno Andaluz —tanto monta monta tanto—, han iniciado la campaña electoral a bombo y platillo, de cara a unas elecciones autonómicas que podrían coincidir con el inicio de las fiestas de primavera de 2026, esas que los cursis califican de “explosión de los sentidos”, aunque la decisión final la tiene sólo el presidente, con permiso de Madrid y de Pedro Sánchez, no se le vaya a ocurrir convocar elecciones generales anticipadas.

Lo cierto es que este martes se emplazó en la sede presidencial, entre otros, a los más interesados en construir viviendas, a FADECO, la entidad que aglutina a las empresas del sector de la construcción de Andalucía, para decirles que les van a abaratar el suelo público y van a obligar a los ayuntamientos a que abran la mano para conseguir el objetivo de levantar 20.000 viviendas y paliar así el serio problema de los jóvenes y no tan jóvenes. Un tema que, obviamente, va a centrar la campaña y en la que todos los grupos van a poner la carne en el asador.

Claro que el presidente Moreno deduce con mucha alegría que si hay más suelo y más barato habrá más viviendas asequibles, lo cual no es más que una de esas cosas que se dicen en campaña electoral y que está por ver, porque el mercado manda y las señales, en ese sentido, son negativas, especialmente si no van acompañadas de otras medidas sociales. Hay dinero y demanda para comprar y, por lo tanto, los más necesitados no lo tendrán fácil, ahora que los bancos han decidido aumentar sus beneficios a costa de una mayoría silenciosa que paga cuantiosas comisiones y a la que no le resulta fácil obtener un crédito hipotecario.

En realidad, el acto del martes fue el anuncio del principio del comienzo del inicio de la tramitación parlamentaria de la Ley de Vivienda, que ahora deberá cubrir el trámite parlamentario a toda prisa, para que dé tiempo a tenerla aprobada a final de año, con lo que seguro que tendremos otro acto similar, con los constructores frotándose las manos, con un presidente Moreno erigiéndose en protector de desvalidos y un tratamiento estelar en los medios afines.

Pura propaganda que intenta, además, encubrir el problema del otro gran tema que será estrella en la campaña electoral: la Sanidad Pública, un hueso duro de roer para el creador de paraísos inexistentes en Andalucía, porque en cuanto diga que todo está resuelto, saldrán los profesionales sanitarios y Marea Blanca con una lista de necesidades y agravios más larga que la de Groucho y Chico Marx. Ya saben, “la parte contratante de la primera parte…”.

Resulta curioso escuchar al presidente Moreno decir que quienes, como él, tienen un perfil moderado y centrista están perdiendo terreno frente a los exaltados, en clara alusión al avance de Vox que vaticinan las encuestas. Lo cierto es que ese perfil de equilibrio es también un fino trabajo de su grupo de propagandistas de cara a la galería y los medios afines, porque sus decisiones reflejan claramente un perfil ultraconservador, especialmente en materia de inversión social. Su apoyo descarado a la sanidad privada es uno de los argumentos, aunque se podrían añadir otros, como la rebaja de impuestos a las grandes fortunas o el famoso decreto de Simplificación Administrativa, donde, a cuenta de un recorte del presunto intervencionismo público, se han rebajado los estándares de calidad en muchos servicios, ahora en manos privadas.

La Junta también ha apostado por una visión clásica cultural, como demuestra el apoyo intrínseco y económico a la tauromaquia, que este año superará el millón de euros, en distintos apartados.

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