Como cada año, llega junio y además del calor, las vacaciones escolares y las funciones de fin de curso, se conmemora el día del orgullo LGTBI. Una celebración que empezó siendo una reivindicación y ha ido evolucionando hasta la gran fiesta que conocemos ahora. Al menos en nuestro entorno porque, por desgracia, en muchos países del mundo, la homosexualidad sigue estando no solo proscrita sino también castigada con durísimas penas.

Pero, como suele pasar con los derechos, hay que cuidarlos. Nunca hay que dar el partido por acabado, ni suponer que la victoria es inamovible. Siempre hay que estar alerta porque lo conseguido con muchos años de lucha puede desaparecer en un instante. Y no podemos consentirlo.

Cuando llegan estas fechas, es tiempo de celebrar, pero también es tiempo de reflexionar. No podemos perder de vista que, no hace tantos años, nuestro país era de los que castigaban la homosexualidad. Poco a poco, se ha ido arañando porciones de libertad hasta llegar a la igualdad casi completa que hoy contemplan nuestras leyes.

Pero no es suficiente. El papel es muy sufrido, pero de poco sirven las leyes sin una realidad que haga juego. Y la realidad la creamos las personas, no las leyes. Y ahí es donde todo el mundo tiene que arrimar el hombro.

No podemos negar que el riesgo de regresión existe. Ha sucedido en otros países y podría suceder en el nuestro. Por eso no podemos bajar la guardia.

Cada día se cometen actos de discriminación a personas o grupos de personas por razón de su orientación sexual. Y cada día hay víctimas que callan porque no saben si no va a sr peor contarlo que mantenerse en silencio.

Esta semana saltaba la noticia de un ayuntamiento valenciano que prohibía desplegar banderas LGTBI. No hace mucho, un obispo hablaba de esta misma bandera diciendo que desfiguraba el símbolo bíblico del arco iris con ideas “contra la naturaleza”. Y también hace poco que un futbolista era objeto de burlas por el simple hecho de portar un bolso. Solo son algunos ejemplos de las cosas que pasan a diario, la punta de lanza de una realidad que todavía existe, aunque hayamos avanzado mucho.

Es día de celebrar, sin duda. Pero aun no ha llegado el día en que no haya que reivindicar derechos y luchar por ellos. Ojalá llegara pronto, pero temo que aun quedan muchos armarios cerrados. Y ese es un trabajo para los 365 días del año

SUSANA GISBERT
Fiscal (twitter @gisb_sus)