Pablo Casado debe estar viviendo una situación de auténtico vértigo ante el precipicio al que se asoma el PP cuando se ha empezado a abrir bajo sus pies un gran boquete. Después de muchos años de intentar ocultar la suciedad debajo de la alfombra, con la colaboración de barrenderos profesionales, se investiga el papel de antiguos dirigentes populares y de la cúpula de Interior en la tarea de eliminar documentos del caso Gürtel que comprometían al partido.

El juez tendrá que decidir ahora si cabe llamar como investigados a los ex ministros Jorge Fernández Díaz y María Dolores de Cospedal por su posible intervención en ese asunto. Al menos, las grabaciones que se están conociendo son de vergüenza ajena. Mientras, Mariano Rajoy Brey queda a la espera, aunque su nombre ronda en los papeles de Villarejo, desclasificados este lunes. Se pueden entender así las descalificaciones y la cacería a todo juez que moviera ficha en dirección al Partido Popular.

Lo más difícil de asimilar es que, con la que está cayendo, el líder de la derecha se mantenga en sus trece de negarse a colaborar para sacar adelante al país apoyando las cuentas públicas o cumpliendo el mandato constitucional de renovar las instituciones como el Defensor del Pueblo, RTVE, el Tribunal Constitucional y el Consejo General del Poder Judicial.

En este último caso, muchos ciudadanos ignoran qué es el CGPJ (el gobierno de los jueces) pero intuyen que se trata de algo bastante gordo y que lo que el presidente del PP está haciendo, no está bien. El Partido Popular es el primer partido de la oposición y, como tal, sus votantes más responsables querrían que actuara seriamente. Si no, votarían a Vox que para eso está.

Pablo Casado ha tenido la oportunidad de llevar a cabo una oposición constructiva en una época muy difícil, y la ha desperdiciado. Ha proyectado una  imagen de chisgarabís con discutible formación y poco sentido de Estado. Eso sí, con el inapreciable asesoramiento de un lanzador de huesos de aceituna, pendenciero, de cuya relevancia en asuntos de gobierno, poco se conoce.

Como ocurre al final en política, eso lo van a pagar caro ambos. El problema es que a día de hoy no tienen relevo. ¿Quiénes son a fin de cuentas los demás del clan? ¿Isabel Gómez Ayuso?.¿Javier maroto? Porque del nuevo portavoz del PP y alcalde de Madrid, Martínez Almeida, cabe que despliegue la estrategia dar una de cal y otra de arena. Otros, como el presidente de Galicia, Alberto Alberto Núñez Feijóo, se mantienen lejos de la debacle.

La mayoría del equipo de Pablo Casado lo tiene difícil. Eso sí, se salva la diputada y ex presidenta del Congreso, Ana Pastor. El resto, en líneas generales, son destructivos sin causa. Practican el bloqueo, provocando más descomposición institucional en un momento tan difícil, como el actual. Reparten desasosiego.