Asistimos a un acongojante espectáculo en que determinados medios de comunicación no actúan como valedores de la información, sino como herramientas para lanzar la piedra, dejando preparado el escándalo para que algunos partidos tengan nuevas bases para atacar al Gobierno.

Hemos visto así, como algunas cabeceras han puesto en la picota a ministras y ministros por temas forzados, ridículos, que se han inflado como aerostatos cuando solo contenían aire.

El último turno le ha tocado a Nadia Calviño, ministra de Economía, a la que se le acusa de crear una sociedad instrumental para comprar, junto a su marido, una vivienda y obtener beneficios fiscales. Lo que la ministra ha explicado es que, en el año 2000, con la ayuda de un despacho de abogados para los trámites administrativos, creó con su marido, con el que mantiene el régimen de separación de bienes, una sociedad mercantil con objeto de prestar distintos servicios, incluidos de consultoría y gestión inmobiliaria. Y que en 2004 -hace ya 14 años- enfocó su carrera por completo hacia el sector púbico y se apartó de esa empresa.

Quienes la conocen bien dan fe de que, con el mayor de los escrúpulos, Nadia Calviño ha mantenido separada su actividad profesional de la de los miembros de su familia. En cuanto a su declaración de bienes, ha cumplido estrictamente con lo establecido incluyendo todos los que le correspondían. Desde 2006 trabajaba en Bruselas para la Unión Europea y desde 2014 como directora general de Presupuestos. Abandonó ese puesto para incorporarse al equipo del Gobierno español con entusiasmo profesional. Su anterior sueldo se puede consultar en los listados de la UE y si se compara con el actual, la diferencia a la baja es notable.

Sánchez ha conseguido reunir un grupo de profesionales dispuestos a trabajar por su país, aún a costa de soportar mentiras, difamaciones y acusaciones próximas a la injuria

Este lunes, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha agradecido que una profesional con “un prestigio europeo intachable” haya decidido dejar tal posición para ayudar a su país “en un momento tan difícil y tan complejo como el que heredamos como consecuencia del no hacer de la anterior administración”.

Y ha ratificado que la opinión que le merece Calviño es “extraordinaria”. El presidente ha llamado la atención sobre estas actitudes de la oposición basadas en la gesticulación y en el ruido contra personas de prestigio nacional e internacional intachable, que han dejado su zona de confort profesional, han dado un paso al frente y se dedican a la cosa pública de su país.

Y es que, por supuesto, tras la puesta en escena del asunto, Pablo Casado por el PP y Albert Rivera por Ciudadanos han puesto, como estaba previsto, el grito en el cielo reclamando explicaciones para este caso y para todos los que hagan falta. Podemos también ha pedido que la ministra comparezca, en lo que se diría una acción oportunista.

Lo cierto es que Sánchez ha conseguido reunir un grupo de profesionales dispuestos a trabajar por su país, aún a costa de soportar mentiras, difamaciones y acusaciones próximas a la injuria.