Siempre pasa, pero cuando se acercan días señalados para las reivindicaciones de las mujeres, como el cercano 25N, todavía pasa más. Desde el lado oscuro llegan burlas, añagazas y banalizaciones que pretenden descalificarnos. Y confundir, que no es poco, y la ignorancia es muy osada.

Una de las cosas más frecuentes que se escuchan por esos mundos de Dios son comentarios referentes a que, existiendo mujeres en tal o cual lugar, o saliendo una frase unos labios femeninos, no puede ser machista. Craso error. Las mujeres podemos ser tan machistas como los hombres. De hecho, muchas lo son -o lo somos- sin saberlo, porque los sesgos machistas son algo que nos han inculcado tan a fuego que es difícil incluso detectarlos. Aunque en eso estamos.

Al otro lado del espectro están quienes se empeñan en que un hombre no puede ser feminista, que eso compromete su hombría, su virilidad o cualquiera de esas cualidades que, contempladas como una virtud, acaban siendo la mayor manifestación de machismo. Por supuesto que un hombre puede ser feminista, porque el feminismo no es otra cosa que la lucha porque las mujeres tengamos los mimos derechos que los hombres, y eso les compete tanto como a nosotras. No hay mejor demostración de hombría, a mi entender, que renunciar a los privilegios que durante mucho tiempo ha gozado el sexo masculino y apostar por una igualdad real.

Nunca habría creído hace unos años, que, pasada más de una década, seguiría con la misma matraca de igualdad entre hombres y mujeres. Nunca habría creído que todavía estaríamos tratando de explicar que machismo y feminismo no son la cara y la cruz de la misma moneda porque no son términos comparables. El feminismo trata de conseguir la igualdad que el machismo arrebata, y por eso uno es intrínsecamente bueno y el otro intrínsecamente malo. Por simple que suene. Y no hay más que echar un vistazo a las definiciones que de ambos da la RAE -nada sospechosa de radicalismo feminista- para comprobarlo.

Las mujeres que luchamos por la igualdad todavía nos enfrentamos al despectivo “feminazi” con que tratan de ofendernos. Pero hay que recordar eso de que no ofende quien quiere sino quien puede, y algo así ya no ofende, si es que lo ha hecho alguna vez. Si ser feminazi es luchar contra la violencia de género y por la igualdad de las mujeres, no puede ofendernos. Y no olvidemos aquello de que lo que dice Juan dice de Pedro dice más de Pedro que de Juan. Verdad verdadera.