Moreno Bonilla siempre busca problemas donde no los hay. Siempre busca la confrontación con el Gobierno de la nación. Siempre quiere ser protagonista de todo todo el tiempo, menos de lo que en verdad debería serlo, que es de preocuparse por los problemas de los andaluces. Hoy Andalucía está peor que nunca en sanidad, en educación, en dependencia o en situación de pobreza, pero eso no le importa al presidente andaluz del PP. Su única preocupación de los últimos días hay sido conseguir el mejor sitio donde sentarse en el palco del estadio de fútbol de La Cartuja para ver la final de la Copa del Rey, aunque para ello tuviese que retorcer el protocolo establecido.

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Con esta actitud de ordeno y mando, a Moreno Bonilla se le empiezan a multiplicar los líos. Su modus operandi es trasvasar cada vez más recursos de lo público a lo privado, como en sanidad. Actúa en lo público como la carcoma. Y él se ve con tanto poderío, que considera que no tiene que darle explicaciones a nadie de los destrozos que está llevando a cabo en nuestra tierra.

Andalucía con Moreno Bonilla tiene hoy la peor sanidad pública de España; el menor gasto por alumno en educación; está a la cola de nuestro país en el Informe PISA, es donde más aulas públicas se cierran; es líder en listas de espera en Dependencia con 63.000 personas, es la región más pobre de España según la Encuesta de Condiciones de Vida de 2023 publicada por el Instituto Nacional de Estadística; es la última región de nuestro país en ejecución de fondos europeos; la última en PIB por habitante y la comunidad con mayor paro juvenil, un 40%. Este es el resultado de la gestión de cinco años del PP al frente de la Junta de Andalucía.

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Los muchos millones de euros que gasta Moreno Bonilla en marketing y propaganda no pueden ocultar esta realidad. Una realidad donde se destroza todo lo público para favorecer el negocio de lo privado. Donde han destinado 4.000 millones para derivar pacientes a la sanidad privada, se han incrementado un 20% el presupuesto para la educación concertada, alcanzado este año la cifra récord de más de 1.000 millones; donde se gasta un 14% menos en Dependencia que la media de las comunidades autónomas de nuestro país y donde un 37,5% de los andaluces y andaluzas son pobres, un punto y medio más que el año pasado. Y todo esto ocurre mientras Moreno Bonilla se ha subido este año un 19% su salario ¡Casi nada!

Pero en los últimos días, los líos se le han disparado a Moreno Bonilla: los escándalos en sanidad, las dudas sobre los contratos en el estadio de fútbol de La Cartuja, la investigación de la Fiscalía Anticorrupción a Elías Bendodo por la adjudicación de contratos en pandemia o la denuncia que ha registrado el PSOE de Andalucía en la Oficina Antifraude por presuntos “conflictos de intereses” en patrocinios de Turismo.

Esta semana un paciente jienense denunciaba la falta de médicos en la Unidad de Sueño. Lleva desde noviembre de 2022 esperando los resultados de la prueba que le realizaron para tratar correctamente su apnea crónica. ¿Cómo se puede jugar con la salud e incluso con la vida de los andaluces mientras se destinan una lluvia de millones para la sanidad privada? Estos días a través de los medios de comunicación hemos conocido que el ex número dos de Salud adjudicó a dedo 44 millones a ASISA y que pocos meses después de dejar el cargo público esta empresa sanitaria privada lo había fichado, pero ante el escándalo que se ha montado han retrasado unos meses la contratación. En cualquier caso, esto es una falta de ética absoluta. ¿Sr. Moreno Bonilla por qué confunden lo público con la privado de forma persistente?

Estas semanas conocemos también a través de los medios de comunicación que la Junta de Andalucía en 2021 desvió 5 millones de ayudas para guarderías a obras del estadio de fútbol de La Cartuja que tuteló Rubiales, algo que ahora está siendo investigado por la UCO de la Guardia Civil. ¿Sr. Moreno Bonilla por qué no hace públicos los contratos firmados con la Real Federación de Fútbol presidida por Luis Rubiales? ¿Qué temen?

También los medios se han hecho eco hace unos días de que Elías Bendodo, número dos de Moreno Bonilla la pasada legislatura en la Junta de Andalucía, está siendo investigado por Anticorrupción por la adjudicación de contratos express durante la pandemia en Andalucía. ¿Nada que opinar tampoco?

Al gobierno de Moreno Bonilla se le ha subido la mayoría absoluta a la cabeza. Considera que puede gobernar haciendo lo que quiera sin tener que dar explicaciones a nadie. Cada día es menos transparente y más opaco. No entienden que el control de los recursos públicos hay que garantizarlo. El presidente andaluz debe dejar de esconderse y debe dar explicaciones, muchas explicaciones.

Pero además de líos y más líos, la gestión va a peor. La Junta de Andalucía anuncia que este año cobrará la entrada a sus museos y monumentos. De esta forma aleja la cultura de los andaluces y andaluzas. El que tiene dinero podrá visitarlos, pero el que no lo tiene ya no podrá hacerlo. Moreno Bonilla rompe la igualdad de oportunidades también en cultura.

Y las importantes lluvias de Semana Santa parece que han hecho olvidar a Moreno Bonilla la necesidad de seguir impulsando obras hidráulicas en Andalucía. Hablan de movilizar recursos, pero no los ejecutan. Siguen sin hacer nada y la sequía sigue ahí. Aunque el nivel de los pantanos haya subido un poco, hay que garantizar los recursos hídricos a corto y medio plazo para evitar un verano que puede ser muy duro para los agricultores, el turismo o las empresas de jardinería, piscinas, viveros, socorrismo y apartamentos turísticos.

La gestión en nuestra región es penosa. Los únicos que se benefician de sus políticas son los millonarios, mientras a la inmensa mayoría de los andaluces están siendo perjudicados, lo vemos a diario en sanidad, en educación, en dependencia o en cultura. ¡Andalucía necesita un presidente que se preocupe de los problemas reales de la gente y Moreno Bonilla no lo es!