Ayer mismo conocíamos la noticia. Una más. Los datos privados de miles de usuarios del diario británico The Sun podrían haberse visto comprometidos por la intrusión en los sistemas de la empresa de personas ajenas a la misma. Aseguran desde el periódico que no hay información sensible entre lo sustraído, no como le pasó recientemente a Sony, y particularmente a los usuarios de su red Playstation Network. Es preocupante que uno ceda con relativa tranquilidad sus datos privados para colgar un comentario, por ejemplo, y estos acaben esparcidos por la Red como si fuese trigo por las eras. Los temores se verán acrecentados por el avance de la nube. Esto es, basicamente, el uso cada vez mayor de espacios de almacenamiento de datos que ya no estarán en nuestro ordenador, sino en servidores remotos.

Nosotros somos los dueños de la decisión. Es evidente que la delincuencia que se dedica a estos oscuros menesteres de la apropiación de lo ajeno también evoluciona a la vez que los sistemas de seguridad que implantan los responsables de las compañías, pero no estaría de más que la protección jurídica de los usuarios se viese acompañada de penas más duras para los que roban datos de millones de ciudadanos. Precisamente para salvaguardar ese derecho a compartir qué, cómo, cuándo y con quién el usuario desee, y no en el momento que alguien reviente una clave.  Lejos de las románticas películas sobre hackers con las que el cine americano nos bombardea de vez en cuando, están aquellos que utilizan sus conocimientos técnicos para tratar de extorsionar y hacer negocio. Seguramente serán aclamados como héroes en algunos foros de la Red, y su nick (apodo) aparecerá en las noticias, pero en muchos casos los intereses de la acción son bastante espurios y nada tienen que ver con nobles causas relacionadas con la libertad.

La Red no es un lugar inseguro, ni es tan sencillo que alguien pueda cometer estos atropellos, pero de los esfuerzos de todos dependerá que el usuario tenga una percepción correcta de la seguridad que le asiste cuando navega e introduce sus datos en un formulario. Que realmente es dueño de su privacidad. Por una vez,  la sensación de seguridad tiene que acercarse a la realidad, y no estar muchos puntos por debajo. Es la garantía para la prosperidad, por ejemplo, de muchos negocios nativos de Internet, tan necesarios para nuestra economía.

Ion Antolín Llorente es periodista y blogger
En Twitter @ionantolin