Nosotros somos los dueños de la decisión. Es evidente que la delincuencia que se dedica a estos oscuros menesteres de la apropiación de lo ajeno también evoluciona a la vez que los sistemas de seguridad que implantan los responsables de las compañías, pero no estaría de más que la protección jurídica de los usuarios se viese acompañada de penas más duras para los que roban datos de millones de ciudadanos. Precisamente para salvaguardar ese derecho a compartir qué, cómo, cuándo y con quién el usuario desee, y no en el momento que alguien reviente una clave. Lejos de las románticas películas sobre hackers con las que el cine americano nos bombardea de vez en cuando, están aquellos que utilizan sus conocimientos técnicos para tratar de extorsionar y hacer negocio. Seguramente serán aclamados como héroes en algunos foros de la Red, y su nick (apodo) aparecerá en las noticias, pero en muchos casos los intereses de la acción son bastante espurios y nada tienen que ver con nobles causas relacionadas con la libertad.
La Red no es un lugar inseguro, ni es tan sencillo que alguien pueda cometer estos atropellos, pero de los esfuerzos de todos dependerá que el usuario tenga una percepción correcta de la seguridad que le asiste cuando navega e introduce sus datos en un formulario. Que realmente es dueño de su privacidad. Por una vez, la sensación de seguridad tiene que acercarse a la realidad, y no estar muchos puntos por debajo. Es la garantía para la prosperidad, por ejemplo, de muchos negocios nativos de Internet, tan necesarios para nuestra economía.
Ion Antolín Llorente es periodista y blogger
En Twitter @ionantolin